Desunión, barreras y esperanza

West Virginia no parece ser un estado atractivo para los latinos

CHARLESTON, West Virginia – El estado con el menor porcentaje de población hispana dwl país. Esa es la insignia de West Virginia al mostrar su perfil demográfico. Un área donde prima el aislamiento, el temor a la inmigración y se clama por más líderes que representen a la comunidad.

Unas cuantas horas en West Virginia y es fácil entender por qué. Un estado repleto de montañas y bosques, donde sus habitantes están acostumbrados a manejar grandes distancias para llegar a sus destinos.

Con una población de 1.8 millones de habitantes, el estado cuenta con 22,268 hispanos, es decir un 1.2%. Un aumento relativamente lento en comparación con el censo de 2000, donde se registró un 0.7%.

Con una mayoría de mujeres hispana, 52%, la edad promedio de los latinos alcanza los 25.3 años, inyectando juventud a los 41 años del promedio de la población general del estado.

Al hablar de trabajo, la mano de obra de la comunidad se centra en áreas como servicios, mantención de jardines, agricultura y construcción. Sin embargo, a la hora de analizar la integración de los latinos en West Virginia, la percepción general no arroja optimismo.

“Yo no diría que los hispanos acá están integrados. Hay bastante gente que no tiene documentos. Se siente más tímida, andan con el temor”, dice René Zelaya, quien atiende un local en Charles Town.

“Muchos latinos no hacen un gran esfuerzo por ir a eventos públicos o reunirse, probablemente por miedo a Inmigración”, explica Richard Anson, director de la organización sin fines de lucro Ezekiel’s Retreat Center.

A nivel de gobierno estatal, la Oficina del Gobernador no cuenta con un área que se relacione con temas hispanos, ni tampoco con un vocero que pueda comentar sobre la situación de la población latina en el área.

Sólo el Departamento de Comercio de West Virginia cuenta con información y direcciones respecto a algunos negocios hispanos en las principales ciudades que concentran a este grupo, como Martinsburg, pero no existe ninguna lista oficial.

Entre los eventos anuales relacionados con la comunidad figura el festival hispano. Uno de sus principales organizadores este año no es de origen latino, sino estadounidense. Richard Fleischer, profesor de la Universidad de West Virginia y fundador de la organización sin fines de lucro Fondo Regalos Elizabeth.

Su cercanía a temas hispanos comenzó como director del Consejo para Programas Internacionales. Sin embargo, su amor por lo latino tiene una raíz más profunda: su hija adoptiva María Elizabeth. La niña, que ahora tiene 17 años, llegó de Guatemala para someterse a una operación y tratamientos médicos que le salvaron la vida. La familia Fleischer se ofreció como voluntaria para acogerla.

“La cuidamos y no pasó mucho hasta que nos enamoramos de ella y ahí comenzó un proceso de cuatro años, interactuando con la familia de origen hasta que la adoptamos. Ellos hicieron el sacrificio más grande. Sabían que ella no podría tener una vida allá. Había expectativas de que fuera retardada, que no podría ir a la escuela. Pero está a punto de graduarse. Ella es un símbolo de posibilidades”, dice Fleischer orgulloso.

Las reducidas iniciativas relacionadas con la comunidad hispana en el estado repiten la misma historia detrás de las palabras de este profesor. Unos pocos estadounidenses que se interesan por los latinos y quieren integrarlos.

“En Eastern Panhandle trabajamos muy de cerca con iglesias católicas. Hay muchos gringos que queremos hacer la diferencia y muchas veces tenemos latinos en la mesa, pero el liderazgo no está necesariamente naciendo de ellos”, comenta.

Juan Aragón, encargado del área hispana de la Convención Bautista de West Virginia, insiste en que el idioma es uno de los principales problemas de la población latina en el estado.

“Se convierte en una barrera. No pueden ir y atenderse. Acceder a servicios básicos que son tan necesarios”, asegura.

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