CSULA cambia la vida de decenas presos
Ya son 73 reos y exreclusos quienes han obtenido licenciaturas que les han redituado más que una segunda oportunidad para tener un mejor futuro

Tsyon Atlas, (izquierda) y Edwin Cruz (derecha) son dos ex prisioneros recién graduados de Cal State University Los Angeles. Crédito: Fotos: Jorge Luis Macías | Impremedia
En noviembre de 2024, Edwin Cruz fue liberado de una prisión estatal de California y, así como decenas más se ha integrado como uno de los mejores estudiantes de la Iniciativa de Graduación de Prisioneros (GPI) de Cal State Los Angeles (CSULA).
Cruz, de 35 años, casado y con un hijo fue liberado de una prisión estatal en noviembre de 2024.
Había sido sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por matar a balazos a una persona.
Tras cumplir 17 años detrás de las rejas, pasó del infierno a la esperanza.
“Estaba tan equivocado y mis pensamientos estaban centrados en el dolor que había pasado durante mi infancia y solo me centré en cómo me habían afectado los delitos que cometí”, recuerda.
Cruz vivió en un hogar donde su padre era alcohólico y lo golpeaba. Se salía de casa para reunirse en la calle con sus amigos,
“Desde chiquito empecé a salirme más a las calles porque no quería estar en la casa oyendo los gritos, las peleas, el abuso y todo eso”, narra a La Opinión.
“Tenía amigos que eran de mi edad [10-11 años] pero ellos tenían hermanos grandes que eran de las pandillas. Poco a poco empecé a juntarme con ellos. Miraba cosas que no existían en mi vida: dinero, autos y mujeres bonitas. Eran lujos que no había en mi casa”.

Sus padres trabajaban duro. Pero no tenían nada. Solamente sobrevivían en su hogar.
Un pleito en la secundaria terminó con su primera reclusión en la cárcel juvenil de Los Padrinos, en la ciudad de Downey.
Posteriormente, tras las continuas violaciones de libertad condicional, su retorno a la cárcel juvenil era una constante.
“Llegaron a decirme que me encerraban por mi propio bien”.
Por el contrario, el sistema de justicia penal solamente estaba creando a un nuevo criminal, al que castigaban por todo. Desde que obtuviera una calificación de F en alguna materia o por algún pleito. Y Edwin culpaba a todo y a todos por la situación que vivía.
Sin embargo, él decidió por voluntad propia unirse a una pandilla de Pomona.
“Vi los lujos y pensé, ¿para qué trabajar tanto, si aquí puedo lograr todo?”, comentó.
El 8 de abril de 2007, Cruz fue acusado de participar en el asesinato de Mychael Whittaker.
Al siguiente mes, estuvo involucrado en la muerte de otro pandillero, Víctor Tejada.
El 15 de julio de 2008, Cruz fue sentenciado a dos cadenas perpetuas sin posibilidad de libertad condicional, más cincuenta años adicionales por agravantes por los asesinatos de las víctimas Mychael Whittaker y Víctor Tejada, y el presunto robo a Whittaker.
“Mi sentencia la entendí tres años después de estar en la cárcel. Significaba que uno nunca puede cambiar y que nunca me iban a dar la oportunidad, porque para ellos eres un monstruo. Yo tenía 17 años”, dijo.
Edwin manifestó que durante su juicio ni el fiscal ni su abogado ni el juez preguntaron nunca ¿Por qué cometiste el crimen? ¿Cómo hiciste ese crimen? ¿Qué pasó en tu vida antes de los 17 años? ¿Cuál fue tu motivación?
“Obviamente, nadie supo cuánto rencor y cuánto dolor había dentro de mi persona…Yo solamente pensaba en que mi vida había sido tan injusta. quería mandar todo a la fregada. No me importaba nada ni nadie. .
En 2017, Edwin decidió continuar su educación a pesar de los muchos obstáculos que enfrentó como resultado de la sentencia. Tenía el deseo de cambiar y se animó a desarrollar relaciones interculturales y a fortalecer las interpersonales.
Paulatinamente se alejó de su postura de víctima y comenzó a pensar en sus víctimas y sus familias, junto con el daño, el trauma y el dolor que les causó.
Así, la educación contribuyó a su rehabilitación y fomentó una vida de reparación.
Después de 17 años, hubo una revisión de su sentencia, y, a mediados de 2024, fue declarado apto para la libertad condicional.
En la prisión estatal de Lancaster, Edwin adquirió un título de Asociado en Artes de la Comunicación y completó un curso de Ciencias de la Comunicación, obteniendo un diplomado.
Ha tomado clases de desarrollo personal y trabaja en una organización sin fines de lucro The Prism Way, una entidad que se dedica a fomentar el apoyo compasivo para todos aquellos que han sido afectados por el sistema de justicia.
“Soy una mejor persona. Puedo ser una mejor persona”, subrayó Edwin.
Ya van 73 graduados en CSULA
Como parte del llamado mes “Potenciando Segundas Oportunidades”, en Cal State LA (CSULA) se llevó a cabo la segunda convención anual de PGI. La iniciativa comenzó en 2016.
El doctor Bidhan Roy, director de PGI dio a conocer que la iniciativa ha graduado a 73 reclusos y exreclusos con títulos de licenciatura en tres prisiones de California: la Institución de California para Mujeres (CIW), la Institución de California para Hombres (CIM) -ambas en la ciudad de Chino- y Lancaster.
“La idea es que, cuando las personas salgan de prisión, las conectemos no solo con la comunidad, sino también con carreras profesionales”, dijo Bidhan Ro. “El siguiente paso, obtener una licenciatura, es fantástico, pero ahora las conectamos con empleos y oportunidades de desarrollo personal”.
Según el Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (CDCR), el estado opera actualmente 32 prisiones estatales y una prisión arrendada.

