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El futuro de las pruebas de armas nucleares en Estados Unidos

El presidente estadounidense Trump ha anunciado la reanudación de las pruebas de armas nucleares

Un misil balístico intercontinental Minuteman con capacidad nuclear, en un tubo de lanzamiento en Dakota del Sur.

Un misil balístico intercontinental Minuteman con capacidad nuclear, en un tubo de lanzamiento en Dakota del Sur. Crédito: Deutsche Welle

El 16 de julio de 1945, a las 5:30 a. m., una explosión masiva sacudió el vasto desierto de Nuevo México. Fue la primera prueba de armas nucleares de la historia. Tan solo Estados Unidos realizó más de 1,000 pruebas adicionales en las décadas siguientes, inicialmente en la atmósfera y, desde la década de 1960, únicamente bajo tierra, hasta 1992, cuando el Congreso estadounidense prohibió legalmente todas las pruebas nucleares.

Cuatro años después, en 1996, se redactó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE). EE. UU., junto con otros países, firmó el tratado, pero aún no lo ha ratificado, razón por la cual todavía no ha entrado en vigor casi 30 años después. Sin embargo, el mundo se ha adherido a este tratado a lo largo del siglo XXI. Con la excepción de Corea del Norte, ningún otro Estado ha detonado una bomba atómica con fines ensayísticos desde 1998.

Pruebas nucleares subterráneas, poco probables

La acusación de Trump de que “otros Estados” mantienen “programas de pruebas nucleares” y su anuncio de reanudar de inmediato dichas pruebas “sobre la misma base” han causado preocupación a nivel mundial. Pero su declaración tiene algunas imprecisiones: no es EE. UU., sino Rusia, quien tiene el mayor arsenal nuclear del mundo.

En EE. UU., las pruebas y mantenimiento no son responsabilidad del Pentágono (ahora “Departamento de Guerra”), sino del Departamento de Energía. El secretario de Energía, Chris Wright, declaró a Fox News: “Se trata de pruebas de sistemas, no de explosiones nucleares”. El foco está puesto en nuevos sistemas de lanzamiento y en “todas las demás partes de un arma nuclear”, además de la ojiva nuclear. Pero ¿es esto realmente lo que quiere el presidente de Estados Unidos?

El problema de las armas nucleares obsoletas

EE. UU. ha mantenido de forma constante la infraestructura para pruebas de armas nucleares. Además de varios laboratorios de investigación, el Departamento de Energía sigue operando el Sitio Nacional de Seguridad de Nevada (NNSS).

La última prueba nuclear fue hace 33 años. Un nuevo ensayo nuclear no sería posible “de inmediato” o “dentro de pocos meses”, sino, como mínimo, dentro de tres años, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

De hecho, no solo EE. UU., sino todas las potencias nucleares se enfrentan al reto de modernizar y mantener sus arsenales sin realizar ensayos nucleares.

Rusia y EE. UU. poseen cada uno más de 5,000 ojivas nucleares. Muchas de ellas, almacenadas en arsenales de alta seguridad durante décadas. Pero estas armas también envejecen: los materiales fisionables, como el uranio-235 o el plutonio-239, pueden oxidarse o descomponerse químicamente, aunque estos procesos ocurren muy lentamente. Las baterías, los componentes electrónicos y las piezas mecánicas también se desgastan y deben recibir mantenimiento y ser reemplazados periódicamente.

Al borde de la ilegalidad: los test “subcríticos”

Las pruebas nucleares “subcríticas” permiten estudiar esos cambios. A gran profundidad, se hace estallar hasta media tonelada de explosivos químicos que contienen una pequeña cantidad de plutonio apto para armas. Se llaman “subcríticas” porque la cantidad de plutonio no alcanza la masa crítica necesaria para iniciar una reacción nuclear en cadena autosostenida. Sin embargo, dichas pruebas permiten a los investigadores estudiar el comportamiento del plutonio y utilizar los datos para realizar simulaciones computarizadas.

El tratado que prohíbe los ensayos nucleares no define cuándo una explosión nuclear es considerada una “prueba nuclear”. Un “test subcrítico” no implica una liberación mensurable de radiación al medioambiente y, por tanto, no se considera explícitamente “prohibida”. Estados Unidos ha realizado al menos 27 pruebas de este tipo; la última registrada oficialmente el 5 de diciembre de 2012. Se considera seguro que China y Rusia también han realizado pruebas similares.

¿Habrá pruebas “supracríticas”?

Es posible que Trump ahora pretenda llevar a cabo futuras pruebas con una reacción en cadena autosostenible con material apto para armas nucleares en un experimento de laboratorio controlado.

El Departamento de Estado de EE. UU. publicó informes en 2020 y 2022 que indicaban que Moscú y Pekín ya habían realizado precisamente este tipo de pruebas “supercríticas” para obtener más información. Trump podría haber tenido en mente estos informes cuando declaró a la CBS que Rusia y China están “realizando pruebas en las profundidades del subsuelo, donde la gente desconoce lo que ocurre”.

Sin embargo, la posibilidad de realizar dichas pruebas sin que el mundo exterior lo sepa es un tema muy controvertido entre los expertos. La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés) ha establecido cientos de estaciones de monitoreo en todo el mundo para garantizar precisamente que esto no suceda.

Es posible que Trump esté pensando solo en probar armamento y sistemas de lanzamiento que podrían equiparse con ojivas nucleares en caso de crisis.

China ha construido más de 300 nuevos silos para misiles balísticos intercontinentales en los últimos cinco años, y estos podrían alcanzar Estados Unidos en caso de guerra. El presidente ruso, Vladimir Putin, también encargó pruebas de sistemas de lanzamiento hace pocos días. Ahora, el mandatario del Kremlin planteó la posibilidad de retomar las pruebas de armas nucleares. Su ministro de Defensa, Andréi Belousov, afirmó que, dadas las recientes declaraciones y acciones de EE. UU., es “aconsejable prepararse de inmediato para realizar pruebas nucleares a gran escala”.

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