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Cómo pueden los demócratas ganar más terreno con los latinos

Melissa Morales es la fundadora y presidenta de Somos Votantes y Somos PAC, con programas de participación cívica y electoral de latinos más grandes del país

Trump logró mayor voto entre latinos que en 2020.

Trump logró mayor voto entre latinos que en 2020. Crédito: Alex Brandon | AP

Después de las elecciones del año pasado hubo cierto debate sobre si se trató o no de una “victoria arrasante”. Yo sostengo que, independientemente de si lo fue o no, los demócratas deben comportarse como si así ocurrió. Si el partido quiere tener alguna posibilidad de recuperarse, debe preparar una respuesta de tamaño adecuado, que reconozca –tanto en el mensaje como en las políticas– la insatisfacción y las desventajas que enfrentan los trabajadores de este país.

Tengo en cuenta varios factores. Es cierto que, como partido en el poder, los demócratas estaban en desventaja en un contexto en el que los partidos a cargo en otros países del mundo perdían sus escaños. De hecho, las pérdidas del partido fueron consistentes y contundentes; el análisis inicial mostró que más del 89% de los condados de Estados Unidos se desplazaron hacia la derecha; los demócratas perdieron todos los estados claves en disputa a nivel presidencial y el margen de voto de Donald Trump mejoró en todos los estados del país, según The New York Times.

Sin embargo, la dinámica que vimos en estas elecciones no era nueva. Entre 2012 y 2020, el margen de apoyo de los demócratas entre los votantes de color sin estudios universitarios cayó casi 20 puntos, lo que supone un cambio sísmico. Durante ese mismo período, los votantes blancos sin estudios universitarios también se inclinaron por el partido Republicano, pero sus niveles de apoyo a los republicanos ya eran más altos que los de otros grupos demográficos. En resumen, estos cambios ocurrieron, fueron importantes y no son nuevos. De manera que los demócratas deben responder adecuadamente si quieren recuperar terreno.

El punto “positivo” es que no creo que los cambios que vimos fueran prueba de un realineamiento permanente. Somos PAC, la organización que presido y que dirige algunos de los programas independientes de participación de votantes latinos más grandes del país, tuvo más de 300,000 conversaciones con votantes en este ciclo electoral y esto es lo que aprendimos; las elecciones de 2024 fueron sobre la economía, un referéndum sobre la realidad económica de la gente aquí y ahora.

Nótese que escribí “la realidad económica de la gente”, no “cómo se siente la gente respecto a la economía”, como se suele plantear esta idea. Como si lo que la gente siente no fuera real, como si los trabajadores de este país pudieran sentir que su situación económica es desafiante, pero la economía es fuerte.

Al analizar lo que sucedió el año pasado, a menudo dudamos en criticar la economía, dadas las históricas inversiones económicas realizadas por la administración Biden-Harris y la sólida recuperación del país tras la pandemia de COVID. Sin embargo, nos ponemos en desventaja si ignoramos lo que nos dice la gente trabajadora, varias cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo.

Es cierto que la administración ayudó a gestionar una fuerte recuperación y aprobó una legislación económica histórica que priorizó las necesidades de la gente trabajadora. También es cierto que los trabajadores no sintieron suficientemente ninguna de esas cosas en su día a día y nos lo dijeron en voz alta y con insistencia.

Desde las elecciones, sigo pensando en un momento iluminador; cuando se enviaron los primeros Pagos de Impacto Económico (o “cheques Trump”, como pronto se los empezó a llamar) durante la pandemia, mi padre recibió por correo un cheque por $1.200. Cuando lo cobró, me contó más tarde: “Empecé a temblar mientras lo contaban. Es la mayor cantidad de dinero que he tenido en la mano a la vez”.

Dos cosas al respecto: En primer lugar, la oleada de emociones (alivio, sorpresa, euforia) que sintió mi padre aquel día fue una experiencia increíblemente real y memorable y prueba de la grave presión financiera a la que había estado sometido durante tanto tiempo. Segundo, no fue una experiencia exclusiva de mi padre. En un país donde la clase media ha ido disminuyendo, una experiencia así ya no es exclusiva de los votantes que no tienen estudios universitarios, no cuando el salario inicial promedio de un maestro es de $44.000 al año. Mucha gente trabajadora puede identificarse con las emociones de mi padre aquel día.

Y si nuestra respuesta a eso es decir: “Si esas personas votaron por Donald Trump, se vendieron por un cheque y espero que deporten a su familia o que pierdan su seguro médico”, o cualquier otra narrativa inútil que haya estado circulando, entonces somos parte del problema.

