Plaza Oaxaca, un pedacito de México en el sur de California 

Un matrimonio trae lo mejor de su cultura zapoteca a EEUU 

Blanca Mesinas ayuda a unos clientes en su tienda Plaza Oaxaca en Anaheim.

Blanca Mesinas ayuda a unos clientes en su tienda Plaza Oaxaca en Anaheim. Crédito: Fotos: Isaac Ceja | Impremedia

A partir de las tres de la tarde, varios clientes, uno tras otro, llegan a la tienda de Blanca Mesinas y su esposo Apolinar Mesinas en busca de diferentes chocolates, pan amarillo, dulces regionales, bebidas, barros, roscas de Reyes y tejate hechos allí mismo.  

El Jarabe del Valle, una canción tradicional de Oaxaca, se escucha en el fondo mientras Mesinas se comunica en zapoteco, su idioma preferido, con sus clientes que llegan alegres al establecimiento que conlleva una energía lúdica en la ciudad de Anaheim. 

Blanca Mesinas empaca las compras de un cliente.

“Con las únicas personas que hablo en español es la gente que no habla zapoteco”, explicó Mesinas. “Aquí [los clientes] se sienten en familia y se sienten a gusto, porque uno les atiende en su idioma”. 

Por alrededor de 11 años la Plaza Oaxaca ha sido el negocio de la familia Mesinas donde actualmente tienen dos locales, uno en Los Ángeles y otro en Anaheim después de haber comenzado el emprendimiento en un Toyota Corolla. 

“Mi esposo un día llegó, y me dijo hasta aquí se acabó, ya no quiero trabajar para nadie, yo quiero emprender y dice que tengamos nuestro propio negocio”, dijo Mesinas del comienzo del negocio hace casi 11 años. “De repente que me llega con unas 20 tlayudas con cinco quesillos y con eso fue lo que empezamos”. 

Seis meses después, gracias a clientes leales que les compraban su comida, la familia guardó dinero para comprar una camioneta donde podían vender más productos como chapulines y carnes secas, entre otras cosas. 

En aquellos tiempos, Mesinas se iba de casa en casa en Los Ángeles tocando puertas mientras su esposo la esperaba con la camioneta para tratar de vender sus productos y a la vez convivir con vecinos que se convirtieron en clientes. 

Con la ayuda de su hermano, la mexicana fue introducida a la comunidad Oaxaqueña que existe en la ciudad de Anaheim donde hoy en día ella opera la segunda tienda. 

Después de tres años con el negocio, varios clientes les preguntaban sobre dónde estaba su local y la pareja abrió el primer local en el 2016 en Los Ángeles y al año siguiente la segunda tienda en Anaheim. 

“Estuve llorando de emoción con la alegría de tener un negocio aquí en California y dije guau por fin se va a cumplir nuestro sueño americano”, dijo la emprendedora. 

La originaria de San Bartolomé Quialana, Oaxaca llegó a los Estados Unidos a los 20 años para poder reunir a su familia ya que tenía una hija de tres años y su esposo trabajaba en Los Ángeles por la mitad de cada año. 

Cruzaron la frontera en familia, pero solo fue después cuando Mesinas tuvo otra hija en Los Ángeles que ella descubrió que era ciudadana.  

“Le hable a mi mamá y le digo dónde nací?, ¿nací acá o allá? Y ella me dijo pues naciste ahí”, dijo Mesinas. “¿Y por qué nunca me dijeron? le digo y me respondió: pues no se nos hizo importante”. 

Una vista del tejate preparado por Blanca Mesinas.
Un cliente busca ingredientes en la Plaza Oaxaca.

A los 15 días de haber nacido, se la llevaron a Oaxaca donde creció y aún visita a su familia y a la vez está en comunicación con negocios para comprar mercancía que vende en su tienda.  

En el local que tienen en Los Ángeles, venden Tlayudas hechas al carbón justo afuera del local mientras en el local que tienen en Anaheim venden tejate, horchata y café de olla con pan.  

La convivencia con sus clientes es uno de los aspectos más importantes para Mesinas y dice que está muy contenta a pesar de los sacrificios que ella y su esposo tuvieron que hacer para llegar a este punto.  

“Un poquito de sacrificio más que nada es cuando uno tiene niños chicos, hay que dejarlos entre semana”, explicó Mesinas. “Pero ya en fin de semana, nos íbamos todos junto con los niños”. 

Hoy en día, los hijos de la familia Mesinas están felices con el negocio familiar y algunos también ayudan con el servicio al cliente. 

Al principio, otras personas que habían intentado el mismo tipo de negocio, vendiendo comida de su coche, les decían que no les funcionó, pero la familia nunca se dejó vencer y en el futuro buscan crecer más. 

“Mi consejo sería para los que quieren emprender es que siempre sean insistentes, que tengan paciencia y que tengan muchas ganas, eso es lo más importante”, dijo Mesinas. 

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