Jurado otorga $58 millones para inmigrante golpeado en LA

Antonio López Chaj, un inocumentado de 43 años, tiene problemas cerebrales tras ser apaleado por un guardia de seguridad de un bar que no tenía licencia

Chaj no puede platicar, apenas camina, y parte de su cerebro y su cráneo tuvieron que ser removidos por la cantidad de coágulos que se le habían formado.

Chaj no puede platicar, apenas camina, y parte de su cerebro y su cráneo tuvieron que ser removidos por la cantidad de coágulos que se le habían formado. Crédito: J. Emilio Flores / La Opinión

Un jurado de Torrance, otorgó el viernes pasado casi $58 millones a Antonio López Chaj, un latino que fue golpeado y seriamente herido por el guardia de seguridad de un bar de Los Ángeles. Como consecuencia de los golpes, Chaj, de 43 años, sufrió daños cerebrales permanentes, no puede platicar, apenas camina, y parte de su cerebro y su cráneo tuvieron que ser removidos por la cantidad de coágulos que se le habían formado.

El jurado consideró que, basados en la evidencia, la cantidad de dinero del veredicto era justa y razonable, indicó Fernando Chávez, uno de los abogados de Chaj, e hijo mayor del activista de derechos civiles Cesar Chávez.

“Ante un daño tan grande, esa cantidad era necesaria”, coincidió Federico Sayre, también abogado de Chaj. Sayre representó a Rodney King en su demanda civil, por la golpiza grabada en video en 1991.

Los miembros del jurado encontraron que la compañía de seguridad DGSP Security and Patrol Services había cometido negligencia al contratar a Emerson Quintanilla, el guardia que golpeó a las víctimas, sin haber verificado que no tenía licencia, entrenamiento, ni permiso para usar macana. Los hermanos Chaj dijeron que Emerson Quintanilla nunca fue arrestado y que al momento del juicio, ya había abandonado el país.

La compañía de seguridad DGSP Security and Patrol Services no respondió a los llamados de La Opinión.

“Estamos felices por el veredicto, pero al mismo tiempo muy tristes de ver a mi hermano en este estado”, indicó Thomas Chaj, uno de los hermanos que se encontraba en el bar la noche del incidente del 29 de abril de 2010.

Esa noche, alrededor de las 10:30 p.m., los jornaleros Antonio Chaj, sus hermanos y sus sobrinos Pedro y Erick llegaron a Barra Latina, un bar en la calle 8 y Catalina, después de trabajar. En el bar, Erick tuvo un altercado con el cantinero del lugar, que luego se convirtió en golpiza. Cuando Pedro, el otro sobrino, trató de intervenir, Quintanilla, le roció spray de pimienta en los ojos. Según Thomas, cuando Antonio trató de interceder por sus sobrinos, el guardia comenzó a pegarle con una macana. Antonio cayó al piso, pero Quintanilla lo siguió pateando y le estrelló en cuatro ocasiones la parte posterior del cráneo contra el pavimento.

“Tuvimos suerte de que hubo testigos independientes que vieron lo que pasó”, indicó Chávez. Durante el juicio un testigo dijo que oyó que estaban “golpeando” a alguien. “Su testimonio fue muy importante, porque en ningún momento dijeron que se trataba de un pleito, sino de alguien golpeando a otro”, explicó Chávez.

Como consecuencia de los golpes, Antonio Chaj estuvo en coma durante un mes y medio y en rehabilitación durante 18 meses. “Los médicos no pudieron creer cuando finalmente abrió uno de sus ojos”, recordó Pedro. Los Chaj tuvieron que aplicar para Medical y firmar documentos de inmigración para poder pagar por el cuidado médico de Antonio. Thomas tuvo que dejar de trabajar para cuidar a su hermano. La víctima debía recibir una segunda cirugía que le protegería la parte del cerebro sin cráneo, pero no pudo hacerlo, porque Medical no cubría dichos gastos.

“Fue muy difícil para nosotros, ver a nuestro hermano casi muerto, sin saber bien a quién acudir o dónde encontrar un abogado. No siempre entendíamos el idioma, y sentíamos temor por ser indocumentados”, relató Thomas con visible tristeza.

La votación del jurado fue unánime, 12 a favor, 0 en contra. “En el jurado había una sola latina, pero los miembros no vieron a la víctima como a un latino indocumentado, sino como un ser humano”, dijo Chávez.

“Este caso le devuelve la fe a aquellos latinos que creen que no pueden conseguir justicia por no tener documentos”, agregó Sayre.

“Sí se puede”, corroboró Chávez, sonriendo.

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