Significa que seguimos sin escuchar lo que nos dice la gente trabajadora de este país y tampoco estamos tratando de entender la absoluta desesperanza económica que sienten. A menos que te hayas ido a acostar y te hayas preguntado si podrás pagar el alquiler de este mes o cómo alimentar a tu familia o pagar una cita médica necesaria o un medicamento que te salve la vida, no puedes entender lo que se siente vivir bajo el peso constante de la desesperación económica.

La realidad es que muchas personas no votaron por Trump, votaron por el cambio, por algo diferente a lo que estaban experimentando. Porque vivir de sueldo a sueldo, luchando contra deudas aplastantes, ahogados por los costos de la atención médica o el cuidado infantil y estar siempre a una emergencia médica de la bancarrota, no es sostenible.

Si realmente creemos que los trabajadores son la columna vertebral de nuestra economía y los héroes de nuestra historia económica estadounidense, entonces el hecho de que nuestras políticas hayan dejado atrás a los trabajadores hasta el punto en que el alivio que sintió mi padre ese día provocó una reacción física y emocional tan intensa es absolutamente inaceptable. Deja a la gente susceptible a políticos como Trump. Podemos optar por minimizar la ansiedad económica de la gente publicando memes sobre el precio de los huevos, o podemos reconocer que estas elecciones nunca se trataron del precio de los huevos, se trataron del tamaño, la escala y el impacto de nuestras políticas económicas y nuestra visión económica para el futuro o por la falta de ella. En las próximas semanas y meses, oiremos mucho sobre la necesidad de “moderarnos”; de hecho, gran parte de esa retórica ya se ha colado en las conversaciones. Esa visión es exactamente contraria a lo que la gente trabajadora de todo este país nos dice que necesitan.

La realidad es que la gente necesita que vayamos más allá, que diseñemos una visión económica de gran alcance para el futuro. Una visión que mejore su vida cotidiana y les permita construir en el presente y planificar el futuro. En las conversaciones que Somos PAC tuvo con los votantes en 2024, quedó claro que la gente trabajadora de este país no sólo estaba ansiosa por su situación económica en su momento, sino que tampoco podían imaginar un camino a seguir para su futuro económico.

Escuchamos a personas que no podían pagar sus medicamentos, personas que estaban esperando para formar una familia porque “no podían permitirse tener un bebé” y personas que estaban seguras de que nunca podrían comprar una casa propia. Lo lamentable es que las concesiones que hemos hecho en política económica en el pasado han sido a menudo a expensas de la gente trabajadora.

Me he preguntado muchas veces si perdimos las elecciones de 2024 el día que los demócratas cedieron terreno y permitieron que se recortaran las disposiciones de asistencia familiar de la Ley de Reducción de la Inflación. Esas disposiciones habrían mejorado de manera inmediata, material y sustancial la vida económica cotidiana de las personas. La estrategia en este caso no debería ser la de reducir el tamaño, sino la de aumentarlo y ser más audaces. Tenemos que dejar de pedirle a la gente que deje de contar centavos cuando nos dicen que necesitan un milagro.

Aunque puede resultar difícil comprender la confianza de la gente en Trump en materia económica, la dura realidad es que Trump demostró a la gente durante la pandemia que priorizaría la economía por encima de todo lo demás (para bien o para mal). Cuanto más nos alejamos de la masacre de la pandemia, más fácil es romantizar las medidas adoptadas para mantener abierta la economía, especialmente cuando no se satisfacen las necesidades cotidianas, por mucho que trabajemos. En última instancia, si no se satisfacen las necesidades económicas básicas de la gente (no sólo las esenciales, como la vivienda y la comida, sino también la capacidad de pasar tiempo con los seres queridos, tomar vacaciones y soñar con cosas como tener una casa propia y jubilarse), entonces poco más importa realmente. La campaña de Trump lo reconoció y se inclinó de manera eficaz por la economía.

Al mismo tiempo, la campaña de Trump logró utilizar como arma temas como la inmigración y los derechos de las personas transgénero para crear una dinámica de “zero-sum game” del “otro”. Establecieron la idea de que si el gobierno se centra en otra persona, entonces no se centra en ti y es por ello sientes que estás sufriendo económicamente.

El Winning Jobs Narrative Project es un proyecto de investigación económica de casi cuatro años dedicado a averiguar cómo conectar mejor con la gente trabajadora de todo el país. Éste ha dedicado amplios recursos a este tema y sus hallazgos reflejan que, a menudo, en los debates económicos sobre cuestiones como la inmigración, el Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria o el Crédito Tributario por Hijos, la mentalidad de las personas desciende a una dinámica de “¿Por qué ellos? ¿Por qué no yo? ¿Por qué esa persona recibe ayuda y yo no?”.

