‘Adiós volcán’, expresa Almodóvar
MADRID, España.- El cineasta Pedro Almodóvar se despidió de su amiga Chavela Vargas, fallecida el domingo en México, con una sencilla dedicatoria colgada en el perfil de Facebook de su productora El Deseo y que fue titulada “adiós volcán”.
Almodóvar recordó que desde que la encontró “en el diminuto backstage” de la madrileña Sala Caracol, llevaba veinte años despidiéndose de ella, “hasta esta larguísima despedida bajo el sol abrasivo del agosto madrileño”.
“Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos, y de la que se salía reconciliado con los propios errores”, escribió el director de cine sobre su amiga la cantante mexicana de origen costarricense.
Al prescindir de los mariachis en las rancheras, señaló, Chavela “cambió hasta tal punto el compás original que de una canción pizpireta y bailable [Piensa en mí] se convirtió en un fado o una nana dolorida”.
“Ningún ser vivo cantó con el debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela”, aseguró Almodóvar, quien recuerda los versos de esa canción: “Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira. Les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca (Yo nunca, cantaba ella) he llorado”.
Para el cineasta, Vargas “se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara”, lo que provocaba en él, como espectador, una experiencia que le “desbordaba; uno no está acostumbrado a que te pongan un espejo tan cerca de los ojos”, dijo.
“En su segunda vida”, continuó, Vargas encontró en España “una complicidad que México le negó” y sus canciones ganaron “en dulzura”, mientras que a lo largo de los años 90 Chavela “vivió esta noche de amor eterna y feliz con nuestro país y, como cada espectador, siento que esa noche la vivió exclusivamente conmigo”.
El director de cine manchego recordó los momentos en que ambos intentaban dejar de lado sus vicios: ella el alcohol y él el tabaco, “éramos como dos síndromes de abstinencia juntos”.
Subrayó que en su última visita a Madrid, el pasado mes de julio, durante una comida en casa de la peletera Elena Benarroch esta le preguntó a Vargas si nunca olvidaba las letras de sus canciones y ella le respondió: “a veces, pero siempre acabo dónde debo”.
“Me tatuaría esa frase en su honor”, subrayó Almodóvar, quien rememora las últimas palabras que le dijo la mexicana en la Residencia de Estudiantes de Madrid: “estoy tranquila. Una noche me detendré, poco a poco, sola, y lo disfrutaré”.
El cineasta, quien se despidió de ella como “tu esposo en este mundo, como te gustaba llamarme”, concluyó: “la palabra detendré cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual; adiós volcán”.
Por su parte, el cantautor español Joaquín Sabina lamentó que “con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejío inigualable, una expresividad fuera de lo común”.
El perfil oficial de la cantante mexicana de origen costarricense en Facebook publicó una carta abierta de Sabina, titulada Quién pudiera reír como llora ella, en la que el cantautor admitió que cuando vio por televisión la noticia de la muerte de Chavela le invadió “un llanto irreparable”.
“Lo que nunca me había sucedido”, afirmó Sabina, quien aseguró que siempre se culpó “por no ser capaz de llorar” con la muerte de sus padres, “pero esta vez me venció el desconsuelo”, confesó.
Sabina recordó que nunca se tomó copas con sus ídolos: Bob Dylan, Leonard Cohen o Brassens.
“Y sí con Chavela, con la que he cantado y nos hemos abrazado y reído hasta hartarnos. Todas esas veces cuentan y contarán siempre entre las más grandes cosas que me han sucedido en la vida”, escribió Sabina.
“Yo vivo en el bulevar de los sueños rotos”, le dijo Chavela a Sabina hace veinte años en la sala Morasol de Madrid, nada más presentársela el cineasta español Pedro Almodóvar, frase que le valió para escribir una de sus canciones más famosas.
En ese momento, ella “ya se había recuperado de su alcoholismo”, después de haberse bebido “algo así como 1.8 millones de botellas de tequila”, pero cuando le veía a él beberlo le decía: “Joaquín, ese tequila es muy malo; el bueno de verdad ya nos lo bebimos José Alfredo Jiménez y yo”.
Sabina, al conocer la muerte de su amiga, sintió la necesidad de bajar al bar “a tomar uno a su salud, aunque el brebaje sin ella siempre será de los malos”, aseguró en su texto.
La primera vez que se conocieron, añadió, se fundieron “en un largo abrazo” del que nunca se libraron “hasta ayer mismo”, aunque lamentó que durante la última estancia de la artista en España, el pasado mes de julio, no pudieran verse por estar él de gira.
Con la desaparición de Chavela, según Sabina, se pierde “una manera de cantar llorando”.
“Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo”, algo en lo que él, afirmó, tiene “mucho que aprender”.
En estos momentos de pérdida, concluyó el cantautor, se dice: “¡Quién pudiera reír como llora Chavela¡”, y recordó las palabras de Almodóvar en las que aseguraba que “desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella”.