Jenni Rivera renovada
Primera parte de dos sobre la vida y obra de Jenni Rivera, quien se presenta este fin de semana en Los Ángeles
Era una tarde calurosa. De esas que el verano no da tregua, sobretodo en el Valle de San Fernando, donde Jenni Rivera tiene su residencia y donde quiso que tuviera lugar esta entrevista.
Sin lujos ni maquillaje, Janney Dolores Rivera (Long Beach 1969), se presentó con una gorra, pantalones deportivos y camiseta, que dieron buena muestra de la cantidad de peso que ha perdido, y que, dice, prefiere no saber con exactitud.
Ha protagonizado escándalos sonoros por los que, a veces a regañadientes, ha tenido que disculparse.
Jenni, en esta entrevista –que ofreció unas semanas antes de sus conciertos de este fin de semana en el Anfiteatro Gibson–, habló de esos errores, de su cambio de personalidad, ahora menos brava y más mesurada, y de un retiro de los escenarios que ya está preparando, pero que su buena racha y sus fieles fans se lo impiden desde hace tiempo.
Habló del amor por sus hijos Janney “Chiquis” (27), Jaquie (23), Michael (21), Jenicka (14) y Johnny (11), sus nietas, la segunda de las cuales nació la semana pasada, y su esposo, el exbeisbolista Esteban Loaliza.
Nada en ella es un secreto. Esa transparencia – con todo y sus defectos- le ha hecho ganar fama. Ha sido la cantante grupera más taquillera y ha vendido más de 15 millones de copias.
Jenni se ha convertido en la representante del desahogo de madres solteras, violentadas, despechadas y de físico imperfecto que igual lloran que ríen.
¿Cuál ha sido tu concierto más emblemático o todavía lo estás esperando?
Definitivamente ya lo tuve. Creo que el concierto en el Kodak Theatre [hoy Dolby Theatre] en 2005. Sould out [vendido al completo]. Era la primera vez que yo me presentaba en un teatro, en un lugar con tanto prestigio, como ese, donde se dan los Oscar, donde han otorgado tantos premios y reconocimientos, entonces significaba mucho para mí.
Luego llegaron los del Gibson [2006], en el Nokia [2008], en el Staples Center [2011]… Cada uno ha sido muy importante, y lo han sido porque en esos lugares nunca una mujer, una artista local, del género regional mexicano de banda se había presentado.
¿Cómo te gustaría ser recordada?
Como la persona que salió prácticamente de la nada. De una familia de inmigrantes que simplemente llegaron a este país a buscar un mejor porvenir. Este no era mi destino, porque según yo, iba a seguir vendiendo casas.
Quiero que digan: ‘es una mujer igual a nosotras, que nos cantó y triunfó’. Porque soy igual a mi gente. Soy igual de imperfecta que mi público, por eso es que he cometido tantos errores siendo artista; cometo los errores que comete una mujer normal, pero yo los hago a la luz pública porque soy transparente y trato de ser honesta con ellos.
¿Te han dolido esos errores? Parecía que te eran indiferentes…
Claro que sí, pero sabes que aunque pueda arrepentirme de ciertos hechos, de ciertas cosas, cuando aprendes, cuando creces sientes que el dolor es menor porque ves que no fue en vano. Trato de aprender de cada situación en la que me meto.
Últimamente estás muy cambiada, menos bronca —incluso con los reporteros—. Más cuidadosa de lo que hablas, de lo que haces ¿a que se debe?
Se debe a que ahora mando más al demonio a mucha gente, pero calladamente. Ahora ya no me duele tanto lo malo que dicen de mí. Todo viene de las mismas experiencias que viví. No puedo ser tan burra o más bien no soy la misma burra de antes, soy menos burra. Voy aprendiendo de esos errores y cuando eres inteligente puedes aprender y no volver a caer en lo mismo.
Pero ahora vivo muy tranquila. En paz. Me siento plena, completa, realizada, y aunque hay muchas cosas que Jenni Rivera quiere lograr como artista, como mujer, como empresaria… pero si yo colgara los guantes hoy, igual estoy contenta con lo que he hecho y eso me da más tranquilidad. Muchas respuestas de antes, mis reacciones, eran porque estaba intranquila, no sabía manejar el estrés o ciertas situaciones y ahora tengo mejor idea de cómo hacerlo. Me vale menos.
¿Y en eso tiene que ver Esteban? ¿Te da consejos?
Esteban es un hombre de pocas palabras. Él solo ve y calla. Cuando se está con una persona que es así de tranquila, pues de alguna manera se te pega algo. Eso me ha aplacado mucho. Es un hombre realizado.
¿A qué le tienes miedo?
No lo había sentido hasta que tuve la experiencia de esperar los resultados de una posibilidad de cáncer. Esos días fueron realmente tormentosos. Sentí mucho miedo, porque aunque me hacía la fuerte y dijera que todo iba a estar bien, siempre hay algo muy adentro que está en duda. Pensaba en mis hijos, en mi mamá y hasta en muchos de mis fans que dicen que me necesitan. Hablaba con Dios y le decía: ‘¿neta? ¿así voy a terminar?’. Pero Dios trabaja de maneras muy misteriosas.
¿Te acercas mucho a Dios? Sé que eres cristiana…
Sí, prefiero la religión cristiana que la católica – en la cual crecí-, porque hay menos repetición. Aunque no soy una cristiana dedicada, quisiera serlo, sé que voy a tener que serlo. No soy una cristiana aplicada como mi hermana [Rosy] o como mi hermano el pastor [Pedro]. Sé que lo tengo que hacer porque eso fortalece mucho. Leo todos los días.
¿Qué lees?
Libros de superación personal. Estoy leyendo Mujer atrévete a ser feliz de Hada María Morales y a Billy Graham, evangelista cristiano. Eso me alimenta mucho. Me regalaron el libro ese chochino, Fifty Shades of Grey, que mi diseñadora dice leyó en dos días, yo no. Nunca pensé en comprarlo. Lo he leído. Voy por el séptimo capítulo. pero como no me alimenta…, la verdad me siento mal cuando lo leo, digo: ‘yo debería leer algo más positivo’. Cuando tengo tiempo para ser rebelde, lo leo un poco…
Tienes todo tipo de premios. ¿Cuál te falta?
El Grammy [ha estado nominada cuatro veces al Latin Grammy]. Me falta lograrlos, ya que los tenga estaré completa.