Northrop revela el F/A-XX, la respuesta estadounidense a los cazas de China y Rusia
El avión de combate conceptual desarrollado por Northrop Grumman destaca por su diseño y énfasis en la sigilosidad

El avión conceptual de Northrop Grumman sería el reemplazo del F/A-18E/F Super Hornet y al EA-18G Growler en la flota naval estadounidense Crédito: Northrop Grumman | Cortesía
Northrop Grumman ha presentado un impactante arte conceptual del F/A-XX que vuelve a poner sobre la mesa cómo se imagina la próxima generación de cazas navales. El render muestra una aeronave pensada para operar en espacios hostiles, con énfasis en la sigilosidad. Es, sobre el papel, la propuesta de la industria para sustituir al F/A-18E/F Super Hornet y al EA-18G Growler en la flota naval estadounidense.
Una apuesta para reemplazar al Super Hornet y al Growler
La Armada estadounidense lleva tiempo buscando una plataforma que tome el relevo de sus F/A-18 y Growler: aviones que, aunque aún efectivos, están llegando a la mitad o final de su vida operativa.
El F/A-XX es presentado como la alternativa tripulada dentro del marco Next Generation Air Dominance (NGAD) naval. El objetivo es claro: una aeronave que sobreviva en entornos de alta amenaza, llegue más lejos y trabaje como centro de un sistema distribuido de armas y sensores.
Para la Armada, reemplazar al Super Hornet y al Growler no es solo cambiar modelos, sino replantear cómo se conciben las misiones desde un portaviones. Se busca una plataforma con mayor autonomía, mayor carga interna (combustible y armamento) y capacidades EW (guerra electrónica) que superen a las generaciones anteriores. En esencia, se pretende pasar de un avión que combate solo a uno que coordina y delega tareas entre aliados tripulados y no tripulados.
Diseño y capacidades del avión conceptual
Aunque se trata de un boceto y no de un prototipo funcional, el diseño propone rasgos muy concretos: perfil stealth con integración de ala y fuselaje, tomas de aire discretas y volumen interno para armamento y combustible. Estos elementos apuntan a reducir la firma radar y permitir operaciones de mayor alcance sin sacrificar capacidad ofensiva.
Una de las piezas más llamativas del concepto es la idea de operar como nodo en red. El F/A-XX no solo llevaría sensores avanzados para detectar amenazas; estaría pensado para orquestar enjambres de drones colaboradores, asignarles objetivos y recibir datos en tiempo real para mejorar la toma de decisiones. Esto implicaría una fuerte dependencia en sistemas de fusión de datos, inteligencia artificial para apoyo a la decisión y enlaces seguros de comunicaciones. La gran diferencia respecto a generaciones pasadas es que el piloto pasa de ser el único ejecutor a ser el director de una red de plataformas.
Otro aspecto relevante es la posible configuración para misiones de supresión de defensas enemigas y guerra electrónica. Reemplazar al Growler exige capacidades EW de vanguardia: interferencia selectiva, guerra cibernética embarcada y sensores pasivos que permitan degradar redes de comunicaciones enemigas sin exponerse. El F/A-XX pretende integrar todo eso sin perder flexibilidad para misiones aire-aire o aire-superficie.
Qué supondría para pilotos, drones y la doctrina naval
Si el F/A-XX llegara a materializarse según el concepto, la manera en que se entrena a pilotos y se planifican las operaciones cambiaría radicalmente. Los pilotos tendrían que dominar no solo la aviación táctica, sino también la gestión de sistemas autónomos, la ciberseguridad embarcada y la supervisión de redes de sensores. No sería raro ver a tripulaciones con formación específica en inteligencia de datos y en manejo de interfaces de mando que permitan orquestar múltiples vehículos en simultáneo.
En el plano industrial y económico, un contrato para desarrollar y producir el F/A-XX implicaría miles de millones en inversión y décadas de trabajo: diseño, pruebas en cubierta de portaaviones, certificaciones y finalmente producción en serie. Para Northrop Grumman y sus socios sería una oportunidad para consolidar tecnologías clave —propulsión avanzada, materiales compuestos, avionics de nueva generación— y posicionarse frente a competidores con propuestas propias.
Tácticamente, la integración de drones como extensiones del F/A-XX modificaría el riesgo en combate: los elementos más peligrosos podrían ser delegados a vehículos deshabitados, reduciendo la exposición del piloto y del precioso grupo aéreo. Además, la capacidad de operar a mayor distancia y con mayor autonomía permitiría a los portaaviones proyectar poder sin acercarse tanto a zonas de alto riesgo, cambiando la dinámica de la proyección naval en teatros como el Pacífico.
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