Corrupción, la sombra del presidente Peña Nieto
Cuestionan la adquisición de mansiones en zonas exclusivas
Ciudad de México.- Pocos mexicanos respetan a sus líderes empresariales y políticos. Mucho menos a sus millonarios. No es casual que en las encuestas de credibilidad sean los peor evaluados: hay una alta percepción de que ese poder y ese dinero tienen poco de inteligencia, esfuerzo y talento; y mucho de corrupción.
“La corrupción es un asunto cultural”, describió el presidente Enrique Peña Nieto el otoño pasado frente a los 300 líderes más influyentes del país que se reunieron para reconocerse entre sí y escuchar de su máximo mandatario la solicitud de “inhibir esas prácticas” que hoy también se le cuestionan a él.
Dos investigaciones periodísticas revelaron que las adquisiciones de dos de sus casas -una en Las Lomas, la zona más lujosa del país, y otra en Ixtapan de la Sal, un paradisíaco municipio del Estado de México que gobernó entre 2005 y 2011- están relacionadas con empresas a las que su gobierno ha favorecido con licitaciones.
Pero lejos de actuar contra estas conductas, la clase política ha criticado tras bambalinas a Peña por “imprecavido” e “ingenuo”, por hacer las cosas de tal forma “que fue fácil descubrirlo”, dijo a este diario un diputado federal que pidió anonimato. “Muchos hacen lo mismo, con bajo perfil, con artimañas legales”.
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La famosa frase que corre de boca en boca entre la sociedad mexicana “el que no tranza (tima) no avanza” es una realidad de la que pocos pueden escapar.
Empresas internacionales como la estadounidense Wal Mart han reconocido públicamente que han tenido que sobornar a funcionarios de todos los niveles de gobierno para poder lograr sus objetivos.
Carlos Slim, hoy uno de los hombres más ricos del mundo, inició su imperio con una dudosa licitación de la telefonía pública en México. Germán Larrea, “el rey del cobre”, quien según la revista Forbes es el segundo millonario del país, recibió una concesión monopólica del ferrocarril de carga que aún prevalece junto con diversos daños ecológicos de sus empresas mineras.
“Un escándalo sucede a otro sin que haya consecuencia alguna”, alertó el legislador Ricardo Anaya, quien reconoció que en México “la corrupción ha tocado fondo”.
A los hechos de Iguala, donde policías municipales y el alcalde desaparecieron en septiembre pasado a 43 normalistas de Ayotzinapa, se agregan entre otros horrores: ocho secuestros al día, 22 mil desaparecidos, ejecuciones extrajudiciales y hasta 1,124 catástrofes ambientales desde el 2012.
“Estos accidentes son la punta del iceberg de la opacidad con la que actúa las industrias en México donde la laxitud de las leyes en México y la corrupción permiten contaminar a cambio de multas irrisorias por concepto de daño”, alertó la organización Greenpeace en un informe.