De la granja a la escuela, una conexión con la naturaleza
El evento ‘Creciendo Juntos’ busca transformar la vida y la salud de miles de alumnos en el distrito escolar de Santa Ana
Hace pocos años, Josh Goddard tuvo la primera semilla de una idea para traer algo único a las escuelas en el distrito de Santa Ana (SAUSD).
La idea fue formar una asociación directa con las granjas locales para poder inspirar a los estudiantes a tener una conexión con la comida escolar.
“Creo que es seguro decir que tal vez hemos ido demasiado lejos como sociedad en términos de lo desconectados que estamos de la naturaleza, de nuestras fuentes de alimentos, y el evento de hoy se trata de celebrar y despertar valores que quizás damos por sentados”, explicó Goddard el director de servicios de nutrición para SAUSD.
Decenas de personas llegaron en familia el sábado para celebrar el primer festival llamado “Creciendo Juntos”, un evento que celebra la asociación entre granjas locales y escuelas del distrito de Santa Ana.
A la celebración inaugural se incluyó un intercambio comunitario de semillas, manzanas de diferentes colores para degustar y llevar, teñidos anudados con cempasúchil, un juego de lotería y trabajos manuales para pintar casas de aves entre otras actividades.
‘Celebrando Juntos’ se realizó en asociación con la Red de Alimentos para Niños de California del Centro para la Ecoalfabetización, que este año celebra su décimo aniversario y además, apoya a las escuelas para que sirvan comidas frescas y brindan educación alimentaria a los estudiantes.
“La pandemia nos enseñó mucho sobre cómo nuestro sistema alimentario había perdido parte de su resiliencia y, si obtienes productos de agricultores locales, esos productos no se quedarán atrapados en un barco de contenedores ni viajarán tantos kilómetros”, explicó Alexa Norstad la directora ejecutiva del Centro para la Ecoalfabetización. “Tendrán mejor sabor, mejor aspecto y mayor contenido de nutrientes. Todas esas cosas”.
De acuerdo con el reporte anual de “De la granja al SAUSD”, el distrito escolar trabaja con granjas dentro de 250 millas de distancia de Santa Ana, históricamente desfavorecidas socialmente, con estándares de seguridad alimentaria, prácticas regenerativas y promoción de prácticas equitativas y socialmente responsables en la cadena de suministro.
Algunas de las frutas y verduras que reciben a través de las asociaciones son: manzanas, brócoli, zanahorias, lechuga romana, sandía, nectarinas, fresas, pepinos, tomates cherry, calabacín y más.
Actualmente, SAUSD cuenta con 26 granjas escolares, lo que ha resultado en más de 60 lecciones o actividades de la granja a la escuela.
De acuerdo con el departamento de educación del estado de California, estudiantes que participan en programas de la granja a la escuela, aumentan el consumo de frutas y verduras, los niveles de actividad física y el conocimiento sobre el sistema alimentario.
Y por si fuera poco, también estos programas demuestran una voluntad de probar alimentos nuevos y saludables, eligen opciones más saludables en la cafetería y en casa, y tienen una mejora general tanto en las calificaciones como en los puntajes de las pruebas para los grados K-12.
Cuyama Orchards, que tiene su sede en el condado de Ventura, participó en el festival y regaló 10 variedades de manzanas a las familias.
La pequeña granja familiar tiene una asociación directa con SAUSD donde buscan ayudar a cambiar la reputación de las manzanas que a veces son reconocidas por una textura cerosa y sin sabor.
“Es triste porque creo que a quién no le encantaría una manzana dulce que sabe a caramelo, pero cuando te dan productos de baja calidad, creo que pierdes ese amor por los productos y creo que realmente podemos devolver eso a los niños de la escuela”, explicó Katherine Albano, Coordinadora de Granja a Escuela para Cuyama Orchards.
Casi un año después de que Goddard tuvo la idea de lanzar la asociación, contrató a Moisés Plascencia en un nuevo puesto como Coordinador de programas de la granja a la escuela.
Después de estudiar antropología y agroecología en UC Santa Cruz, Plascencia regresó a casa para enseñar a su madre como sembrar elote.
Pero rápidamente su madre le explicó que ella sabía sembrar elote desde los 5 años de edad y empezó a enseñarle a su hijo.
Esa experiencia le hizo entender a Plascencia lo que él dice es una conexión ambiental íntima, extremadamente profunda entre cada familia y cultura, que a veces no se discute lo suficiente.
“La comida, las semillas y las plantas son como cartas de amor de nuestros ancestros y dejamos de leer esas cartas”, explicó Plascencia con una fruta de la mano de buda en sus brazos.
“Tener un distrito escolar que usa el crecimiento de la comida como una forma de aprendizaje, nos ayudará a aprender de nuevo la educación nutricional y a la vez un poco de historia”.