Al 18 de enero de 2023, el CDCR era responsable del encarcelamiento de aproximadamente 95,600 personas: 91,300 hombres, 3,900 mujeres y 400 personas no binarias. Poco más de 40,000 se encuentran en libertad condicional.
“Una de las razones por la que organizamos la convención anual de PGI es para intentar cambiar la idea de que no se puede dar una segunda oportunidad a las personas”, expresó Bidhan Roy.
“Creo que gran parte de la seguridad pública se basa en el miedo, en la preocupación de que, si se permite que las personas salgan de prisión, cometerán más delitos”, añadió.
“Pero quienes piensan así no conocen a nuestros estudiantes ni a muchas de las personas con las que trabajamos que están en prisión”, dijo.
De esa manera, el evento sirvió para compartir las historias de los estudiantes de CSULA con el público para intentar cambiar la situación.
“No queremos ser la única universidad que lo haga”, expresó. “Queremos ser la chispa que encienda el fuego para que crezca cada vez más y más universidades lo hagan”.
Los datos más recientes del Instituto Vera indican que 182 estudiantes, hombres y mujeres, se graduaron con una licenciatura mientras estaban en prisión en todo Estados Unidos, de los cuales el 11%, o alrededor de 20 estudiantes eran mujeres.
Para finales de 2025, el programa de posgrado de PGI contará con 170 estudiantes en vías de obtener una licenciatura en cuatro prisiones de California. Con 73 estudiantes graduados en las prisiones, incluidas 23 mujeres, esta iniciativa se convertido en una de las mayores proveedoras de licenciaturas para estudiantes encarcelados del país.

El programa está diseñado para brindar a los estudiantes que se encuentran en una prisión estatal la oportunidad de acceder a tres o cuatro cursos por semestre y ayudarlos a graduarse en tan solo dos años.
Éxito de los Guerreros Comunitarios por la Paz
Tina Padilla, directora ejecutiva de Community Warriors 4 Peace [Guerreros Comunitarios por la Paz], una organización sin fines de lucro que se dedica la intervención contra las pandillas y la reducción de la violencia en el noreste de Los Ángeles dio a conocer que, desde 2018 han podido rescatar a unas 500 personas.

“Trabajamos con jóvenes de 14 a 25 años que están involucrados en pandillas”, declaró. “Nuca les decimos que se salgan de la pandilla. Les mostramos maneras positivas de aprovechar su tiempo para que no se junten con pandillas y que no hacen cosas negativas”.
Padilla agregó que intentan ayudar a los jóvenes a romper ciclos de vida negativos, porque en muchas ocasiones no reciben atención de la familia.
“El padre es pandillero, la madre es pandillera, y a veces lo único que un niño conoce es el estilo de vida de las pandillas”, indicó. “Así que nosotros estamos allí para romper ese ciclo; mostrarles maneras positivas de aprovechar su tiempo, en lugar de formas negativas, y romper las maldiciones generacionales”.
Dos de esos jóvenes a quienes rescató son Víctor Zamora y Juan Rebollar. Ambos son parte del personal y obtienen un salario de casi $60,000
Padilla aseguró que la organización ha tenido un éxito del 95% de todos los casos que han atendido.
“No estamos aquí solo para segundas oportunidades. Estamos aquí para terceras o cuartas oportunidades. Para que la gente sepa que estamos para ayudar a todos”, dijo.