El consumo excesivo de alcohol se relaciona con lesiones cerebrales

Beber ocho o más tragos por semana se asocia con daño cerebral y deterioro cognitivo, según un nuevo estudio publicado en una reconocida revista médica

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Los grandes bebedores y ex bebedores tenían una menor proporción de masa cerebral en relación con su cuerpo y presentaban peores habilidades cognitivas. Crédito: Pixel-Shot | Shutterstock

Un reciente estudio publicado en la revista Neurology ha encontrado una relación entre el consumo excesivo de alcohol y signos de daño cerebral vinculados al deterioro cognitivo en adultos mayores.

La investigación, liderada por el doctor Alberto Fernando Oliveira Justo, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, sugiere que beber ocho o más tragos por semana puede aumentar significativamente el riesgo de desarrollar arteriolosclerosis hialina, una lesión cerebral asociada con problemas de memoria y razonamiento.

Este hallazgo, aunque no prueba una relación directa de causa y efecto, establece una clara asociación entre el consumo elevado de alcohol y cambios estructurales en el cerebro. La arteriolosclerosis hialina es una condición en la que los vasos sanguíneos pequeños se vuelven más gruesos y rígidos, dificultando el flujo sanguíneo y provocando daños en el tejido cerebral.

Estas lesiones pueden comprometer funciones cognitivas esenciales y se consideran un marcador importante del deterioro cerebral en la vejez.

El estudio se basó en el análisis de 1.781 cerebros de personas fallecidas, con una edad promedio de 75 años. A todas ellas se les practicó una autopsia para evaluar posibles signos de daño cerebral, como la presencia de ovillos de proteína tau, asociados con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, y otras lesiones vasculares. Además, los investigadores midieron el peso del cerebro y la estatura de cada individuo como parte del análisis comparativo.

Para conocer los hábitos de consumo de alcohol de los participantes, los científicos recurrieron a entrevistas con sus familiares cercanos. A partir de esa información, los dividieron en cuatro categorías, personas que nunca habían bebido, bebedores moderados (hasta siete tragos por semana), bebedores empedernidos (ocho o más tragos por semana) y ex bebedores empedernidos.

Los resultados revelaron diferencias notables entre los grupos. Mientras que el 40% de los que nunca consumieron alcohol mostraron signos de lesiones cerebrales vasculares, ese porcentaje aumentó al 45% entre los bebedores moderados, al 44% entre los grandes bebedores actuales, y al 50% entre quienes habían dejado de beber tras años de consumo elevado.

Tras ajustar variables como la edad, el tabaquismo y el nivel de actividad física, los investigadores determinaron que los grandes bebedores tenían un 133% más de probabilidades de presentar lesiones cerebrales. En comparación, los ex grandes bebedores mostraban un 89% más de riesgo y los moderados, un 60%.

Condición cerebral de los bebedores excesivos

También se observó una mayor presencia de ovillos de tau en los cerebros de los grandes bebedores y de los ex bebedores, con un aumento del 41% y 31% respectivamente, frente a quienes nunca consumieron alcohol. Este tipo de alteraciones están directamente relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.

Otro hallazgo relevante fue que los grandes bebedores y ex bebedores tenían una menor proporción de masa cerebral en relación con su cuerpo y presentaban peores habilidades cognitivas. Sin embargo, estas alteraciones no se observaron en quienes mantenían un consumo moderado.

Un dato revelado por el estudio fue la diferencia en la expectativa de vida, las personas que bebían en exceso murieron, en promedio, 13 años antes que quienes se mantenían abstemios.

El doctor Justo explicó que los efectos del alcohol sobre el cerebro, especialmente cuando se consumen grandes cantidades de manera regular, pueden ser duraderos y afectar significativamente la calidad de vida.

“Nuestro estudio demuestra que el consumo excesivo de alcohol deja huellas visibles en el cerebro, asociadas a un deterioro en funciones como la memoria y el pensamiento”, afirmó. Agregó que estos resultados refuerzan la necesidad de políticas públicas enfocadas en la prevención y reducción del consumo excesivo de bebidas alcohólicas.

A pesar de sus importantes hallazgos, el estudio tiene limitaciones, no se evaluó el estado cognitivo de los participantes en vida ni se conoció con exactitud por cuánto tiempo habían mantenido sus hábitos de consumo. Aun así, los investigadores consideran que los resultados aportan evidencia contundente para repensar los riesgos del alcohol, incluso en personas que ya han dejado de beber.

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