Falta liderazgo en México

Los esfuerzos del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para demostrar que México es un país seguro y bajo control se esfuman ante las realidades, como los hechos de Guerrero.

La desaparición de 43 estudiantes que presuntamente fueron detenidos por las autoridades policiales para ser luego entregados al grupo delictivo Guerreros Unidos es un hecho que debe estremecer a la sociedad, sacudir el medio político y social para marcar un parteaguas. Que este hecho de corrupción del poder, de la influencia del narcotráfico y masacre impunes sea la gota que derrama el vaso.

Sin embargo, la reacción en Los Pinos no fue muy distinta a otros casos. La movilización de elementos para investigar el crimen y la condena que asegura que no habrá impunidad es una reacción mesurada por parte de Peña Nieto.

Creemos que este era el momento para que el mandatario mostrara liderazgo, compartiendo la indignación nacional con estos hechos, saliéndose de la odiosa rutina —como si esto fuera un delito común.

Esta era la ocasión para que Peña Nieto fuera a Iguala a reunirse con los familiares de los desaparecidos y declarar, desde allí , su compromiso para llegar hasta las últimas consecuencias. El impacto de leer discursos en situaciones protocolares es muy distinto al contacto directo.

No es que Guerrero esté muy lejos del Distrito Federal, en tres horas de auto se está allí. Es más, ese Estado fue uno de los más visitados por Peña Nieto el año pasado. No obstante, en vez de acercarse en esta oportunidad, el Presidente hizo todo lo contrario: canceló una visita a Guerrero días después de los hechos aludiendo “malas condiciones climatológicas”.

Guerrero es un estado en descomposición en donde la Procuraduría General de la República conocía los lazos del alcalde José Luis Abarca con el narcotráfico. Los comerciantes pagan desde hace tiempo un impuesto al narco y ahora —en la búsqueda de los estudiantes- surgen fosas comunes por doquier.

Este es el momento de decir basta a los narcoalcaldes y a la corrupción asesina. Desde el momento en que se actúa como si ésta fuera una masacre más —de tantas otras-, se alienta la impunidad y la repetición. El liderazgo presidencial hoy no está a la altura de la situación

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