La ‘Libertad’ cumple 125 años
A partir de hoy será cerrada al público durante todo un año para su renovación
NUEVA YORK (EFE). La Estatua de la Libertad, icono del Nueva York cosmopolita e imagen de la entrada a Estados Unidos para millones de inmigrantes de todo el mundo, celebró ayer su 125 aniversario con una última fiesta, antes de ser cerrada al público durante todo un año para su renovación.
En recuerdo de aquellos migrantes recibidos por la “Dama de la Libertad”, la celebración estuvo precedida por una ceremonia de naturalización de 125 inmigrantes de más de 40 países, uno por cada año que la emblemática estatua, regalo de Francia, lleva erigida sobre un pedestal en una pequeña isla sobre las aguas del río Hudson, al sur de Manhattan.
“Me siento muy honrada, muy orgullosa de haberlo logrado y de que me eligieran para esta ceremonia, que hace este día aún más especial”, dijo Alba Reyes Cruz, nacida en República Dominicana y que, tras seis años en Estados Unidos sirviendo en la reserva del Ejército, recibió este viernes su certificado de ciudadanía.
Como ella, otros 124 inmigrantes de países como Honduras, Haití, Italia o China, se convirtieron en estadounidenses a escasos metros de la Estatua de la Libertad y no muy lejos de Ellis Island, la pequeña isla junto a ese monumento que entre 1892 y 1954 procesó la entrada en este país de más de doce millones de inmigrantes.
Obra en cobre del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi (1834-1904), la “Dama de la Libertad” se inauguró oficialmente el 28 de octubre de 1886 por el entonces presidente de Estados Unidos GroAyer, 125 años después, su nieto, George Cleveland, participó en esta ceremonia oficial junto a otras personalidades como el secretario de Interior de EE.UU., Ken Salazar.
“La Estatua de la Libertad nos recuerda la importancia de nuestra diversidad, que nuestras raíces están en todas las naciones de procedencia de aquellos inmigrantes que han venido a este país en búsqueda de una vida mejor”, dijo Salazar en ese acto.
Además, recalcó que “no sólo debemos tolerar, sino que debemos celebrar la diversidad de este país, porque en ella están sus raíces”.
También participaron en la ceremonia artistas de la talla de la ganadora de dos Globos de Oro, Sigourney Weaver, quien recitó un extracto del soneto “El nuevo coloso”, con el que la poetisa neoyorquina Emma Lazarus ensalzó la figura de la Estatua de la Libertad como símbolo de la inmigración a EEUU y la calificó como la “Madre de los exiliados”.
Esta celebración, en la que se entonaron los himnos estadounidense y francés y está previsto que termine con un espectáculo de fuegos artificiales al anochecer, no ha sido la única fiesta por el cumpleaños de la icónica estatua, pues ya el pasado septiembre el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, celebró a sus pies el 125 aniversario de la estatua.
Y es que el país europeo regaló a Estados Unidos esa estatua, forjada en Francia y bajo el nombre de “La Libertad que ilumina al mundo”, como un símbolo de la amistad entre ambos países y para celebrar la Declaración de la Independencia estadounidense (1776).
El colosal monumento -cuyo rostro puede estar inspirado en el de la viuda del inventor Issac Singer- mide 33.8 metros de altura y 225 toneladas de peso, sujeta con su mano izquierda una tabla que representa la ley y en la que está inscrita en números romanos la fecha de la emancipación estadounidense, mientras que a sus pies yace una cadena rota, símbolo también del fin de la opresión.
En su interior, una estrecha escalera de caracol de 154 peldaños serpentea por la “Dama de la Libertad” desde los pies hasta la corona, donde se ubica un observatorio desde el que hasta ayer se podían ver los impresionantes rascacielos que presiden el sur de Manhattan.
Como desde hoy ya no se podrá acceder al emblemático monumento durante un año, la Fundación de la Estatua de la Libertad ha decidido instalar cinco cámaras en su antorcha desde las que se podrá ver en Internet y de manera ininterrumpida las vistas del cambiante Nueva York que este monumento lleva observando durante 125 años.
Mientras tanto, durante doce meses los trabajos de reparación en el monumento arreglarán sus interminables peldaños, construirán un ascensor para subir hasta el observatorio y fortalecerán la seguridad de la estatua, que tras el 11 de septiembre de 2001 fue clausurada al público por más de cuatro años ante el temor de que pudiera ser objetivo de un atentado terrorista.