Trabajador migrante caído

Si no hay más muertos y lesionados es porque los trabajadores mismos aplican sus conocimientos y habilidades para disminuir los riesgos ocupacionales

Inmigración

Hoy se celebra el Día Internacional del Trabajo y miles de trabajadores saldrán a las calles a marchar demandando el cumplimiento de sus derechos laborales. En Los Ángeles y otras ciudades de los Estados Unidos, estas marchas también cumplirán el propósito de exigir el respeto de los derechos de los trabajadores inmigrantes y la aprobación de una reforma migratoria integral. El origen de la conmemoración se remonta a eventos que ocurrieron en la ciudad de Chicago en 1886, cuando un grupo de trabajadores se manifestaba a favorde de la jornada laboral de ocho horas. Varios manifestantes murieron tiroteados por la policía. En esa época, la clase trabajadora de Chicago era fundamentalmente inmigrante, tal y como lo es hoy en Los Ángeles.

También esta semana se conmemoró el Día del Trabajador Caído (el pasado lunes), para recordar y honrar a quienes han perdido la vida o han sufrido lesiones en los centros de trabajo. Según datos del Instituto para el Estudio del Trabajo y el Empleo (IRLE) de UCLA, más de 500 trabajadores murieron en accidentes laborales en California en 2013 y lo que llevamos de 2014. Sin tener toda la información a mano, es probable que muchos de los trabajadores fallecidos hayan sido inmigrantes latinoamericanos de primera generación o hijos de inmigrantes.

En California y especialmente en esta parte del estado, los inmigrantes constituyen uno de los segmentos más grandes de la clase trabajadora. Basta con vivir en el sur de California para darse cuenta de que los inmigrantes desempeñan los trabajos más duros y peligrosos en actividades productivas tales como la agricultura, la construcción y la manufactura. Y si no hay más muertos y lesionados es porque los trabajadores mismos aplican sus conocimientos y habilidades para disminuir los riesgos ocupacionales. Pero el riesgo siempre está presente. Las autoridades encargadas de regular la seguridad laboral se preocupan sobre todo por no hacer olas con los patrones.

Pero este fenómeno tiene otra dimensión que solo es visible para quienes lo viven en carne propia. Muchos trabajadores inmigrantes sufren el desgaste de su cuerpo y el impacto traumático de accidentes pequeños y grandes aquí, para luego ir a restablecerse, curarse o a morir a sus países de origen. Sus muertes y discapacidades de largo plazo, producidas por las condiciones laborales que enfrentaron en los Estados Unidos, no aparecen en ninguna de las estadísticas de salud ocupacional de este país.

Es el caso de los llamados “ruferos”, trabajadores que construyen los techos de los edificios. Según me cuenta el sociólogo Sergio Chávez de la Universidad de Rice, quien lleva a cabo un estudio sobre “ruferos” de Guanajuato, estos trabajadores tienen una alta incidencia de accidentes laborales, sobre todo caídas, con consecuencias mortales o de discapacidad permanente. Estos “ruferos” se rompen brazos,piernas y costillas y tienen que gastar miles de dólares en atención médica. Algunos terminan en silla de ruedas y hay quienes regresan a sus lugares de origen solo para recibir cristiana sepultura.

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