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Casos de fiebre del Valle podrían aumentar en California

La fiebre del Valle va en aumento en California. Brynn Carrigan, una paciente, sufrió meningitis por esta infección provocada por un hongo del suelo

Casos de fiebre del Valle podrían aumentar en California

Crédito: Kateryna Kon | Shutterstock

Brynn Carrigan jamás imaginó que un simple resfriado la llevaría al borde de la muerte. En abril de 2024, comenzó a experimentar intensos dolores de cabeza que pronto la dejaron postrada en cama, incapaz de soportar siquiera la luz del reloj del microondas. A sus 41 años, madre de dos adolescentes y profesional activa en el Departamento de Salud Pública del Condado de Kern, su vida cambió radicalmente en cuestión de días.

Los vómitos se sumaron al insoportable malestar y las visitas al hospital no daban respuestas. No fue sino hasta su tercera consulta que un médico hizo la conexión clave, preguntó si antes de los síntomas neurológicos había tenido molestias respiratorias. Carrigan recordó una tos persistente y un sarpullido que habían desaparecido sin tratamiento. Esos detalles fueron determinantes. Una punción lumbar reveló el diagnóstico, meningitis coccidioidal, una forma rara y grave de fiebre del Valle.

Esta infección es causada por el hongo Coccidioides, cuyas esporas se encuentran en suelos áridos del suroeste de Estados Unidos. Al ser inhaladas, pueden provocar desde cuadros leves similares a un resfriado hasta complicaciones como la que afectó a Carrigan. El avance del cambio climático ha creado condiciones más secas que favorecen la expansión geográfica de este hongo, y los casos han aumentado significativamente.

En California, los registros muestran un ascenso. De entre 1.500 y 5.500 casos anuales entre 2000 y 2016, se pasó a cifras entre 7.700 y 9.000 a partir de 2017. Solo en 2024, los datos preliminares apuntan a más de 12.600 casos, el número más alto en la historia del estado, superando con creces el récord anterior del año pasado. Y todo indica que la tendencia continuará.

Aunque el Condado de Kern sigue siendo el epicentro histórico, nuevos focos están surgiendo en zonas como Monterey, San Luis Obispo y Contra Costa, donde los casos se han triplicado respecto al año anterior. Especialistas en salud pública señalan que la sequía, seguida de inviernos húmedos, está creando condiciones ideales para la proliferación del hongo.

Un estudio de The Lancet Planetary Health de 2022 ya advertía que esta combinación climática sequía prolongada seguida de lluvias incrementa abruptamente los casos. Además, los incendios forestales también podrían estar jugando un papel. Aunque no se ha confirmado completamente, investigaciones han vinculado el humo y los trabajos de reconstrucción con un mayor riesgo de infección, debido a la alteración del suelo y la liberación de esporas.

El diagnóstico de la fiebre del Valle no es sencillo, ya que los síntomas se confunden fácilmente con otras enfermedades respiratorias comunes. Por eso, los expertos insisten en la importancia de informar al médico si se ha estado en contacto con polvo o tierra removida, ya sea por trabajo, senderismo o incluso la asistencia a eventos. De hecho, 19 personas que asistieron al festival Lightning in a Bottle el año pasado contrajeron la enfermedad, y al menos ocho fueron hospitalizadas.

Aunque la mayoría de los infectados se recuperan sin mayores complicaciones, aproximadamente el 1% desarrolla formas graves como meningitis o daño pulmonar crónico. Peor aún, una vez infectada, la persona lleva el hongo de por vida. No existe cura definitiva, solo tratamientos antifúngicos prolongados que ayudan a controlar la infección mientras el sistema inmunológico aprende a mantenerla a raya.

Carrigan logró recuperarse y este año corrió una maratón. Sin embargo, aún continúa con el tratamiento. Para ella, contar su historia es una forma de advertencia. “Si los casos siguen aumentando, incluso ese pequeño porcentaje con complicaciones significará más personas sufriendo como yo lo hice”, dice. Su mensaje es claro, prestar atención a los síntomas y al entorno puede hacer la diferencia entre un diagnóstico oportuno y una crisis de salud evitable.

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