Gonzalo García se siente orgulloso de haber accedido directamente como primer bailarín del New York City Ballet

Gonzalo García, el primer español en haber accedido directamente como primer bailarín a la prestigiosa New York City Ballet, dijo en una entrevista estar "orgulloso" del "sello" que han dejado sus orígenes en su forma de pisar el escenario.

Gonzalo García

Gonzalo García Crédito: <copyrite>EFE</copyrite><person> Teresa de Miguel< / person>

NUEVA YORK— Gonzalo García, el primer español en haber accedido directamente como primer bailarín a la prestigiosa New York City Ballet, dijo en una entrevista estar “orgulloso” del “sello” que han dejado sus orígenes en su forma de pisar el escenario.

“En España somos privilegiados de haber tenido grandes maestros, la materia prima es buenísima y eso es algo que llevo marcado dentro de mí, es un sello muy especial que va a estar allí siempre, que me identifica y me separa de otros bailarines y del que me siento muy orgulloso”, aseguró desde el famoso Lincoln Center de Manhattan.

Alejado de la danza durante un mes por una lesión en el pie izquierdo en diciembre pasado, García regresa el miércoles con más fuerza, de la mano del coreógrafo Alexei Ratmansky y Concertó DSCH, una pieza que le “gusta muchísimo, que es dura y difícil” pero que ha “bailado mucho” y con la que se siente “cómodo”.

Con ella retoma una prolífica carrera que le ha valido entre otros títulos el de bailarín más joven en recibir la medalla de oro del Prix de Lausanne, en 1995, o el haber entrado en 2007 al selecto grupo de bailarines principales de la New York City Ballet tras nueve años en la San Francisco Ballet.

García es el segundo español en llegar a lo más alto de la prestigiosa compañía de la Gran Manzana después del madrileño Joaquín de Luz, un “buen amigo” con quien mantiene una “rivalidad sana e inspiradora”, pero es el primero en haber sido fichado directamente como bailarín principal.

“Pude entrar aquí por todo lo alto, lo que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas”, explica el zaragozano, quien reconoce que entró bajo gran presión, puesto que explicó: “tienes un tiempo de adaptación muchísimo más limitado, estás en el punto de mira y la gente está esperando a ver qué es lo que haces”.

Muchos se han acercado a las presiones y rivalidades con las que se vive en la New York City Ballet gracias a la película Black Swan (El cisne negro, 2010), donde Natalie Portman encarna a una atormentada bailarina en un thriller psicológico que “muestra algunos estereotipos que son verdad”.

“Esta carrera tiene un tiempo limitado y hace que todo se viva con unos niveles de ansiedad muchísimo más altos porque quieres hacer lo máximo posible antes de que las piernas, el cuerpo y la mente te digan que no”, explica sobre la danza, más “un estilo de vida” que una profesión.

Sometido a una estricta dieta y sacrificios de horario, García asegura que los bailarines son “un poco masoquistas”, puesto que de alguna manera “buscan el dolor” que provocan hasta diez horas diarias de ensayos para poder colocarse en la cima del ballet a nivel mundial.

Pero “cima” no es una palabra de la que le gusta hablar, convencido de que “en el momento en el que piensas ‘bueno, ya he llegado a la cima’, se acaba todo”.

Sí se reconoce “orgulloso” de lo que ha conseguido hasta ahora, un éxito que le atribuye principalmente a unos padres “con ganas de aventura”, que al ver que su hijo necesitaba moverse al son de la música desde que aprendió a andar le apuntaron a clases de ballet”.

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