Para salir de pobres optan por universidad

Actualmente hay alrededor de 120,000 personas en la lista de espera de vivienda pública en Los Ángeles para 2,962 unidades habitacionales distribuidas en 63 complejos del condado.

Stephanie Cruz, 18 (iz) y su hermana  Jessica, 21 (centro) están decididas a salir adelante.

Stephanie Cruz, 18 (iz) y su hermana Jessica, 21 (centro) están decididas a salir adelante. Crédito: Ciro Cesar / La Opinion

Sentada en una sala cómoda y humilde de una vivienda pública de tres habitaciones en el Este de Los Ángeles, Aracely González, madre de Jéssica, Stephanie y otros dos pequeños, recuerda que siempre ha sido pobre.

Cuando llegó de Puebla a Los Ángeles nadie le dijo que en este país podía salir de la pobreza si estudiaba. En su lugar, Aracely salió embarazada a los 17 años de Jessica, quien ahora tiene 21 años y estudia en California State University en Long Beach.

“Yo les digo a ellas que vean tantos ejemplos a su alrededor de cómo pueden arruinar sus vidas y que estudien para que algún día logren tener casa propia y sus comodidades. Yo no quiero esta vida de sacrificios para ninguno de mis hijos”, dijo Aracely, quien agradece tener a un esposo trabajador, Miguel Cruz, y que el condado le haya dado a donde vivir después de años en la lista de espera del Departamento de Vivienda Pública.

Actualmente hay alrededor de 120,000 personas en la lista de espera de vivienda pública en Los Ángeles para 2,962 unidades habitacionales distribuidas en 63 complejos de diferentes zonas del condado.

Dos primos de Jéssica y Stephanie están en la cárcel y algunas de sus vecinas del complejo de viviendas públicas Nueva Maravilla –a unas cuadras del East Los Angeles College- y de la secundaria están embarazadas o ya tienen hijos. Pero si esto no es suficiente, su madre les recuerda constantemente que aunque es feliz con su familia, ambas tienen la oportunidad que nadie en su familia ha tenido anteriormente: salir de la pobreza.

Jéssica siempre ha sido buena estudiante. Sus fuertes son matemáticas y ciencias. Ha ganado premios que incluyen acceso a programas avanzados de ciencias y de estudios aeroespaciales.

“Yo no sabía que nuestra familia era pobre hasta que en la escuela intermedia me gané un viaje a un campamento de verano en Wyoming. Era la primera vez que no estaba sólo con latinos. Ahí me di cuenta que otros compañeros hablaban de viajes a París y de otras cosas que yo no tenía. Entonces me di cuenta que mi familia no tenía dinero”, comentó Jéssica.

Stephanie, de 17 años de edad, dijo que ella tampoco se daba cuenta de que eran pobres porque tenía ropa, comida y un lugar a donde vivir.

“Teníamos lo que necesitábamos. Mi papá nos compró una computadora y tenemos acceso a internet, a libros y tenemos su ejemplo, él siempre lee y le gusta estar informado”, dijo Jéssica, quien está a un año de terminar su licenciatura (BA) en Ciencias de la Salud. Ella tiene planeado sacar una maestría como Asistente Médico, profesión que le permitirá tener contacto directo con pacientes y recetar ciertos medicamentos.

El sueldo promedio de estos profesionales en salud es alrededor de 90,000 dólares anuales. El padre de Jessica, quien trabaja como conductor de camiones gana alrededor de 15,000 dólares al año.

“Yo quiero ayudar a las personas a tener una vida mejor, más saludable por eso quiero ser asistente médico. Yo tendría la opción de ir a la escuela de medicina, pero no creo que sea lo mejor para mí porque son muchos más años de estudio y es muy caro. Lo he pensado bien y no quiero terminar con una gran deuda”, dijo Jessica.

Ambas hermanas recibieron mil dólares cada una por parte de la Fundación de Desarrollo Comunitario que recolecta fondos haciendo actividades con los empleados del Departamento de Vivienda Pública del Condado de Los Ángeles. Jessica se graduará este año de la secundaria y asistirá también a Cal State Long Beach. Ella aún no está segura qué carrera escogerá, aunque tiene la idea de que le gustaría investigar delitos.

María Badrakhan, directora de la Administración de Vivienda Pública del Condado de Los Ángeles, dijo que estas becas son un incentivo para estos jóvenes que se esfuerzan por educarse y salir de la pobreza.

La semana pasada se entregaron 23 becas a jóvenes que están en último año de la secundaria como Stephanie o que ya están en la universidad como Jessica.

“Esperamos que estas becas motiven a los jóvenes a salir adelante y a continuar haciendo un buen trabajo… queremos que ellas no regresen al sistema de vivienda pública. Queremos que todos los becados logren tener un buen trabajo, con casa propia y que sean un ejemplo para otros jóvenes que viven en los complejos públicos”, dijo Badrakhan.

En el complejo Nueva Maravilla hay 504 familias que viven en viviendas que parecen condominios del valle de San Fernando. Tiene espacio para zonas verdes, aunque actualmente parece un intento fallido y lodoso de crecer césped.

El complejo es limpio, abierto, con zona para estacionar vehículos, los condominios están conectados por pasajes amplios entre los edificios, pero cerrado a carros. En algunos pasajes hay niños en bicicletas y jugando.

“Yo le digo a mi hijo (Steven, de 11 años) que no se quede en la calle. Tiene que estudiar. No se saca nada bueno de estar en la calle”, comentó Aracely.

El ingreso promedio de las familias que viven en este complejo es de 16,157 dólares anuales y la renta promedio es de 381 dólares mensuales. Mientras que la renta promedio en Los Ángeles es de mil dólares. El 88% de los residentes son latinos.

En Nueva Maravilla han vivido profesionales exitosos como el Juez de la Corte Superior David Sotelo y la ex directora de MALDEF, Antonia Hernández.

“La educación es la diferencia que puede hacer que la vida de estas jóvenes, y del resto de jóvenes que viven aquí puedan salir de la pobreza”, acotó Jennifer Blackwell, directora ejecutiva de la Fundación de Desarrollo Comunitario quien este año recolectó alrededor de 18,000 dólares para las becas.

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