El proyecto descubrió que esta dinámica tiene mucho menos que ver con “¿Por qué ellos?” y mucho más con “¿Por qué yo no?”, lo que significa que cuando las personas sienten que sus necesidades económicas están siendo priorizadas y satisfechas, la preocupación de “¿Por qué yo no?” desaparece y el “¿Por qué ellos?” pierde importancia. Debido a que nuestras políticas económicas no han abordado eficazmente sus necesidades, la gente quedó susceptible a la pregunta “¿Por qué ellos?” que creó la campaña de Trump.

Entonces ¿qué se puede hacer? Si aprendemos de las derrotas también debemos aprender de las victorias. En las principales contiendas de este año en los estados más disputados, los republicanos del Senado y la Cámara de Representantes a menudo tuvieron un peor desempeño que el de Trump. Los republicanos no deben asumir que los cambios y las ganancias de 2024 se mantendrán para todos los candidatos republicanos en el futuro, especialmente cuando Trump no encabeza la boleta electoral. Esta lección quedó clara en 2022 y nuevamente en 2024. Los demócratas deben aprovechar esta oportunidad en 2026, también deben analizar detenidamente cómo algunas campañas demócratas lograron contrarrestar las tendencias desfavorables del año pasado.

En Arizona, el senador Rubén Gallego superó los márgenes presidenciales demócratas y se situó ligeramente por encima de los niveles de apoyo del presidente Biden en 2020. Fue auténtico, su historia económica resonó en la gente y habló de políticas que ponían en relieve las realidades económicas de la gente. Hay lecciones que aprender aquí.

A nivel presidencial, Kamala Harris se apoyó en un mensaje económico más amplio y audaz sobre temas que abarcaban desde la economía en general hasta la propiedad de la vivienda y las pequeñas empresas. Es importante destacar que también ofreció una visión para el futuro; de hecho, la encuesta final de New York Times/Siena publicada antes de las elecciones mostró que Harris había cerrado gran parte de la brecha en cuestiones económicas. Pero al final no fue suficiente, probablemente debido a que los votantes no tenían confianza en que los demócratas realmente cumplirían esas promesas. Debemos solucionar eso y podemos hacerlo, pero sólo si los demócratas responden con la urgencia que exige este momento.

De cara al futuro, los demócratas deben hacer dos cosas. Primero, deben liderar con una visión económica de gran alcance para el futuro, que esté respaldada actuando e invirtiendo en comunicar esa visión. Eso es lo que la gente necesita y lo que los demócratas deben ofrecer. Los demócratas pueden ganar y lo harán, pero sólo si están dispuestos a tomar medidas, ejecutar los programas e invertir en los estados, al tiempo que transmitan un mensaje económico audaz.

Las organizaciones con experiencia local, pueden señalar el camino a seguir, no sólo en los estados donde se hicieron grandes inversiones, dígase en divulgación y comunicación el año pasado, como Arizona, Nevada, Michigan y Wisconsin, sino también en estados desatendidos como Florida y Texas.

Y en segundo lugar, los demócratas deben asegurarse de que los votantes sean plenamente conscientes de cómo las políticas de la administración Trump-Vance están afectando su vida económica, a medida que esas políticas se estén implementando en las próximas semanas, meses y años.

En resumen: los trabajadores de este país son los héroes de nuestra historia económica. Es hora de que empecemos a aplicar agresivamente políticas que mejoren sustancial, inmediata y materialmente sus vidas. Apuesta por medidas más grandes, no más pequeñas. La forma en que los demócratas respondan a esta derrota puede conducirlos a emprender el tipo de medidas audaces que no sólo son necesarias, sino que determinarán si los cambios políticos que llevaron a sus derrotas de 2024 se convierten o no en un reajuste permanente. Esto puede significar la diferencia entre que “un padre trabajador” tenga en la mano la mayor cantidad de dinero que haya tenido en su vida, o nada en absoluto.

(*) Melissa Morales es la fundadora y presidenta de Somos Votantes y Somos PAC, que dirigen algunos de los programas independientes de participación cívica y electoral de latinos más grandes del país. Gracias a su trabajo, Melissa ha apoyado a candidatos progresistas en todo el país, ha contribuido a la aprobación de iniciativas electorales sobre el salario mínimo y también ha ayudado a restablecer el derecho a voto de votantes privados del mismo.

Este el artículo fue publicado originalmente en inglés en el Democracy Journal.

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