Tu ángel de la guarda: por qué no debes saber su nombre

Conoce 4 explicaciones por las que no deberías saber el nombre de tu ángel de la guarda, según la religión católica

La identidad de tu ángel debe quedar oculta, según la iglesia católica.

La identidad de tu ángel debe quedar oculta, según la iglesia católica. Crédito: Shutterstock

¿Sabías que no es correcto nombrar o descubrir cómo se llama tu ángel de la guarda?

Es una práctica común acudir a la numerología angelical, astrología e incluso a la meditación, para conocer la identidad de los ángeles protectores.

Sin embargo, estamos incurriendo en algo que no es del todo correcto, según la religión católica.

Como seres humanos, está en nuestra naturaleza ser sociables y uno de los primeros pasos para interactuar con los demás es preguntar cómo se llaman.

He aquí el asunto: los ángeles no son humanos, son seres elevados divinos mandados por Dios para ayudarte y guiarte.

“Los ángeles son espíritus puros. No tienen cuerpos físicos” explica el portal Good Catholic.

Por lo tanto, no debemos tratarlos como iguales, sino como lo que son: miembros del mundo celestial.

Según el sitio especializado en la religión católica, existen 4 razones principales por las que no es buena idea nombrar a nuestros ángeles de la guarda.

1. Los ángeles no dan sus nombres en La Biblia

En las Sagradas Escrituras, Dios reveló solo 3 nombres de ángeles: San Gabriel, San Miguel y San Rafael.

Esto es significativo, ya que Dios podría haber revelado más nombres si así lo hubiera querido, pero decidió no hacerlo, explica Good Catholic.

Esto sugiere que no necesitamos conocer los nombres de los demás ángeles, incluidos nuestros guardianes.

En dos pasajes de La Biblia, además, cuando se les pregunta sus nombres responden evasivos.

En el libro del Génesis, Jacob intentó conocer el nombre del ser misterioso con el que luchó, pero recibió una respuesta evasiva: “¿Por qué preguntas por mi nombre?” (Génesis 32:24-29).

De manera similar, en el libro de los Jueces, cuando el ángel se apareció a los padres de Sansón, se negó a revelar su nombre, diciendo: “¿Por qué preguntas por mi nombre, siendo que es maravilloso?” (Jueces 13:18).

2. Nombrar algo es reclamar autoridad sobre ello

El acto de nombrar tiene un significado profundo en la tradición bíblica.

En el Jardín del Edén, Dios le dio a Adán la autoridad para nombrar a los animales, simbolizando su dominio sobre ellos.

Sin embargo, Dios no le dio a Adán la autoridad para nombrar a los ángeles, ya que estos son seres de una naturaleza superior a la humana.

Asignar un nombre a nuestro ángel de la guarda implicaría, en cierto modo, reclamar una autoridad que no nos pertenece.

Los ángeles son seres espirituales que han sido creados por Dios con un propósito específico, y su esencia y misión son conocidos solo por Él.

3. Intervención de los ángeles caídos

El mundo espiritual es complejo, y no todos los seres que lo habitan son benévolos.

Los ángeles caídos, también conocidos como demonios, son expertos en el engaño y pueden aprovechar nuestro deseo de conocer el nombre de nuestro ángel guardián para confundirnos.

Cuando intentamos descubrir el nombre de nuestro ángel, podemos interpretar señales equivocadas o recibir nombres que en realidad no provienen de nuestro ángel, sino de influencias demoníacas.

Los demonios pueden hacerse pasar por ángeles de luz, enviándonos señales falsas para desviar nuestra atención y alejarnos de la verdadera guía espiritual, comentó el portal religioso.

4. La Iglesia dice que no lo hagamos

Good Catholic recordó que, en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia de la Santa Sede, se señala lo siguiente:

“Se debe desalentar la práctica de asignar nombres a los Santos Ángeles, excepto en los casos de Gabriel, Rafael y Miguel, cuyos nombres están contenidos en las Sagradas Escrituras” (2001).

Esta advertencia busca protegernos de las posibles consecuencias de intentar interactuar con el mundo espiritual de manera inapropiada.

La Iglesia nos recuerda que siempre estamos en compañía de ángeles, pero también de demonios.

Si un demonio observa que estamos tratando de descubrir el nombre de nuestro ángel guardián, puede intentar engañarnos y llevarnos por un camino equivocado.

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