Las repeticiones en tándem: qué son y cómo influyen en el riesgo de autismo
Científicos hallan un vínculo genético entre autismo y distrofia miotónica, abriendo nuevas vías para terapias de precisión en trastornos neurológicos

Esta investigación marca el inicio de una nueva era en el entendimiento del autismo y su relación con otras enfermedades raras. Crédito: PeopleImages.com - Yuri A | Shutterstock
Un equipo internacional de científicos ha logrado un avance clave en la comprensión del autismo, al identificar una conexión genética con una rara enfermedad hereditaria conocida como distrofia miotónica tipo 1 (DM1).
El hallazgo, publicado en Nature Neuroscience, surge de una colaboración entre investigadores del Hospital para Niños Enfermos (SickKids) en Toronto y la Universidad de Las Vegas, Nevada (UNLV), y podría transformar la forma en que se diagnostica y trata el trastorno del espectro autista (TEA).

La DM1, una enfermedad progresiva que debilita los músculos con el tiempo, ha sido asociada históricamente con síntomas neuromusculares.
Sin embargo, este nuevo estudio revela que también podría influir en el desarrollo cerebral, lo que explicaría por qué los niños con DM1 tienen hasta 14 veces más probabilidades de desarrollar TEA en comparación con la población general.
La investigación se centró en una alteración genética conocida como expansión de repeticiones en tándem (TRE, por sus siglas en inglés), específicamente en el gen DMPK, responsable de la DM1. Estas repeticiones consisten en secuencias de ADN que se duplican múltiples veces, y cuya expansión puede alterar funciones genéticas críticas.
En este caso, los científicos descubrieron que los TRE afectan un proceso biológico llamado empalme génico, indispensable para la correcta producción de proteínas en el cerebro en desarrollo.
Cuando estas repeticiones se expanden de forma anormal, generan una forma tóxica de ARN que secuestra proteínas esenciales. Estas proteínas, que normalmente intervienen en el empalme de otros genes, quedan atrapadas, lo que provoca un efecto dominó de errores en el procesamiento genético de múltiples áreas del cerebro. Este desequilibrio podría ser responsable de los rasgos sociales y conductuales que caracterizan al TEA.
Entender el origen genético del autismo
El doctor Ryan Yuen, líder del estudio en SickKids, explicó que estos hallazgos representan una nueva forma de entender el origen genético del autismo. Hasta ahora, gran parte de la investigación se había centrado en la pérdida de función genética, pero este nuevo enfoque sugiere que ciertas mutaciones pueden desencadenar una cascada molecular que interfiere directamente con el desarrollo cerebral.
Por su parte, el doctor Łukasz Sznajder, profesor adjunto en UNLV y codirector del estudio, afirmó que la inspiración para esta investigación surgió al observar patrones genéticos similares en enfermedades neuromusculares. “Encontramos una superposición molecular que creemos que es la causa principal de los síntomas autistas en niños con distrofia miotónica”, señaló.

El equipo de investigación también contó con la participación de expertos de la Universidad de Florida y la Universidad Adam Mickiewicz en Polonia. Juntos, confirmaron que el fenómeno de secuestro de proteínas por ARN tóxico podría estar presente en otros genes asociados al autismo, lo que abriría nuevas oportunidades para el desarrollo de tratamientos personalizados.
En esta línea, el laboratorio de Yuen ya ha comenzado a explorar terapias que podrían revertir el efecto de estas repeticiones genéticas. Una línea prometedora proviene de un descubrimiento previo del doctor Christopher Pearson, también de SickKids, quien en 2020 identificó una molécula capaz de reducir las repeticiones en tándem en la enfermedad de Huntington.
Aunque este tratamiento aún está en fase experimental, los investigadores son optimistas respecto a su aplicación futura en otras enfermedades neurogenéticas, incluido el TEA.
El estudio ha sido posible gracias a un amplio respaldo financiero por parte de instituciones como los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, la Fundación Azrieli, el Instituto de Investigación SickKids, el Centro Nacional de Ciencias de Polonia, entre otros.
Esta colaboración científica internacional no solo refuerza el valor de la investigación genética, sino que también marca el inicio de una nueva era en el entendimiento del autismo y su relación con otras enfermedades raras.
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