Dejar de comer carne procesada podría reducir drásticamente el riesgo de cáncer
Los casos de cáncer colorrectal en jóvenes aumentan. Expertos advierten sobre el rol de las carnes procesadas y otros factores en esta tendencia

Los autores indican que se debe utilizar el término “ultraprocesado” cuando hay aditivos que buscan imitar las cualidades de los alimentos reales. Crédito: highviews | Shutterstock
El cáncer colorrectal, históricamente asociado con personas mayores, está afectando cada vez más a adolescentes y adultos jóvenes, según reportan médicos en Estados Unidos. “Tan solo esta semana como la anterior, vimos a pacientes de tan solo 16 años con diagnóstico de cáncer colorrectal”, reveló el Dr. Pashtoon Kasi, director médico de oncología gastrointestinal en City of Hope, Condado de Orange. “Fue una conversación difícil”, comentó sobre una realidad que, hace apenas unos años, habría sido considerada un caso inusual. Hoy, sin embargo, se está convirtiendo en un patrón.

Ante este cambio, las directrices de detección se han actualizado, recomendando el inicio de las pruebas de detección a los 45 años, en lugar de los 50. Aunque no hay una causa única que explique el aumento, diversos factores parecen estar contribuyendo a esta tendencia. Entre ellos, el estilo de vida sedentario, la obesidad, el tabaquismo, el consumo de alcohol, enfermedades inflamatorias, la disminución de la detección preventiva y, de manera cada vez más señalada, la dieta moderna, en particular el consumo de carnes procesadas.
Estas carnes, que incluyen tocino, salchichas, pepperoni, fiambres e incluso salmón ahumado, han pasado por transformaciones industriales significativas que introducen conservantes como nitrito y nitrato de sodio. “Estos compuestos pueden formar sustancias cancerígenas potentes durante la digestión”, explicó el Dr. Najeeb Al Hallak, oncólogo del Instituto Oncológico Karmanos. El curado, ahumado y salado intensivo de las carnes genera compuestos como las nitrosaminas, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y otros elementos químicos que afectan directamente al colon y otras partes del sistema digestivo.
Estudios recientes refuerzan estas preocupaciones. Investigadores del Instituto de Cáncer TGH, en colaboración con la University of South Florida Health, encontraron vínculos entre ciertos lípidos dietéticos y una inflamación crónica en tumores de cáncer colorrectal. Estos lípidos, adquiridos exclusivamente a través de la alimentación, parecen reducir las defensas naturales del cuerpo y estimular el crecimiento tumoral.
Al menos cinco mecanismos conocidos relacionan el consumo de carne procesada con el cáncer de colon, según Al Hallak. Desde el daño directo al ADN por compuestos químicos hasta la alteración del microbioma intestinal, los efectos en el organismo son múltiples y complejos. A esto se suma la presencia de hierro hemo, presente en las carnes rojas y procesadas, que puede desencadenar procesos oxidativos dañinos para las células del colon.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó en 2015 a la carne procesada como carcinógeno del Grupo 1, al mismo nivel que el tabaco y el asbesto, señalando que consumir 50 gramos diarios equivalente a una salchicha o dos lonchas de tocino puede aumentar el riesgo de cáncer colorrectal en un 18 %. Aunque este porcentaje pueda parecer bajo frente a los riesgos asociados al tabaquismo, los expertos subrayan que el consumo de carnes procesadas sigue siendo frecuente e incluso va en aumento en muchos países.

El riesgo no depende solo de la cantidad, sino también de la frecuencia y otros factores personales como los antecedentes familiares. Por eso, los expertos no piden eliminar por completo estos alimentos, pero sí moderar su consumo. “Si se trata de una ingesta ocasional, como un perrito caliente en un estadio, el riesgo es bajo. Pero si es parte de tu dieta diaria, deberías reconsiderarlo”, sugirió la dietista Hannah Dalpiaz, del Instituto de Cáncer Dana-Farber.
Además de su vínculo con el cáncer, el consumo habitual de carnes procesadas también se ha asociado con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, deterioro cognitivo y otras afecciones. Los especialistas recomiendan optar por métodos de cocción más saludables y priorizar alimentos vegetales, ricos en fibra y antioxidantes, como parte de una dieta preventiva.
Frente a un panorama cada vez más inquietante, la ciencia insiste, reducir la ingesta de carnes procesadas, mejorar la alimentación y adoptar estilos de vida saludables no solo es recomendable, sino urgente. ¿El objetivo? Disminuir riesgos evitables en una población cada vez más joven expuesta a enfermedades que, hasta hace poco, parecían reservadas para otras edades.
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