Límite a la pena de muerte
La pena de muerte es un castigo más parecido a una retribución o venganza que a un ejercicio de justicia. Esta aberración legal lo es aún más cuando el condenado es un un individuo con limitadas facultades y con retraso mental.
La Suprema Corte de Justicia, por un voto de 5-4, determinó el martes que el coeficiente de inteligencia (IQ) del convicto no es la única medida que se debe tomar en cuenta para una ejecución.
En 2002 el Alto Tribunal determinó que es inconstitucional ejecutar a una persona con deficiencia mental. Sin embargo, este fallo no dio lineamientos específicos que permitieron a los estados hacer sus propias guías. En Florida, como en otros nueve estados, se estableció que si un individuo tenía un IQ de 70, o menos, (el promedio es 92-109) se salvaba, con 71 era ejecutado.
El juez Anthony Kennedy, respaldado por los jueces mas liberales del panel, indicó que la deficiencia mental, y más en una ejecución, es una condición y no un tema de números. Su opinión se basó en gran en la opinión de los profesionales de la salud sobre la comprensión que tiene un individuo sobre el impacto de sus acciones.
Esto tiene más sentido que la afirmación del juez Samuel Alito de que la interpretación de la Octava Enmienda de la Constitución contra el castigo “cruel e inusual” es “un estándar social” que debe representar a los estadounidenses y no a una “elite profesional”.
La opinión conservadora da rienda libre al sentir popular del momento, del resentimiento, de la venganza irracional en vez de la justicia basada en el conocimiento y las responsabilidades. Ya se sabe que este castigo ni siquiera es disuasivo. Por suerte, esta visión perdió.
Lo lamentable es que todavía exista la pena de muerte, a pesar de ser un castigo que no permite equivocación, lo cual es difícil de asegurar en el sistema judicial. Esta pena esta a la altura de gobiernos como Corea del Norte, Irán, Irak, Siria…y vergonzosamente Estados Unidos. Por lo menos, con este fallo debería haber menos ejecuciones.