¿Son realmente los árabes del Golfo los nuevos dueños del deporte?

La ilimitada riqueza de Qatar, Abu Dhabi y Dubai han hecho del Golfo Pérsico un centro neurálgico de los deportes más populares del planeta

Hubo una vez en la que los deportes sólo fijaban su mirada en los países occidentales en la búsqueda de inversiones e inspiración. Ahora parece que esos mismos ojos apuntan hacia el este.

Allí, los multimillonarios jeques de los países exportadores de petróleo del Golfo Pérsico han izado su bandera en el corazón del panorama deportivo en los últimos años gracias a una estratosférica inversión en numerosos deportes a lo largo y ancho del planeta.

Esa presencia también les ha permitido persuadir a quienes regulan los diferentes deportes para atraer un gran número de los principales espectáculos deportivos a la región, que se percibe como una declaración de sus intenciones.

La atracción del dinero

Tres estados del golfo son los responsables de esta extraordinario revolución gracias a sus interminables riquezas: Qatar, Dubai y Abu Dhabi.

En Dubai, para mencionar un ejemplo, se puede encontrar a un multimillonario por cada 200.000 habitantes. Se estima que en el mundo hay uno por cada 4 millones de personas.

En Abu Dhabi, otro Estado en los Emiratos Árabes Unidos, las cifras son igual de llamativas tras haber pagado más de US$600 millones para tener el derecho de utilizar el nombre Louvre, como el de París, en un espectacular museo en la ciudad.

En Qatar, por su parte, más del 14% de los hogares pueden decir que poseen más de US$1,5 millones en el banco.

Es esa riqueza, esa influencia, la que ha trasladado al deporte al golfo.

Tomemos la semana pasada como ejemplo. El lunes hubo un nuevo capítulo de la investigación sobre la elección de Qatar de albergar la Copa del Mundo de fútbol en 2022 y el martes la ciudad de Doha, en Qatar fue elegida como sede de los Campeonatos Mundiales de Atletismo en 2019.

Desde el jueves al domingo se disputo el torneo final del circuito europeo de golf en Dubai, mientras Lewis Hamilton se proclamó campeón del mundo de Fórmula Uno en el majestuoso circuito Yas Marina en Abu Dhabi, que costó unos US$1.500 millones.

Próxima estación, Golfo Pérsico

La región se ha convertido rápidamente en un centro neurálgico de los deportes.

Qatar, aparte de los mencionados campeonatos de fútbol y atletismo, será la sede en los próximos 12 meses de mundiales en boxeo, natación, squash, balonmano y para-atletismo, además de albergar otros 40 eventos deportivos.

La pregunta es por qué ha habido este cambio. El doctor Christopher Davidson, profesor en Medio Oriente de la Universidad de Durham, considera que todo busca aumentar su presencia en el ámbito internacional.

“Una de las principales razones detrás de este proceso es el deseo de acumular lo que se llama poder blando en estados que son importantes socios comerciales o posibles protectores militares, sobre todo para Reino Unido, Francia y Estados Unidos”, explicó a la BBC.

“Si el deporte es una manera de permitir a estos estados del golfo generar titulares favorables y que sean más conocidos en el mundo, eso ayuda a estos países a parecer más abiertos, más amigables”.

Las raíces

Dubai es el que ha estado asociados al deporte durante más tiempo gracias a su gobernante supremo, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, quien es conocido por ser el dueño de Godolphin, un establo de caballos pura sangre que se fundó en 1994.

Dos años después, se instauró la Copa Mundial de Dubai que se convirtió en la carrera de caballos más rica del mundo y que se disputa en el hipódromo más opulento del mundo, que costó construir US$1,25 millones.

Se estima que la fortuna personal del jeque Mohammed es de unos US$14.000 millones, que hace entendible el alcance de su influencia.

A través de la línea aérea que fundó, Emirates Airways, invirtió el año pasado más de US$271 millones en patrocinio en el deporte.

Tienen acuerdos de publicidad en las camisetas de los clubes de fútbol AC Milan en Italia, PSG en Francia, Arsenal en Inglaterra y Real Madrid en España, así como tiene el derecho sobre el nombre del estadio del club de Londres hasta por lo menos 2028.

También hay tratos con el Abierto de Estados Unidos de tenis, el Consejo Internacional de Críquet, la Copa Ryder de golf y la selección de rugby de Estados Unidos.

Kevin Hasler, director general de Relaciones Públicas de la firma BPG, Cohn y Wolfe, resaltó que “cuando se escucha a un relator de una partido de la Liga Premier decir que ‘aquí en el Etihad’ o ‘tercera victoria consecutiva en el Emirates’ se demuestra que nombrar a los estadios se ha convertido en una forma de patrocinio muy efectiva”.

