El hombre fiesta de la NFL puede marcar la diferencia

Rob Gronkowski dice que en vez de ser golpeados por la defensiva de Seahawks, los Patriots tienen que salir a pegar

Gronkowski habla con la prensa en Phoenix.

Gronkowski habla con la prensa en Phoenix. Crédito: Getty

Phoenix, Arizona -. El desconcertante video no tardó en hacerse viral. Rob Gronkowski, la mejor arma ofensiva de los Patriots de Nueva Inglaterra, bailaba desenfrenado y descompuesto sobre la pista de un centro nocturno, apenas horas después de que su equipo había perdido otro dramático Super Bowl contra los Giants de Nueva York.

Las imágenes de febrero de 2012 siguen estando muy presentes, especialmente ahora que ‘Yo Soy Fiesta’ -como se autoproclamó alguna vez- está de vuelta en el juego por el campeonato de la NFL.

“Supongo que me ven como a un niñote”, dice Gronkowski, de 25 años, sobre la percepción que se tiene de él, sin que eso le moleste en lo más mínimo. “Lo tomo como un elogio”.

Gronkowski se divierte todo el tiempo. Tom Brady, su quarterback, dijo aquí que no cree que ‘Gronk’ haya tenido un mal día en toda su vida.

Pero ese ‘niñote’ con el jersey número 87 se convierte en un monstruo cuando está en el campo de juego.

No ha habido en la historia de la NFL un ala cerrada tan dominante y espectacular como Gronkowski; un tipo con la habilidad de un receptor abierto para atrapar pases, pero con el poderío físico de un hombre de línea con sus 6-6 pies de estatura (1.98 m) y 265 libras (120 kg).

Es un jugador que le gana el duelo a los profundos gracias a su tamaño y a los linebackers por velocidad y movimientos. Y la mayoría de las veces no puede ser derribado al primer contacto de los defensivos.

En sus primeras tres temporadas en la NFL, Gronkowski acumuló 38 recepciones de touchdown, por mucho el inicio de carrera más prolífico de la historia para un ala cerrada en la liga.

Pero en su primer Super Bowl, aquel contra los Giants, Gronkowski tenía molido un tobillo. Sólo atrapó dos pases para 26 yardas y no fue factor. Esa y otras lesiones llegaron a consecuencia de un estilo de juego salvaje, exponiendo el físico al límite.

Esta vez, ‘Gronk’ está entero, y los Seahawks de Seattle lo saben.

“Es su hombre de jugadas grandes”, dice Kam Chancellor, el golpeador profundo de los Seahawks. “Ellos seguro que intentarán buscarlo, de hacerle llegar el balón en el partido”.

Cuando le preguntaron al esquina Richard Sherman cómo derribar a ‘Gronk’, el extrovertido esquina aseguró tener un plan: “Lo voy a derribar ya sea pegándole en la rodilla, pegándole en la espalda… lo que tenga que hacer para derribarlo”.

Eso es más sencillo decirlo que hacerlo.

Gronkowski, quien espera que sus compañeros receptores aprovechen que la mayor atención de Seattle podría estar puesta en frenarlo a él, tiene su propio plan en mente para que los Patriots sean efectivos contra la defensa No. 1 de la NFL.

“Tenemos que salir a atacar, soltar algunos golpes, tenemos que ser físicos y tenemos que mover el balón”, dice Gronkowski, quien admite que le gusta la manera en que Chancellor reparte golpes en el campo.

A los fans les gusta ver grandes golpes. Yo soy, de hecho, un jugador que admira la manera en la que él juega”, revela. “Definitivamente es un buen jugador y definitivamente tenemos que estar listos”.

Ese duelo Gronkowski-Chancellor no puede pasar inadvertido el domingo. Un buen golpe de cualquiera de ellos que ponga al otro de traseros sobre el campo podría alterar dramáticamente la energía de los demás jugadores a nivel de cancha, y no se diga el ánimo de los aficionados.

Gronkowski bailó cuando perdió en el Super Bowl. ¿Cómo va a celebrar si lo gana?

“Yo mismo no lo sé”, dice el hombre fiesta de la NFL. “Esa es una muy buena pregunta”.

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