Política migratoria asegura a Obama el voto hispano
Hasta los latinos más conservadores se han pasado al lado demócrata ante la promesa de una reforma migratoria
Elizabeth Alvisar es exactamente el tipo de elector que Mitt Romney necesita.
Como víctima de la alicaída economía en Nevada, uno de los estados más reñidos en año electoral, la asesora fiscal de 30 años ha estado sin trabajo durante meses. Se opone al aborto y al matrimonio entre homosexuales, y de manera natural fue atraída por los candidatos republicanos.
Pero ahora apoya al presidente Barack Obama.
“Es sólo por el Dream Act“, dice Alvisar en referencia al decreto que emitió Obama en agosto y que permite que algunos jóvenes inmigrantes que fueron traídos cuando niños de manera ilegal no sean deportados si se gradúan de la secundaria o se alistan en el ejército. “Tengo muchos amigos que han aprovechado esa oportunidad”.
En el vecindario predominantemente hispano donde vive Alvisar, el desempleo es alto y el valor de las viviendas es bajo. Pero la postura de Obama ante la inmigración, y en especial el decreto presidencial, le ha asegurado el apoyo de un grupo de rápido crecimiento demográfico que es cada vez más demócrata ante la posición republicana cada vez más dura contra la inmigración.
La campaña de Obama espera que los hispanos aporten el margen de victoria no sólo en Nevada, sino también en otros estados en disputa como Colorado, Iowa, Virginia y Carolina del Norte.
“Ellos saben que el presidente está del lado correcto en el tema migratorio y que quiere trabajar con el Congreso para una reforma migratoria integral”, dijo Stephanie Cutter, una colaboradora de campaña. “Saben que él se despierta todos los días y piensa en cómo asegurar a la clase media y facilitar a los jóvenes entrar a la clase media”.
La importancia de los hispanos como bloque electoral y la inmigración como tema en año de elecciones surgieron en el debate presidencial de la semana pasada. Obama recordó a los espectadores que Romney, quien tuvo una posición dura contra el tema en las elecciones primarias del Partido Republicano, ha apremiado a la “autodeportación” para resolver el problema de la inmigración no autorizada, y que fue asesorado en el tema por el profesor de leyes que ayudó a escribir la controvertida ley migratoria de Arizona. El rival republicano dijo que Obama prometió aprobar una reforma migratoria y fracasó.
La campaña de Romney considera que los hispanos, que padecen una tasa de desempleo de 9.9% (más de dos puntos mayor que el promedio nacional), son una pareja natural para el boleto republicano. “Los hispanos han sido afectados más que ningún otro grupo demográfico con la economía de Obama”, dijo Craig, el hijo de Romney que habla español, en una breve entrevista. “Realmente están pasando apuros y entienden que este presidente les ha fallado y que necesitamos a alguien que sepa cómo crear empleos”.
El equipo de Romney abrió una oficina en Las Vegas en septiembre y la semana pasada hizo campaña a su favor la popular gobernadora hispana de Nuevo México, Susana Martínez, en un esfuerzo por reducir la ventaja de Obama en el este de Las Vegas, donde viven 42% de la población hispana de Nevada.
Pero incluso los que apoyan a Romney dudan de que el republicano pueda lograr avances con una población que, según muestran muchas encuestas, apoya a Obama por un margen de dos a uno.
“Va a tomar muchos años porque no nos hemos comprometido con esta comunidad para nada”, reconoce Joel García, un conservador que formó aquí una coalición para reclutar a hispanos. “Hay muchos hispanos que son conservadores en su vida y sus valores, pero existe este anzuelo en su boca llamado inmigración que los jala”.
De manera similar a cualquier otro grupo, los hispanos mencionan frecuentemente a la economía, el empleo y la educación como los temas importantes de las encuestas. Pero el enconado debate sobre inmigración de la última década ha dado al asunto un peso adicional para ellos. “Lo que comenzó como un guerra contra la inmigración ilegal ahora es percibido como una guerra hacia los latinos”, dijo Matt Barreto, que hace sondeos para la empresa Latino Decisions.