“Las marcas son vistas en todo el mundo en periódicos, en la televisión, una días tras otro. El fondo de estas estrategias se trata de invertir para poner el nombre de estos estados en el mapa internacional, que se hable de ellos y sobre ellos”.

Duelo en el aire

Si bien Dubai no pudo comprar Liverpool entre 2007 y 2008, Abu Dhabi si pudo extender sus alas a Inglaterra a través de su aerolínea Etihad, que es está asociada con el actual campeón de la Liga Premier, Manchester City, club que compraron en 2008.

La persona encargada de la negociación fue Mansour bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, mejor conocido como jeque Mansour, medio hermano del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Jalifa bin Zayed bin Sultan Al Nahayan.

La fortuna de la familia parece infinita, ya que se estima poseen más de US$ 1 billón en activos sólo tomando en cuenta sus inversiones en el extranjero.

Sus intereses en el fútbol se están expandiendo rápidamente a otros países. Una compañía que pertenece al jeque Mansour llegó a un acuerdo para remodelar el icónico estadio del Real Madrid, el Santiago Bernabéu, por un monto cercano a los US$500 millones.

Pero tal vez el negocio que más interés genere es la creación del club New York City FC, en convenio con los Yankees de Nueva York, para participar en la liga de fútbol profesional en Estados Unidos.

Esto le permitirá a Abu Dhabi aumentar su perfil en el mercado estadounidense, algo que no se podía imaginar hace algunos años.

Meses después agregó al portafolio al club australiano Melbourne Heart.

Más que un club

Qatar dio sus primeros pasos en el mundo de los deportes con el cambio de milenio, cuando atrajo a un número importante de futbolistas que jugaban en Europa para jugar en la liga local.

Uno de ellos fue el catalán Pep Guardiola, quien tras jugar para el Al Ahli entre 2003 y 2005 se convirtió en embajador de la exitosa candidatura de Qatar para ser sede del Mundial de Fútbol de 2022.

Unos 10 días tras anunciarse la decisión de la FIFA, se hicieron públicas las noticias de que el nombre de Qatar iba a aparecer en la camiseta del Barcelona, club que hasta ese momento sólo había permitido la presencia de Unicef en su uniforme, en el acuerdo que se convirtió en ese momento en el más caro de la historia del fútbol: US$260 millones por cinco años.

Primero fue a través de la fundación del país, luego con la aerolínea Qatar Airways, que pagó otros US$120 millones para extender el patrocinio a todas las áreas del club.

En 2011, la Autoridad de Inversión de Qatar compró al París St-Germain, acuerdo con el que aseguró el potencial comercial del único club de una de las principales capitales europeas.

El PSG firmó después un controversial acuerdo con la Autoridad de Turismo de Qatar para ser patrocinador del club por US$250 millones al año.

Controversia

La riqueza de Qatar tiene su fuente en las reservas de gas natural del país, la tercera más grande del mundo. Pero ellos están conscientes de que este recurso no estará por siempre.

“Al traer los deportes al golfo, estos estados no sólo están ayudando a impulsar el turismo, lo que aumenta el PIB del país, sino que también están reduciendo su dependencia en el petróleo, gas o una industria que no durará para siempre”, dijo el doctor Davidson.

Pero además de oportunidades, esta riqueza también ha generado controversia.

El clima no favorece la práctica de todos los deportes como es evidente en el debate sobre cuándo debe disputarse el Mundial de fútbol, mientras que ya se movieron los campeonatos de atletismo para otoño de 2019 por el insoportable calor de los meses de verano.

Eso no es relevante si se compara con la situación de los inmigrantes trabajadores inmigrantes, quienes con frecuencia son obligados a entregar sus pasaportes y quedan a merced de su empleador.

¿El futuro?

La interrogante es si gracias a su riqueza estos estados podrán seguir agregando deportes a sus portafolios.

Es difícil dar una clara respuesta, si bien Doha ha postulado dos veces para ser sede de los Juegos Olímpicos, siendo rechazada su candidatura en ambas ocasiones.

No obstante, hay quienes piensan que el foco de inversión en el futuro se moverá hacia bienes culturales y artísticos.

Además del Louvre, se espera que en 2017 finalice también en Abu Dhabi la construcción del nuevo museo Guggenheim basado en el original de Nueva York.

Pero es poco probable que tras haber invertido tanto en el deporte los tres estados del Golfo Pérsico opten por un cambio radical en sus estrategias, y dado lo ilimitado de sus riquezas no es de extrañar que los responsables de las principales especialidades deportivas del mundo sigan cortejando a la región.

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