La Comisión de Policía da la razón a los oficiales que mataron en L.A. al chico que tenía una pistola de juguete
Arturo Urrutia y Daniel Ramirez insistieron siempre en que sólo dispararon porque temieron por sus vidas
Diez meses después de que un joven que tenía un arma de juguete fuera baleado por la policía de Los Ángeles y luego atropellado por un coche patrulla descontrolado, los comisionados de la policía determinaron el martes que los agentes tenían justificación para hacer uso de fuerza letal.
Aliándose con el Jefe Charlie Beck, los cinco comisionados decidieron por unanimidad que los oficiales creían razonablemente que Eric Rivera, de 20 años, representaba una amenaza seria antes de dispararle fatalmente el pasado junio en Wilmington.
El fallo fue recibido con enfado por parte de los familiares y activistas de Rivera. Algunos maldijeron a los comisionados. La madre de Rivera lloró mientras el padre mantuvo silencio. Los dos han asistido rutinariamente a las reuniones semanales del panel de supervisión civil, exigiendo que los oficiales que dispararon a su hijo rindan cuentas. “Sentí que en realidad estaba haciendo algo”, dijo Philip Malik, el padre de Rivera, “ahora parece que en realidad no resultó en nada”.
Rivera recibió disparos y murió cuando los agentes respondieran a Wilmington Boulevard para verificar una llamada al 911 sobre un hombre que portaba un arma, según un informe que Beck entregó a los comisionados de policía. Los oficiales vieron al chico caminando por la acera, sosteniendo lo que uno dijo que pensaba que era un arma, según el informe.
Los oficiales salieron disparados del auto, tan rápido que el conductor no lo aparcó siquiera, y, según el informe, ordenaron a Rivera que soltara el arma, pero el chico apuntó en su dirección. “Todavía veo esa mirada, la ira de la determinación”, dijo uno de los oficiales, según el informe, “pensé que me iba a matar”.
Los oficiales dispararon 11 veces, golpeando a Rivera en la cabeza, el pecho y las piernas. El coche patrulla rodó sobre él. Rivera murió en la escena. El informe de Beck dice que se encontró una “pistola de agua de plástico de color verde y negro” cerca de su cuerpo.
Los nombres de los oficiales estaban en la copia del informe de Beck que se hizo público el martes. El LAPD previamente los identificó como Arturo Urrutia y Daniel Ramirez.
Parte del tiroteo fue captada por las cámaras corporales de los oficiales, pero la visión estaba “intermitentemente oscurecida” por los brazos y las puertas de su automóvil. La grabación, que no ha sido publicada, “no fue lo suficientemente clara como para determinar los movimientos de Rivera” en el momento del tiroteo, según el informe.
El sindicato que representaba a los miembros del LAPD defendió las acciones de los oficiales, diciendo que sólo tenían “fracciones de segundo para reaccionar” ante un hombre que les apuntaba con un arma.
“Este incidente es un trágico recordatorio de que las armas de fuego, ya sean reales o réplicas, crean una situación intrínsecamente peligrosa en nuestras comunidades cuando se apunta a los agentes de policía”, dijo la Liga Protectora de Policía de Los Ángeles.
Los padres de Rivera, que presentaron una demanda federal el año pasado alegando que la policía usó fuerza excesiva, han pedido cargos penales contra los oficiales. El martes, la oficina del fiscal del distrito dijo que aún no había recibido un caso del LAPD para su revisión.
La decisión del martes se produce después de lo que se ha convertido en otro controvertido encuentro entre la policía y los miembros de la familia Rivera. Así, el 31 de marzo, la madre de Rivera publicó en Facebook una transmisión en vivo de 21 minutos que muestra a los oficiales deteniendo a sus hermanos y amigos en el lugar de su tiroteo. El video de Valerie Rivera provocó una investigación interna del LAPD y una revisión del inspector general de la comisión. La grabación muestra a jóvenes alineados contra una valla, con las manos esposadas a la espalda. Un pequeño grupo de velas se encuentra a pocos metros de distancia. “Todo lo que hicimos fue venir y encender las velas de mi hijo”, dice Valerie Rivera.
Por lo visto, la policía detuvo a los chicos cuando vio su automóvil, que parecía estar estacionado diagonalmente en un camino de entrada. Y es que ha habido tiroteos en el área y más vale prevenir que curar. La policía finalmente dejó ir al grupo, pero la interacción generó preocupación. “Los oficiales, en su mayor parte, parecen estar actuando de manera muy profesional”, dijo la comisionada Cynthia McClain-Hill en la reunión del martes, “pero la detención prolongada de jóvenes de color, esposados, contra las paredes ocurre con demasiada frecuencia, siendo la base subyacente de gran parte de la hostilidad, la indignación y la desconfianza que se dirige a la aplicación de la ley“. Beck dijo que el LAPD examinaría la “legalidad y propiedad de la parada”.
Valerie Rivera se puso de pie junto a otras 20 personas frente a las oficinas centrales de LAPD el martes, llorando después de que la Comisión de Policía anunciara su veredicto. “Solo quiero recuperar a mi hijo”, dijo. Mientras tanto, el grupo cantaba el nombre del chico asesinado, a modo de protesta por la decisión.