Mariano Rivera se despide de los Yankees de New York con alegría
Mariano Rivera protagonizó el más grande, espectacular y emocionante recuerdo en una cancha de béisbol
Siempre se ha dicho que las despedidas y los homenajes a los deportistas suelen ser momentos de reconocimiento, pero también de tristeza y nostalgia, no fue el caso de lo vivido con el cerrador panameño Mariano Rivera que protagonizó el más grande, espectacular y alegre que se recuerda.
El mundo del béisbol, a pesar de estar en la recta final de la temporada regular y en la lucha por entrar a los playoffs, centro su atención e en el Yankee Stadium, donde cerca de 50,000 espectadores durante 50 minutos vivieron el domingo, 22 de septiembre, un acto único de principio a fin.
Rivera, de 43 años, que deja el béisbol tras 19 temporadas que le convirtieron en el mejor cerrador de todos los tiempos tanto en la competición regular (652) y en la fase final (42) inició la jornada especial del “Día de Mariano Rivera” con la retirada del No.42 que siempre vistió con los Yankees, el único equipo con el que jugó como profesional.
El último que tuvo el honor de vestirlo después que fuese retirado el del legendario Jackie Robinson, el primer pelotero afroamericano que jugó en las Grandes Ligas y que lo hizo con los Dodgers de Brooklyn, el equipo rival de los Yanquis, que militó en la Liga Nacional.
De ahí que en la ceremonia del descubrimiento del No.42 en el Parque de los Monumentos, Rivera y su familia estuviesen acompañados por Rachel, la viuda de Robinson, y su hija Sharon, que vivieron con emoción el gran homenaje que se le ofrecía al cerrador panameño.
Luego llegó el momento de hacer la salida hacia el centro del diamante del Yankee Stadium, donde le esperaban la mayoría de los grandes excompañeros que Rivera ha tenido durante su carrera y lo hizo con la tradicional canción de Enter Sandman que siempre le acompañó cuando abandonaba el bullpen rumbo al montículo para sacar los tres últimos “outs” de los partidos.
Esta vez, fue la propia banda de rock Metallica la que se encargó de introducir a Rivera ante el delirio de los aficionados y la felicidad de Rivera, que caminó majestuoso y lleno de confianza para comenzar un acto lleno de clase y emotividad.
Rivera volvió a dar otra clase magistral de formación, control y personalidad al tener un discurso perfecto en la forma y en el contenido, comenzando con el agradecimiento hacía su familia por el apoyo y el “aguante” que habían tenido tanto tiempo.
Palabras llenas de amor y respeto hacia su esposa Clara, y sus hijos Mariano Jr., Jafet y Jaziel, a los que abrazó uno por uno.
Lo propio hizo con los inolvidables excompañeros, como los puertorriqueños Jorge Posada y Bernie Williams, Paul O’Neil, el cubano Tino Martínez, el japonés Hideki Matsui, Jeff Nelson, Gene Michael, David Cone, John Wetteland y Gene Monahan.
A todos les dio las gracias por el apoyo que le ofrecieron y porque siempre serán su familia, lo mismo que los actuales compañeros a los que emocionó con sus palabras, especialmente a un hombre como el veterano campocorto Derek eter y al segunda base dominicano Robinson Canó.
Su mensaje de agradecimiento fue directo y profundamente emotivo cuando se refirió al exdueño de los Yankees George Steinbrenner, de quien dijo que sin la oportunidad que le dio de jugar con el equipo nunca podría haber llegado tan lejos como profesional.
También dio todo el reconocimiento al mítico Robinson como el héroe que le hizo luchar por su sueño de triunfar en el béisbol profesional y ser el símbolo del gran país que representa Estados Unidos.
Robinson también recibió el reconocimiento por parte de los Yankees al ser colocada una placa de bronce en el mismo lugar donde está el número de Rivera, lo que el pelotero panameño calificó de “esto es América”.
Pero Rivera guardaba lo mejor del discurso para dedicarlo a su patria, Panamá, y especialmente a su pueblo, Puerto Caimito, del que dijo que se sentía orgulloso y los “amaba” porque siempre lo han apoyado y los lleva en su corazón.
Lo mismo que cuando se refirió a los Yankees como “una gran, gran organización”, y a los aficionados del equipo “los mejores”, y por eso concluyó: “vamos a jugar, os quiero a todos, muchas gracias”.