Niños tricolores tocaron el cielo
Selección mexicana Sub-17 conquista el título mundial con paso perfecto
MÉXICO, D.F (NTX).- “Un Tri perfecto”, “México en la cima del mundo”, “Histórico bicampeonato”, “Los niños que tocan el cielo”, “Generación dorada”, “Nuevos niños héroes”, fueron los titulares que plasmaron la coronación de la selección mexicana Sub-17 de futbol en la Copa del Mundo México 2011.
Desde esa tarde del 10 de julio se empezaron a dar en los medios electrónicos dichos encabezados que se apoderaron de las ediciones impresas de los periódicos en todo el país para resaltar el título ganado por el equipo dirigido por Raúl Gutiérrez.
En un futbol sediento de títulos mundiales, apenas el segundo -con el primero ganado por el equipo de Jesús Ramírez y los “Gio”, Vela, Villaluz, Juárez, Moreno, Araujo y demás-, la coronación fue una fiesta nacional que tuvo su clímax no en la final, sino en el partido semifinal ante Alemania.
Si bien el “Potro” Gutiérrez y sus adolescentes tuvieron desde el proceso de preparación ese único sueño de jugar los siete partidos y levantar el trofeo, lo cierto es que tuvieron un inicio que dejó dudas y hasta desconfianza en el trabajo del estratega y el desenvolvimiento del conjunto en el primer juego que comenzaron perdiendo ante Corea del Norte, pero lograron remontar para ganar 3-1.
También sufrieron los tricolores en su segundo encuentro ante Congo, hasta que Jorge Espericueta abrió el marcador al minuto 40, para lograr una agónica victoria por 2-1 con gol de uno de los más grandes héroes del equipo mexicano, Julio Gómez, al 86′, con el que clasificaron a octavos de final.
La nueva cancha fue la del Estadio Universitario, donde Casillas puso el 1-0 al minuto 29 ante Holanda y Carlos Fierro el 2-0 al 43′, pero los tulipanes reaccionaron y lograron igualar el juego 2-2, pero José Tostado apareció al 63′ y marcó el gol del triunfo por 3-2.
Luego el equipo se trasladó a Pachuca y dio cuenta de Panamá en octavos, por 2-0, con goles de Carlos Fierro, minuto dos, y Marco Bueno, al 89′.
Ya en los cuartos de final, ante Francia, fue Kevin Escamilla quien puso al Tri adelante 1-0 al 14′, pero Jordan Ikoko marcó el 1-1 para los galos, aunque después Fierro ingresó por izquierda para hacer magistral golpeo al balón para el 2-1 al 50′ y clasificar a la ronda semifinal.
Pero qué obstáculo para llegar a la final, nada menos que Alemania, poderosa como siempre, y para ese choque los mexicanos se trasladaron a Torreón.
Sobre la cancha del Estadio Corona se escribió una de las historias más brillantes del futbol mexicano por el triunfo, dramatismo y heroísmo de Julio Gómez.
Jorge Caballero mandó un centro por izquierda y Gómez remató de cabeza para el 1-0 apenas al minuto tres, para jugar de tú a tú ante los teutones con un peligrosísimo Samed Yesil que desarrolló fulminante contragolpe para el 1-1 al 10′.
Luego el capitán Emre Can marcó el 2-1 al 60′ en un duro golpe para los tricolores, pero el “Potro” Gutiérrez empezó a mover sus piezas y al 63′ ingresó Casillas, y al 66′ lo hicieron Tostado y Marcelo Gracia.
Empezó la fuerza ofensiva y Jorge Espericueta fue al tiro de esquina derecha y le pegó maravillosamente al balón que salió muy cerrado, techó al portero y se internó por segundo poste, donde Gómez entró con todo para el remate con la cabeza, nunca hizo contacto con la de gajos, pero sí con la testa de Yesil.
El 2-2 al minuto 76 y todos corrieron a festejar con los de la banca, menos Gómez, quien se quedó tendido en el césped, ingresaron los del servicio médico, le limpiaron la sangre, le vendaron la cabeza, salió en camilla y volvió como un guerrero a la cancha para ser apodado “La Momia”.
Al minuto 90 realizó Espericueta otro tiro de esquina por el mismo lado, ahora corto, y por primer poste Marcelo Gracia prolongó con la cabeza a segundo palo para un solitario Julio Gómez, quien moviéndose vio venir el esférico, quedó de espaldas al arco y entonces dejó caer la espalda, mantuvo el apoyo en la pierna izquierda y elevó la derecha para empalmar el esférico. Golazo para el triunfo por 3-2. El festejo y la locura de la afición.
Con casta de campeones llegaron los tricolores a la Ciudad de México, donde varios aficionados ya lucían vendajes como “La Momia”. Querían estar a la moda.
El combinado de Uruguay fue el rival, difícil por la garra charrúa, pero después de lo vivido con la exhibición ante los alemanes, la afición tenía confianza y el capitán Antonio Briseño la aumentó al hacer el 1-0 al 31′.
Giovani Casillas cerró la cuenta al 92′ para un 2-0 de locura, los aficionados en las gradas del estadio convirtieron aquello en una sucursal del manicomio y más cuando el capitán recibió y levantó el trofeo. Fue un festejo heroico.
“Es uno de los momentos más importantes del deporte mexicano. Tengo el privilegio de poder dar alegría a mi país. Amo este trabajo, amo este equipo. Hoy es un día maravilloso”, expresó entonces Raúl Gutiérrez.
Al día siguiente, los flamantes campeones fueron al Angel de la Independencia, el lugar predilecto para los festejos del futbol, y ahí recibieron los vítores y el reconocimiento de miles de aficionados, para luego ser recibidos por el presidente Felipe Calderón en la Residencia Oficial de Los Pinos.
Pero la historia no termina ahí para los jugadores, pues quieren alargarla, porque en dos años participarán en la Copa Mundial Sub-20.