Zumba da paso a desavenencias

Protestan porque las clases de zumba en el Centro comunitario del parque Salazar se estarían enfocando poco en la tercera edad

La discordia que abunda en el parque Salazar, en el Este de Los Ángeles, lleva ya un buen tiempo presente entre los miembros de esta comunidad y se intensifica cada vez más.

Varios de sus residentes, en particular personas de la tercera edad, se encuentran muy molestos con el hecho de que en los últimos años el parque ha dado prioridad a los programas que crean ganancias sobre los que benefician gratuitamente a este sector.

Ayer estos se reunieron con el supervisor del parque, Anthony Montañez, para exigirle una solución a su principal preocupación: las clases de Zumba coordinadas por Ofelia Ramírez, a quien acusan de beneficiarse al cobrar por estas sesiones y vender artículos de Zumba en las clases, a las que asisten entre 50 y hasta 90 personas por clase.

“Por que están vendiendo artículos en la clase, me pregunto si tienen un permiso para vender y si están pagando impuestos por ello. ¿Lo sabe el IRS, lo sabe la ciudad, el condado… y qué recibe el parque de esas ganancias?”, preguntó Raúl Ornelas a Montañez en la reunión en la que estuvieron presentes instructores, miembros del centro para personas mayores y la misma Ramírez.

Montañez respondió que “no es mi labor averiguar eso, yo solo me encargo de ofrecer el mayor numero de programas posibles para la comunidad”.

“Yo no estoy haciendo nada ilegal, el programa se ofrece bajo contrato 70/30, con el cumplo con nuestra responsabilidad pagando el 30% del dinero que se obtiene al condado, y el resto lo utilizamos para pagar 50 dólares a los instructores por clase”, aseguró Ramírez. Sostuvo además que tiene pruebas de los pagos que realiza directamente al departamento de parques y recreación del Condado de Los Ángeles.

Ruby Patiño, una instructora de kickboxing, Zumba y yogay que ofreció sus servicios en el parque de forma voluntaria entre el año 2005 y 2009 , argumentó que tuvo que dejar de dar instrucción porque Ramírez comenzó a adueñarse de los programas.

“Una vez vine a recoger mi equipo y me prohibieron la entrada al gimnasio, me amenazaron con llamar a la policía si no me iba”, dijo Patiño.

Otra instructora del lugar por 20 años, Mirna Valdez, señaló que”los instructores venimos con la intención de servir a la comunidad. Esto no es un negocio”, sostuvo.

Ramírez admitió que su programa no funciona a través de donaciones sino por cuota —un dólar por clase— pero que no se rechaza a nadie que no pueda aportar el costo.

Pero Ruth Escalante asegura que a ella sí se le ha rechazado el servicio por no dar su donación.

“Yo creo que lo que está pasando aquí es pura envidia de parte de las personas que nos critican porque sus clases no han sido tan exitosas como las nuestras”, dijo Coco Topete, quien junto con Ramírez coordina las clases de Zumba.

Marcelo Vázquez, instructor de yoga, expresó que es una tristeza lo que pasa y que ellos están para servir, no para servirse de la comunidad.

Por su parte Montañez afirmó que en el parque no está pasando nada ilegal y que lo único que ocurre son desacuerdos que tienen que resolverse cuanto antes.

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