Cómo influye el sueño en los recuerdos pasados y aprendizaje futuro

El sueño fortalece recuerdos pasados y prepara el cerebro para aprender, revela estudio japonés que destaca su rol activo en la memoria y el aprendizaje

Contracciones cerebrales: qué son y cómo se relacionan con el sueño profundo

Productos con lavanda que ayudan a relajar los músculos para relajar el cuerpo y tener un sueño profundo. Crédito: Shutterstock

La memoria humana, en su complejidad y riqueza, depende de una arquitectura biológica fascinante. A nivel celular, el proceso de recordar y almacenar experiencias vitales está impulsado por las células engrama, poblaciones neuronales especializadas que conservan físicamente nuestras vivencias. Sin embargo, pese a los avances científicos, todavía existen aspectos desconocidos sobre cómo el sueño incide en estos mecanismos de memoria.

Desde hace décadas, se reconoce que el sueño cumple un rol crucial en la consolidación de recuerdos, aunque los detalles de cómo y por qué sigue siendo un campo de investigación activo. Tradicionalmente, se ha considerado que dormir permite reforzar las experiencias previas, protegiendo los aprendizajes del deterioro. No obstante, una investigación reciente sugiere que el sueño no solo mira al pasado, sino también al futuro.

Un equipo de científicos de Japón, dirigido por el profesor Kaoru Inokuchi de la Universidad de Toyama, ha logrado demostrar que el sueño cumple una función doble en el cerebro, preservar memorias existentes y simultáneamente preparar nuevas redes neuronales para futuros aprendizajes. Este hallazgo, que será publicado el 28 de abril de 2025 en la revista Nature Communications, representa un cambio significativo en nuestra comprensión de cómo el sueño moldea nuestras capacidades cognitivas.

El proyecto, desarrollado en colaboración con investigadores de instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología de la Información y las Comunicaciones, la Universidad Médica de Dokkyo y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST), utilizó una metodología innovadora. Gracias a un sistema avanzado de imágenes que combina el monitoreo de calcio en tiempo real con técnicas de etiquetado de células engrama, los científicos pudieron observar la actividad de neuronas específicas en ratones durante distintas fases, antes, durante y después de experiencias de aprendizaje.

Los resultados confirmaron que, como se sabía, las células engrama que habían codificado experiencias pasadas se reactivaban durante el sueño posterior al aprendizaje, fortaleciendo esos recuerdos. Pero, además, encontraron una segunda población de neuronas, bautizadas como “células en desarrollo de engramas”, mostraba patrones de sincronización creciente durante el mismo período de sueño.

Estas nuevas células no estaban involucradas en el recuerdo de la experiencia inicial, sino que resultaban ser las responsables de almacenar aprendizajes distintos posteriores. La interacción entre las células engrama existentes y las nuevas células en desarrollo sugiere que, durante el sueño, el cerebro también construye las bases para la formación de futuros recuerdos.

Para profundizar en los mecanismos detrás de este fenómeno, los investigadores diseñaron un modelo de red neuronal que imitaba la actividad del hipocampo, una región clave para la memoria. Mediante esta simulación, descubrieron que procesos como la depresión y el escalamiento sinápticos que ajustan la intensidad de las conexiones neuronales— son esenciales para permitir la aparición de las futuras células engrama. Al inhibir estos mecanismos en el modelo, se observó una disminución notable en la capacidad de las neuronas para prepararse para aprendizajes posteriores.

El hallazgo destaca la importancia de la calidad del sueño no solo para recordar lo aprendido, sino también para optimizar nuestra capacidad de adquirir nueva información. Esto podría tener repercusiones profundas en ámbitos como la educación, la neurorehabilitación, e incluso en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas o trastornos del sueño.

Según el profesor Inokuchi, estos resultados abren la posibilidad de diseñar estrategias que potencien la memoria y el aprendizaje mediante la manipulación de la actividad cerebral durante el sueño. “Queremos que la gente entienda que el sueño no es solo un descanso pasivo, sino un proceso activo y crucial para el funcionamiento óptimo del cerebro”, afirmó.

La investigación también sugiere que trastornos del sueño podrían comprometer no solo la consolidación de memorias, sino también la capacidad de adaptarse a nuevos desafíos cognitivos. Con estos datos, se reafirma la necesidad de promover hábitos de sueño saludables como parte esencial del bienestar y la salud mental.

Lejos de ser una pausa en la vida mental, el sueño se revela ahora como un terreno fértil donde pasado y futuro se entrelazan, definiendo nuestra capacidad de recordar, aprender y crecer.

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