Nevada es un buen ejemplo de esa dinámica. En 2010, los hispanos ayudaron al líder de la mayoría demócrata en el Senado Harry Reid a reelegirse en una contienda contra la candidata del movimiento conservador Tea Party que promovió una postura contra la inmigración no autorizada. El republicano
Brian Sandoval, un hispano que fue electo gobernador al mismo tiempo, ganó sólo 33% del voto hispano.
Hasta el decreto de agosto, los activistas hispanos estaban inconformes porque Obama no había dado seguimiento a los planes para regularizar la condición migratoria de más personas. En cambio, su gobierno los estaba deportando en cifras récord.
“Antes de que el presidente Obama tomara la decisión de seguir adelante con la acción diferida, era muy deprimente”, declaró
Vicenta Montoya, abogada en materia migratoria y activista demócrata. “Iba a votar por Obama, pero no iba a ser con gran entusiasmo”.
Ahora la decisión de Obama ha encendido el fuego en Montoya y otros en el este de Las Vegas, una franja de centros comerciales, tiendas de neumáticos y avejentadas haciendas que se extiende al este de La Franja. Es el vecindario de muchos sindicalizados que hacen funcionar a la Ciudad del Pecado, como recamareras, vendedores de autos y taxistas.
Para algunos, la orden de Obama los jaló a la política. A comienzos de octubre, el padre de Héctor Rivera le preguntó qué iba a hacer con su futuro. Rivera, un estudiante universitario que llegó a Estados Unidos con sus padres sin la debida documentación a la edad de cinco años, fue a la oficina de Obama en el este de Las Vegas y se ofreció como voluntario.
El adolescente ya hizo solicitud para recibir los documentos que le permiten trabajar como parte del nuevo programa de Obama. “Es una oportunidad para mí y futuras generaciones”, dijo Rivera, de 17 años, quien se imagina que sus propios hijos podrían beneficiarse en el futuro. “Aunque ellos nacerían aquí, yo quiero un mejor empleo para darles una mejor oportunidad y que puedan tener una mejor vida”.
Otros, como Sergio Solís, han sufrido económicamente, pero ve al presidente de su lado. Solís tuvo que cerrar un restaurante en el sur de California y mudarse aquí para trabajar como vendedor de una empresa de energía. Pero después de mencionar con aprobación la Dream Act, Solís dijo que tomará tiempo corregir el rumbo del país después de los ocho años del gobierno de George W. Bush.
“Este edificio puedo dinamitarlo y destruirlo en cinco minutos”, indicó Solís, señalando un supermercado donde entrega folletos. “Pero no puedes volverlo a construir en cinco minutos”.
La oficina de Romney en el este de Las Vegas comparte una plaza comercial con una compañía de fianzas y una tortillería. Abrió después de que voluntarios en el vecindario pidieron al equipo republicano instalar un local más cerca de sus casas para que no tuvieran que viajar hasta los suburbios para promover el voto por teléfono o instalar carteles en los jardines.
Susana Loli, de 56 años, tiene muchas ilusiones. La recamarera no votó por Obama en 2008. Cuando la economía se colapsó antes de que el mandatario asumiera su cargo, ella esperaba que él mantuviera en buen estado al país. Pero su negocio de reparación de puertas de cochera se marchitó y tuvo que vender propiedades de la familia en Perú para evitar el embargo de su casa en Nevada.
“Con Mitt Romney tendremos un mejor futuro para mis hijos y nietos”, dijo Loli. “Los latinos que van a votar por Obama no han estudiado el problema. Cuando hablas con ellos y les explicas la situación, entonces entienden”.
A Ana María González, de 50 años, la decepciona que algunos hispanos apoyen a Obama por su reciente decreto. Ella apoya a Romney y tiene fe en su perspicacia como empresario y sus valores morales, pero cree también que es más probable que él realice una reforma humana al sistema migratorio del país.
“En cuatro años, el presidente Obama no hizo nada”, opinó González, quien está segura de que Romney ideará una forma de permitir que los jóvenes beneficiados por la Dream Act y otros inmigrantes que se lo merezcan, puedan quedarse en el país.