Cárteles van tras los nuevos consumidores

Jóvenes de Jalisco caen en las drogas a través de 'regalos' de los narcos

Las autoridades han hecho múltiples detenciones de delincuentes que han convertido este municipio en su centro de operaciones.

Las autoridades han hecho múltiples detenciones de delincuentes que han convertido este municipio en su centro de operaciones. Crédito: Archivo / La Opinión

ZAPOPAN, México.- Rodrigo Sánchez mira con un gesto de asco la herida de siete centímetros que le cosieron en el hospital después de un tubazo. Toca con cuidado, confirma que ya sanó y suelta con desgano el brazo que sujetaba a la altura del codo y una frase: “¡Extraño mucho algunos amigos de la pandilla!”

Rodrigo intenta alejarse del barrio donde creció y vendió marihuana y cocaína con sus compinches porque un grupo rival que pelea el territorio disparó desde un auto y casi lo mata.

Se alejó además porque ya era adicto desde hacía tres años y porque su familia lo presionó, pero sigue extrañando a algunas amistades que buscó aún cuando sabía que algunos miembros de la banda no perdonan el abandono.

“Pinche coyón (cobarde)”, gritaron al verlo rondar la región de Las Mesas, uno de los más pobres y marginados de Zapopan, el municipio conurbado a la capital del estado de Jalisco, que tiene a la vez el tercer sitio en índice de desarrollo humano del país.

“Mis amigos y yo éramos al principio sólo consumidores, pero los más grandes que ya trabajaban de vez en cuando, juntaron dinero para revender en una zona donde ya operaba otra grupo y no les gustó vernos en las esquinas”, revela Rodrigo que en el centro de rehabilitación parece un cachorro asustado que escapó de un circo: del circo del narcomenudeo y la drogadicción.

La delegación de Procuraduría General de la Repúbica (PGR) en el estado de Jalisco estima que cada año son detenidos 10,000 jóvenes de menos de 30 años por asuntos relacionados a la venta de droga; además, la última Encuesta Nacional de Adicciones de la Secretaría de Salud (2008), reportó que el acceso a los estupefacientes es cada vez más sencillo para los jóvenes.

Entre 4.8 millones de personas que reconocieron haber tenido algún contacto con drogas, casi una cuarta parte (un millón) tenían menos de 25 años y el 29% había conocido los inhalantes, la marihuana, cocaína, crack o metanfetaminas por regalo.

Las dádivas tienen como objetivo “enganchar” a posibles adictos que se encuentran en un ambiente social “favorable”, explica el psicólogo Luis Gómez Villaseñor, director del Centro de Integración Juvenil (CIJ) de la zona Zapopan Norte, donde cada mes se suman entre 60 y 65 pacientes.

Los narcomenudistas buscan principalmente a jóvenes sin trabajo ni estudios o en las escuelas de zonas en que los padres ocupados, no tienen el control de sus hijos.

Marco Rosas, un estudiante de secundaria de 13 años que cambió su nombre en esta entrevista por seguridad, describe que el consumo es el primer paso de un laberinto de drogas y violencia del que es casi imposible deslindarse.

Los amigos te empujan, afirma.

Hace medio año, él y 10 chicos más que habían consumido “tachas” (metanfetaminas) casi matan a un policía que intentó disolver a la pandilla que rondaba ociosa por la calle.

“Lo golpeamos hasta que quisimos, a patadas, y ya no supimos cómo quedó”. Marco cuenta la experiencia con la cabeza agachada y casi llorando, arrepentido desde en un sitio donde intenta dejar las drogas con ayuda de su madre y especialistas.

“El problema es que al regresar rehabilitados a comunidades muy complicadas: sin trabajo, dinero y en un ambiente muy hostil donde a veces la supervivencia depende de la relación que tengas con el narcomenudeo”, lamenta el psicólogo Villaseñor.

En días pasados fue acribillado en su colonia uno de cuatro hermanos que intentan rehabilitarse en el CIJ: otra víctima más de las más de 300 que contabiliza el Instituto Jaliciense de Ciencias Forenses en lo que va del año en Guadalajara y Zapopan por asuntos relacionados al narcotráfico.

“Fue un duro golpe para la toda la familia que entró en crisis”, afirma.

La mayoría de los asesinatos en Zapopan se concentran en distritos con ingresos inferiores a los 140 dólares mensuales, donde las autoridades desmantelaron en los últimos tres años 653 “narcotienditas” cerca de escuelas y parques: Mesa Colorada, Benito Juárez, Tabachines, Vigosa, Víctor Hugo y otras.

En la colonia Villa de Guadalupe, la iglesia católica, instaló una pastoral juvenil que llamó “Atención de Emergencia” porque el barrio se convirtió en un tiradero de cadáveres por la disputa del mercado de drogas en la capital jaliciense y la zona conurbada que pelean los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, La Resistencia, Los Templarios, La Familia y los Beltrán Leyva.

“Los cárteles están acecho de los muchachos para reclutarlos para que vendan la droga y después son a estos jovencitos a los que matan”, afirma Carina López, voluntaria de “Atención de Emergencia”, quien ha observado todo el proceso de violencia porque vive en el mismo barrio.

En febrero pasado, tras el hallazgo de una narcofosa en Villa de Guadalupe hubo una pesquisa que encabezó la Policía Federal en busca de un vecino de Carina a quien ella diariamente veía en la esquina de su casa, ofreciendo marihuana y crack en la calle sin pavimentar entre un improvisado drenaje que corre al aire libre.

No lo encontraron, pero las indagatorias llevaron a la captura de cinco sicarios de entre 19 y 35 años de edad involucrados en10 casos de asesinatos en agravio de 14 personas, (algunos de forma directa y otros como testigos) todos ocurridos en el municipio de Zapopan.

“Pudiera ser asombroso darte cuenta que son tus vecinos los que se desangran o mueren, pero no lo es cuando sabes que salieron de un lugar donde la ignorancia es tan grande que los padres no registran a sus hijos ante las autorides”, concluye Carina. “Ni siquiera tienen actas de nacimiento, ni existen legalmente”.

El clima de violencia que se ha apoderado de esta zona ha causado gran preocupación no sólo a las autoridades encargadas de luchar contra el crimen organizado, sino también a la enorme colonia de retirados norteamericanos y extranjeros que se han asentado en diversos municipios cercanos a Guadalajara y en los alrededores del lago de Chapala.

Esta zona, que durante décadas había sido considerada como uno de los principales sitios de retiro de los norteamericanos, está empezando a resentir esa ola de violencia, con numerosas casas que están siendo rematadas por sus propietarios que prefireren salir de la zona antes de ser víctiomas de la guerra que tiene enfrentados a los cárteles que están luchando por atraer a los nuevos consumidores.

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