La mujer actual y su dinero
Cualquiera puede convertirse en inversionista
Muchas mujeres viven en un marco del pasado que presenta al hombre como único proveedor y organizador de la economía hogareña. Desafortunadamente, cuando se quedan solas estas mujeres se encuentran repentinamente sin compañero y sin guía financiera en la vida. Una mujer jubilada de 65 años, hoy día puede vivir 20 años más, y durante ese tiempo necesitará por lo menos $300,000 para poder subsistir sin aprietos.
Teniendo en cuenta que nueve de cada 10 de ellas tendrá que arreglárselas por su cuenta en el futuro -precisamente cuando las posibilidades de empleo se hagan cada vez más difíciles- no hay razón para que la mujer (casada, soltera, viuda o divorciada) aprenda desde que es joven a entender, organizar y enriquecer su vida financiera.
La mujer que no lo ha hecho ya, tiene que despertarse -antes de que la despierte una amarga realidad financiera dentro de unos años- y empezar a conocer más de un mundo misterioso y fascinante que contiene muchos de los secretos que le darán a su vida la independencia y plenitud que siempre ha deseado.
Y sería una lástima desaprovechar esas capacidades innatas, ideales para los negocios, con que la Madre Naturaleza dotó a sus hijas: las mujeres tienden a ser mejores investigadoras y se toman más tiempo para evaluar los productos antes de comprar o vender, lo cual hace que, en muchas ocasiones, tomen decisiones más confiables que los hombres. Además, a diferencia de ellos, la mujer no siente vergüenza de decir “yo no sé”, “no entiendo eso” o “estoy perdida”, lo cual les permite analizar una futura inversión y seguir los mejores consejos.
Un ejemplo de la buena cabeza femenina para las inversiones son los grupos de inversionistas, en los que tantas mujeres en todo Estados Unidos han logrado increíbles ganancias en la Bolsa. Estos grupos parecen haber sido creados para ellas en especial.
Hay mujeres que leen lo anterior y dicen, “pero si yo ya tengo ahorros ” Eso es magnífico, pero, ojo, porque ahorrar no es invertir. El ahorro es como sembrar una semilla que hay que alimentar con el agua y el sol de las inversiones para poder probar su fruta algún día. La mujer que ahorra (y ya esto es un maravilloso primer paso) tiene que avanzar más allá de esta simple etapa básica y examinar las posibilidades de hacer que ese dinero suyo -o de la pareja en conjunto- se convierta en la llave que le permitirá realizar sus sueños y confiar en un futuro libre de aprietos económicos, siga o no acompañada al cabo de los años.
Toda mujer que tenga sentido del ahorro y el sueño de un futuro independiente puede convertirse en inversionista, quien usará la sagacidad, la curiosidad y la minuciosidad típicas de su sexo para conquistar libertad económica y seguridad familiar