Una mítica batalla mexicana

La realidad histórica del Cinco de Mayo, una batalla ganada, una guerra perdida

Un ejército mexicano de 4,500 hombres mal armados el 5 de mayo de 1862 derrotó a 8 mil soldados franceses considerados los más poderosos del momento. Aunque meses después México perdió la guerra frente a Francia, la victoria en esa batalla sigue siendo una de las fiestas más importantes para la comunidad mexicana que lo celebra, incluso, en Estados Unidos.

Al México perder la guerra, Francia impuso al emperador Maximiliano de Habsburgo. Pero el recuerdo de esa gesta sigue siendo una de las celebraciones más importantes para la comunidad mexicana.

México había logrado su independencia de España en 1821 y, tras varias guerras, incluida una civil, el país estaba agitado y la economía literalmente deshecha. Las deudas se acumulaban y los principales acreedores, España, Inglaterra y Francia, querían cobrar su dinero.

El entonces presidente mexicano Benito Juárez (1858-1872), solicitó un plazo de dos años de moratoria para evitar que la débil economía nacional se colapsara. Inglaterra y España aceptaron, pero no así Francia, quien exigió el pago total de la deuda de inmediato.

Según explicó a EFE la Secretaría de Turismo de la ciudad mexicana de Puebla, “la falta de pago fue una simple excusa utilizada por Napoleón III, nieto de Napoleón Bonaparte, para intervenir en México”.

A pesar de que Inglaterra y España le retiraron su apoyo, no impidió que Napoleón III coronara a Maximiliano de Habsburgo como Emperador de México, en lo que se conoció como el Segundo Imperio, y enviara también a sus temidas tropas para conquistar el país.

Los franceses entraron por el Puerto de Veracruz, en el Golfo de México y, tras tomar la ciudad, continuaron su trayecto hacia la capital.

En su camino, los franceses necesariamente debían pasar por la ciudad de Puebla, un lugar estratégico rodeado por fuertes, ubicados en la cima de los cerros que dominan la ciudad.

Fue en ese lugar donde el general Ignacio Zaragoza Seguín (1829-1862), mexicano nacido en Texas (Estados Unidos) cuando era provincia mexicana, al mando de un ejército en inferioridad numérica y armamentística, organizó la defensa en los fuertes de Loreto y Guadalupe, y ganó la batalla que hoy día es considerada como el mayor triunfo militar en la historia de México.

La pequeña caballería comandada por Zaragoza logró que el regimiento de dragones francés avanzara y tomara posiciones para defender a la infantería, que inició su carga en el fuerte Loreto, custodiado por apenas quinientos soldados. Los mexicanos tuvieron que emprender la retirada hasta el fuerte Guadalupe.

La familiaridad de los soldados con el terreno marcó la diferencia ya que, aunque la artillería atacó el fuerte ocasionándole graves daños, las tropas mexicanas ubicadas en lo alto del cerro dispararon y eliminaron sin piedad a los franceses.

La irregularidad del terreno dificultaba el avance de los europeos, y gran parte de las tropas se desbandaron cuando los habitantes de la ciudad organizaron una estampida de ganado para ayudar a los defensores.

Para terminar de sellar la suerte de los franceses, se desató una tormenta y el lodo impidió cualquier intento de marcha por parte del ejército invasor, que terminó tocando retirada y retrocediendo hasta Orizaba.

Zaragoza ganó la batalla, pero no la guerra. Cinco meses después el general cayó enfermo de fiebre tifoidea, muriendo el 11 de septiembre de 1862.

Las tropas francesas, reforzadas con 30 mil soldados, derrotaron finalmente a las fuerzas mexicanas en Puebla y, en 1864, ocuparon la Ciudad de México.

Pero el presidente Benito Juárez continuó al frente del gobierno en el exilio y reorganizó las tropas, que acabarían con los sueños franceses y con Maximiliano de Habsburgo en 1867.

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