“Necesito saber que está vivo”: La súplica de una madre cuyo hijo fue reclutado por el narco
César Alonso Parra Camarena aceptó unirse a las filas del narco por medio de una joven a quien conoció en Instagram. El joven viajó de Nayarit a Jalisco y ya no se supo más de él
“No me importa en lo que César se haya metido, sólo necesito saber que está vivo”, es la súplica con la que Karina, madre de César Alonso Parra Camarena, expresa su dolor por la ausencia del joven.
Karina vive en Chiapas, por lo que sólo ha podido indagar a distancia cómo fue el último contacto que su hijo de 19 años tuvo con otros allegados.
Con él suman cuatro jóvenes con denuncia por desaparición registrada entre el 27 de junio y el 3 de julio, y que tienen en común haber sido vistos por última vez en la Nueva Central Camionera de Tlaquepaque, donde alguien los citó para responder a ofertas de empleo.
César salió el 1 de julio de su casa, en Nayarit, donde vivía con su prima Natalie. A ella le confió la verdad sobre la labor que supuestamente iba a desempeñar.
“De inicio me contó que iba a trabajar en Guadalajara, pero a mí me parecía ilógico lo que me decía, entonces le exigí la verdad, y él finalmente me contó que se metería a la ‘maña’“, explicó la joven.
La invitación para entrar al crimen organizado, le explicó, se la había hecho una jovencita que había conocido por Instagram unos días antes.
Natalie trató de disuadirlo y él prometió que rechazaría la oferta. Durante una semana la joven estuvo al pendiente de César, pero ella piensa que él sólo dejó pasar el tiempo para que bajara la guardia, porque una mañana se fue y le llamó después para decirle que ya estaba en Guadalajara.
En la reconstrucción que la joven hizo del tiempo que su primo pasó en Guadalajara, supo que llamó por teléfono a un amigo suyo para pedirle que fuera a recogerlo y le permitiera dormir en su casa una noche.
César llamó entonces a su prima para decirle que había decidido aceptar la oferta y que a donde iba le quitarían su celular, pero que él llevaría anotados en una hoja teléfonos importantes y que en una semana se comunicaría.
“Si en una semana no sabes nada de mí, búscame”, le pidió.
Al otro día, Max llevó a César a la Nueva Central Camionera, donde presuntamente subió a un Uber que ya lo esperaba. Esa fue la última vez que lo vieron.
En Chiapas, la madre del joven empezó a sospechar que algo pasaba con su hijo, pues tenía días que su perfil de Facebook no se actualizaba, lo cual era raro. El 4 de julio, Karina le escribió por WhatsApp, pero la respuesta la angustió.
“Le escribí y me respondió ‘Hola, preciosa’ y yo supe inmediatamente que ése no era mi hijo. Le seguí escribiendo para tratar de indagar más, le dije ‘Mi amor, ven a pasar unos días conmigo’ y él me decía ‘sí, preciosa, en vacaciones iré’, pero yo ya sabía que ese no era mi César”, lamentó.
Luego de eso, Karina no se pudo comunicar más a ese número, pues el usuario la bloqueó. En ese momento no hizo nada, pues prefirió pensar que su hijo simplemente había vendido su celular.
Natalie, por su parte, esperó la llamada de su primo, pero ya no hubo contacto. “Cuando pasaron 11 días me di cuenta de que no iba a regresar y fue cuando comencé a difundir en Facebook su búsqueda“, indicó.
“Él estaba seguro de que iba a poder regresar, de que iba a poder estar en contacto. Cuando difundí su búsqueda, amigas de él me dijeron que habían quedado de reunirse cuando él regresara, o sea, hizo planes, él pensaba que iba a regresar”.
Tras las publicaciones de Natalie, Karina se dio cuenta de que su hijo estaba desaparecido y comenzó su infierno.
El 14 de julio, el padre del joven viajó a Guadalajara para presentar la denuncia por desaparición; tardó dos días en el trámite, pues según le contó a Karina, la oficina de Desaparecidos estaba saturada de personas. Además de César, Jorge Luis Hernández Pérez, Edson Edgardo Cuevas Sandoval y Abisaí Aguilar Padilla desaparecieron tras ir a la Central Camionera para responder a supuestas ofertas de trabajo.
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