Por qué no debemos posponer la alarma en las mañanas
Más de la mitad de las personas usan la función de repetición de la alarma, aunque interrumpe fases clave del sueño, revela un estudio global

Los relojes despertadores están diseñados para programar una o dos alarmas y así despertarte siempre a la hora exacta. Crédito: Shutterstock
A pesar de las advertencias de los expertos en salud del sueño, una gran parte de la población mundial sigue dependiendo de la función de repetición de las alarmas para comenzar el día.
Un reciente estudio liderado por investigadores del Hospital General de Massachusetts (Mass General Brigham) ha puesto cifras a esta práctica cotidiana, revelando que presionar el botón de “snooze” es mucho más común de lo que se pensaba, a pesar de sus efectos potencialmente negativos en la calidad del descanso.

El análisis, basado en datos recopilados por la aplicación de monitoreo del sueño Sleep Cycle, incluyó información proveniente de más de 21.000 personas distribuidas por todo el mundo.
A lo largo de tres millones de noches analizadas, se identificó que en el 56 % de los casos, los usuarios optaron por retrasar el momento de levantarse utilizando la función de repetición.
Cerca del 45 % de los participantes lo hizo en más del 80 % de las ocasiones, una frecuencia que los clasifica como usuarios habituales. Estos individuos añadieron, en promedio, unos 20 minutos extra de descanso fraccionado cada mañana antes de salir de la cama.
La doctora Rebecca Robbins, investigadora principal y experta en medicina del sueño del Hospital Brigham and Women’s, explicó que este comportamiento, aunque ampliamente extendido, ha recibido escasa atención por parte de la comunidad científica.
Robbins señaló que, según los datos, más de la mitad de las sesiones de sueño terminaban con una alarma, y que los usuarios pasaban aproximadamente 11 minutos entre alarmas antes de levantarse por completo.
El día de la semana influye
El estudio también observó variaciones en el uso del “snooze” dependiendo del día de la semana. La repetición de la alarma fue más frecuente durante los días laborales de lunes a viernes, disminuyendo notablemente durante los fines de semana.
Este patrón sugiere que el cansancio acumulado o las obligaciones tempranas tienden a motivar el uso del botón de repetición como un último intento por conseguir unos minutos más de descanso.
Una de las conclusiones más interesantes del estudio fue que las personas que dormían menos de cinco horas por noche tendían a utilizar menos la función de repetición. Los investigadores proponen que quienes duermen muy poco suelen tener agendas apretadas que los obligan a levantarse inmediatamente, sin margen para posponer el despertar.
Por el contrario, quienes abusan del botón de repetición suelen presentar patrones de sueño menos consistentes y más variables, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en su salud general y su rendimiento diario.
Geográficamente, la dependencia del “snooze” varió considerablemente. Estados Unidos, Suecia y Alemania lideraron el uso del botón de repetición, mientras que Japón y Australia mostraron los niveles más bajos. Estas diferencias podrían estar influenciadas por factores culturales, rutinas laborales o hábitos de sueño distintos entre regiones.

Sin embargo, lo que preocupa a los especialistas en sueño es que esta práctica interfiere directamente con una de las etapas más importantes del descanso, el sueño REM, o de movimientos oculares rápidos, que predomina en las últimas horas de la noche.
Según Robbins, interrumpir repetidamente el sueño durante esta fase puede traducirse en una sensación de fatiga y desorientación al despertar, ya que lo que se obtiene entre alarmas es un sueño superficial, de escasa calidad.
La recomendación de los expertos es clara, lo más beneficioso para el cuerpo y la mente es programar la alarma tan cerca como sea posible de la hora real en que se necesita despertar y levantarse de inmediato cuando esta suene por primera vez.
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