Ante nueva ola de ataques de odio contra mujeres asiáticas-americanas, demandan educación y servicios
Empoderan a esta comunidad para que sea más fuerte y esté alerta a cualquier posible agresión en la calle
Desde marzo de 2020, el portal web Stop AAPI Hate ha registrado 10,370 denuncias de incidentes de odio contra mujeres asiático-americanas, especialmente de edad avanzada. De la suma total, 16% han sido ataques físicamente violentos. Por esta razón, las defensoras de esta comunidad trabajan en diferentes frentes para parar las agresiones motivadas por el odio racial.
Durante la videoconferencia: “Más allá del odio: Las mujeres asiáticas-americanas responden al aumento de los ataques de odio”, organizada por Ethnic Media Services, varias defensoras hablaron de cómo dejar atrás el odio y sobre las estrategias para mantener seguras a las comunidades.
Sung Yeon Choimorrow, directora del National Asian Pacific American Women’s Forum, dijo que un sondeo arrojó que con la pandemia, las mujeres han experimentado un aumento del acoso por su raza y género, lo cual no le sorprende.
“Más del 70% de las mujeres asiáticas-americanas y de las Islas del Pacífico que votaron en la elección de 2020, revelaron que experimentaron algún tipo de acoso o discriminación entre junio de 2019 y enero de 2021”.
Recordó como la primera mujer asiática americana que trajeron a Estados Unidos, fue puesta en exhibición por un hombre de negocios de Nueva York.
“Quería que todos vieran cómo comía, sus pequeños pies, el color de su piel, su cara y su forma de hablar en chino. Era una forma de entretenimiento. Y eso ha influido en la percepción de los estadounidenses sobre las mujeres asiáticas hasta nuestros días”.
Luego en 1850 hubo una ley que excluía a las mujeres del Asia del Este de viajar sin familiares del sexo masculino, porque se asumia que eran prostitutas.
Vendría más tarde en 1883 el Acta de Exclusión China y en 1942 la Segunda Guerra Mundial que trajo mucho miedo a los japoneses-americanos.
Hizo ver que la manera como las mujeres asiáticas han sido retratadas en los medios en el último siglo también juega un papel en la forma como son tratadas por el público en general en Estados Unidos.
“Usualmente se nos describen como La Chica Asiática, La Muñeca China, Flor de Loto y en otros términos no favorables que hipersexualizan a la mujer asiática y hacen que el público piense que son blanco fácil de acoso sexual y otras formas”.
Agregó que en 1966, el sociólogo William Peterson creó el estereotipo de que los asiático-americanos son listos, trabajadores, sumisos y callados, lo que ha llevado a la vulnerabilidad y al acoso, experimentado aún más durante la pandemia.
“Un artículo del Times etiquetó a los niños asiáticos americanos como Niños Prodigios. Todo esto crea un ambiente de hostilidad e inseguridad, especialmente para las mujeres, pero aún más para los niños”.
Y comentó el caso de una niña china-americana de 9 años, que fue objeto de burlas por comer dumplings en la hora del lunch de su escuela.
En el caso de las ancianas, dijo que han sido más atacadas por su vulnerabilidad al ser mayores. “Existe la percepción de que tienden a reportar menos porque no hablan suficiente inglés y no saben navegar el sistema legal”.
Marita Etcubañez, directora de iniciativas estratégicas de la organización no lucrativa Asian Americans Advancing Justice, dijo que los crímenes e incidentes de odio aún no se reportan del todo.
Pero al mismo tiempo han visto que más gente demanda soluciones comunitarias.
“Ha quedado claro que la gente está deseosa de aprender que pueden hacer para detener el acoso y el odio asiático”.
Reveló que han entrenado de manera virtual a poco menos de 50,000 personas, quienes se han convertido en una comunidad de color lista para tomar acción cuando ven o experimentan acoso y odio.
Pero también han trabajado en un cambio de políticas. Así fue como lograron que se aprobara el Acta de Crímenes de Odio de Covid-19, una ley que mejora los sistemas de recolección de datos e incluye entrenamiento para las agencias de policía.
También crea líneas telefónicas de ayuda a nivel de los estados para reportar los crímenes de odio, y a la vez ofrecen servicios sociales de apoyo.
“Nuestro trabajo ha sido abogar por programas y servicios accesibles en el idioma y de acuerdo a la cultura”.
Y agregó que están abogando porque la historia asiático-americana se incluya en los planes de estudio de las escuelas públicas.
Michelle Kang, secretaria general del Atlanta Korean Committee against Asian Hate, dijo que ellos estaban furiosos después de la masacre del 17 de marzo en spas de Atlanta, en la que murieron 6 mujeres asiáticas.
“En una vigilia, la comunidad de Atlanta demandó protección a los gobiernos locales, estatales y al federal”.
Además pidieron que se incluya la historia asiático americana en el plan de estudios del kinder al grado 12 para despejar malos entendidos y la falta de conocimiento sobre el papel de la migración asiática desde mediados de 1800.
“Es una pelea para asegurar que nuestras voces como asiáticos, afroamericanos, hispanos, isleños del Pacífico y nativo americanos no sean olvidadas dentro de la historia de Estados Unidos, y para que cada estudiante se vea a sí mismo en el plan de estudios”.
Sasanna Yee, una motivadora que enseña yoga a las víctimas para ayudarlas a superar su tragedia, perdió a su abuela cuando fue atacada frente a su casa, en un parque de San Francisco en enero de 2019, poco antes de la pandemia.
“El joven que la atacó y le rompió el cráneo y las costillas, tenía 17 años. ¿Qué pasó? ¿Qué le hizo hacer tal cosa? Él debe haber estado muy mal”, dice que se preguntaba tras la tragedia.
Y comenta que su propio trayecto de sanación de dolor crónico, ansiedad y depresión la ayudaron a ser compasiva con otros.
“El trabajo que he hecho desde 2019 ha sido para ayudar a quienes sufren, asiáticos, afroamericanos y latinos”.
Yee recomendó estar en contacto con lo que sentimos para cuando estemos en la calle, nos mantengamos alertas de nuestros alrededores, ya sea para hacer conexiones o alejarnos del peligro.
“Mi trabajo es regresar el poder a los inmigrantes monolingües que no pueden expresarse a través del lenguaje, pero necesitan sentir que su cuerpo es suficientemente fuerte para gritar por ayuda o encontrar una posición fuerte”.