¿Y ahora? Tesla se desploma: sus acciones caen más del 10%
Tesla enfrenta uno de sus momentos más críticos en años. A pesar de las promesas de estabilidad, sus acciones se hundieron más de un 10% en una sola jornada

Sede de Tesla. Crédito: Tesla. Crédito: Cortesía
Esta semana comenzó con cifras alarmantes en Wall Street y una protagonista clara: Tesla. El fabricante de autos eléctricos vio desplomarse el valor de sus acciones más de un 10% en una sola jornada, llegando a un mínimo de $214.80 dólares, un nivel que no se registraba desde mediados del año pasado.
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Este colapso bursátil ocurre en un entorno global de creciente incertidumbre, con mercados sensibles a las medidas proteccionistas impulsadas por el gobierno estadounidense.
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La nueva ola de aranceles, particularmente el impuesto del 25% sobre vehículos importados, ha reconfigurado el panorama para muchas empresas, pero especialmente para Tesla, cuya cadena de suministro y proyección internacional están estrechamente ligadas a las dinámicas del comercio global.
La situación contradice las predicciones optimistas realizadas por algunos actores clave del mercado. En marzo, Howard Lutnick, secretario de Comercio, afirmaba en una entrevista con Fox News que las acciones de Tesla “nunca volverían a estar tan baratas”, luego de que cerraran en $235.86 dólares. Hoy, esas palabras resuenan con ironía en medio del desplome.
Elon Musk, lejos de mostrarse indiferente, ha intentado calmar las aguas. Según reportes internos, el CEO de Tesla instó recientemente a sus empleados a mantener sus acciones, asegurando que la empresa sigue firme en sus objetivos de expansión y liderazgo tecnológico.
Sin embargo, los inversionistas parecen no compartir ese optimismo. El descontento crece y la confianza en el futuro inmediato de Tesla se resquebraja con fuerza.
Uno de los golpes más duros vino de parte de Daniel Ives, reconocido analista de Wedbush Securities, tradicionalmente optimista con respecto a la marca. En una nota reciente, redujo su precio objetivo en más del 40%, citando “una crisis de marca sin precedentes” alimentada por las políticas comerciales de Donald Trump y las reiteradas declaraciones polémicas de Musk.
En sus propias palabras: “Los aranceles afectarán a Tesla, su cadena de suministro y su expansión global, clave frente a rivales como BYD”.
Y es que la compañía no enfrenta solo un problema financiero: se trata de una tormenta de factores que van desde lo comercial hasta lo reputacional.
Las últimas cifras de entregas del primer trimestre fueron decepcionantes, ubicándose por debajo de las expectativas de Wall Street.
Tesla entregó cerca de 337,000 vehículos, lo que representa una caída del 13% interanual y unas 40.000 unidades menos de lo previsto.

Ryan Brinkman, analista de JPMorgan Chase & Co., fue categórico al respecto: “El impacto en la marca podría ser mayor de lo previsto», y mencionó incluso un «daño sin precedentes” derivado de la percepción negativa de los consumidores. Esta percepción, asegura, podría derivar en una pérdida del 10% de la base de clientes futura de Tesla.
Este declive se suma a una tendencia que ya preocupa a los inversores. Desde su máximo histórico alcanzado en diciembre de 2023, las acciones de Tesla han perdido cerca del 50% de su valor.
Y si bien hubo un impulso positivo inicial tras la victoria electoral de Donald Trump, el vínculo cada vez más evidente entre Musk y el presidente no ha servido para sostener la estabilidad financiera de la empresa.
Por el contrario, las intervenciones políticas del empresario, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, han generado protestas, boicots y un distanciamiento por parte de consumidores clave.
Un ejemplo palpable es China, donde Tesla enfrenta una competencia feroz de fabricantes locales como BYD, NIO o XPeng.
La región asiática, que representa una parte crucial de las ventas globales de la marca, está mostrando señales de saturación y pérdida de interés por parte del público.
Las recientes medidas proteccionistas impulsadas por EE.UU. podrían agudizar esa tendencia, ya que aumentan los costos operativos y comprometen la cadena de suministro.
Según estimaciones internas, el nuevo marco arancelario podría implicar para Tesla una reducción de ganancias operativas proyectadas de hasta $3 mil millones de dólares en 2025.
Este escenario genera incertidumbre no solo entre los accionistas, sino también entre los socios estratégicos y proveedores internacionales de la compañía.

En este contexto, resurgen las críticas al estilo de liderazgo de Musk. Aunque su visión futurista ha sido fundamental para convertir a Tesla en un referente de la movilidad eléctrica, sus recientes declaraciones —muchas veces incendiarias— han deteriorado la imagen corporativa.
En lugar de contribuir a la consolidación de la marca, algunos expertos creen que está alejando a nuevos clientes y ahuyentando a los inversores más conservadores.
Las redes sociales han amplificado estos efectos. Cada aparición pública de Musk genera titulares, pero no siempre por las razones correctas. En un entorno donde las empresas tecnológicas luchan por proyectar responsabilidad social y compromiso con la sostenibilidad, Tesla se ve atrapada entre su ADN innovador y una narrativa cada vez más descontrolada.
Mientras tanto, los competidores aprovechan el momento. BYD, por ejemplo, ha logrado reforzar su presencia en Europa y América Latina con modelos accesibles, bien valorados y con menor carga política. En contraste, Tesla parece estancada en una mezcla de confusión estratégica y desgaste reputacional.
Los analistas coinciden en que la compañía aún tiene recursos y tecnología de punta para revertir el rumbo. Sin embargo, advierten que los próximos meses serán determinantes.
Si no hay un cambio claro en la dirección de la empresa —tanto en lo comercial como en lo comunicacional—, la pérdida de valor podría continuar y llevar a Tesla a un punto de inflexión crítico.
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