La fobia a volar afecta a más de 25 millones de estadounidenses

Los accidentes aéreos pueden intensificar la aerofobia. Esta fobia, que afecta a millones, puede tratarse con terapia de exposición y técnicas de relajación

Por qué hay cada vez más turbulencias en los vuelos (y no se espera que la tendencia cambie)

Llevar el cinturón abrochado durante todo el vuelo es recomendable. Crédito: Getty Images

Cuando ocurre un accidente aéreo, como la reciente colisión en pleno vuelo cerca de Washington, DC, sus repercusiones van más allá de las víctimas directas. Estos incidentes pueden intensificar el miedo a volar, una fobia que afecta a millones de personas en todo el mundo. Para algunos, los retrasos en los vuelos por problemas técnicos o meteorológicos generan solo una leve preocupación. Sin embargo, para quienes padecen aerofobia, cada noticia sobre un accidente puede desencadenar una espiral de ansiedad difícil de controlar.

La aerofobia es una de las fobias más comunes en Estados Unidos, afectando a más de 25 millones de adultos, especialmente entre los 17 y 34 años. En esta etapa de la vida, las transiciones significativas como la graduación, el matrimonio o la llegada de un hijo pueden hacer que las personas perciban el vuelo como un riesgo inaceptable. Según la psiquiatra Gail Saltz, algunos individuos tienen una predisposición a que un pensamiento ansioso se transforme en una obsesión, lo que puede llevarlos a evitar volar incluso a costa de su vida profesional o personal.

Desde un punto de vista clínico, la diferencia entre ansiedad y fobia a volar radica en la intensidad y duración de los síntomas. Las personas con aerofobia experimentan un miedo persistente durante al menos seis meses, acompañado de síntomas físicos como taquicardia, sudoración, temblores, mareos o incluso náuseas y vómitos. También pueden presentar síntomas conductuales, como cancelar vuelos en el último momento o evitar viajes largos en avión, prefiriendo otras opciones de transporte incluso si resultan poco prácticas.

Las causas de la aerofobia varían y pueden estar relacionadas con un historial de ansiedad generalizada, experiencias traumáticas previas o influencias familiares. A menudo, el miedo no se debe solo a la posibilidad de un accidente aéreo, sino a otros factores como la claustrofobia, el temor a la altura, el miedo a las turbulencias o la preocupación por enfermedades contagiosas dentro del avión.

Una de las reacciones más contraproducentes frente a la aerofobia es evitar volar. Aunque la sensación de alivio tras cancelar un vuelo refuerza la creencia de que se ha evitado un peligro real, este comportamiento solo incrementa el miedo con el tiempo. Tampoco se recomienda el uso de alcohol o sedantes sin prescripción médica, ya que pueden generar dependencia sin abordar la raíz del problema.

El tratamiento más efectivo para la aerofobia es la exposición progresiva con la guía de un terapeuta. Esta estrategia busca que la persona enfrente su miedo de manera controlada, utilizando técnicas de relajación como la respiración profunda, la meditación o la relajación muscular progresiva. La terapia de realidad virtual, que permite simular un vuelo en un entorno seguro, también ha mostrado resultados prometedores.

Informarse sobre la seguridad aérea puede ayudar a racionalizar el miedo. Las estadísticas muestran que la probabilidad de sufrir un accidente de avión es extremadamente baja en comparación con otros riesgos cotidianos, como accidentes automovilísticos o incluso la caída de un rayo. La clave está en aceptar que la vida conlleva ciertos riesgos y aprender a manejarlos de manera racional.

Para los padres, es fundamental abordar el tema con sus hijos sin transmitir alarma. Filtrar la información a la que los niños están expuestos en noticias y redes sociales, y explicarles con calma que los accidentes aéreos son eventos extremadamente raros, puede prevenir la transmisión de este miedo.

El tiempo necesario para superar la aerofobia varía según cada persona. Algunas pueden lograr avances significativos en pocas semanas con terapia, mientras que otras requieren un proceso más prolongado. Sin embargo, con el tratamiento adecuado, muchas personas logran recuperar la confianza en los vuelos y retomar una vida sin limitaciones impuestas por el miedo.

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