Ellas son bordadoras de muertos, ante la impunidad

Ante la impunidad en México, ellas se unen y bordan los nombres de los muertos

Bordadoras de Puebla, en el estado del mismo nombre, en México

Bordadoras de Puebla, en el estado del mismo nombre, en México Crédito: Twitter @BordadosPuebla

Una realidad que es evidente para millones de mexicanos la puso en papel la ONU la semana pasada. El Comité contra las desapariciones forzosas de la Organización de las Naciones Unidas aseguró que las desapariciones son generalizadas en buena parte del territorio mexicano.

Fue el propio organismo el que habló de impunidad, pues “es un problema de años que el Estado no ha hecho lo suficiente por resolver”, y emitió una serie de recomendaciones para que estos casos de dolor e injusticia no sigan siendo la regla en el país.

En un intento de defensa, el gobierno de Enrique Peña Nieto, por su parte, aseguró que la ONU “no había reflejado en su informe la información que le había sido entregada y que el escrito no aporta elementos adicionales a las acciones y compromiso que se llevan a cabo para solventar los retos mencionados”.

Sin embargo, los mexicanos no tienen una defensa al respecto, ni mayor forma de expresar lo que viven en carne propia. O no al menos de forma masiva, porque buscando crear una constancia del dolor, un grupo de mujeres se reúne frente a la Fuente de los Coyotes en Coyoacán, al sur de Ciudad de México, bordando en pañuelos los nombres de los muertos y desaparecidos de su país, para luego colgarlos de los árboles mostrando que lo que florece en el país es la violencia y la impunidad.

La web del periódico español El Mundo relata el caso de Karen, una chica que un día pasó por el parque y vio a las mujeres coser. Se sentó a bordar un rato con ellas y volvió para contar su propia historia.

#BordandoXlaPaz Una Víctima Un Pañuelo: El Memorial Colectivo. pic.twitter.com/ywhluqIF

— Fuentes Rojas (@fuentes_rojas) December 2, 2012

El colectivo, llamado Fuentes Rojas, supo entonces la historia de Karen. Su padre fue asesinado en Oaxaca, al sur del país. Meses más tarde, un grupo armado amparado por la policía local secuestró a su madre, de la que a la fecha no se sabe nada. El miedo llevó a Karen y a sus hermanos a vivir en la Ciudad de México, en donde se unió al colectivo de las bordadoras de muertos, que lleva tres años plasmando en tela la realidad en el país.

A forma de catarsis, el pañuelo que cuenta la historia de Karen sostiene que no va a parar de buscar a quien asesinó a su padre, así como a su mamá, a quien llama “mujer montaña”.

“Hay personas bordando cada domingo en todo el planeta. Desde Buenos Aires a Barcelona o Tokio. Generalmente comienzan mexicanas, pero luego se les une gente local”, dijo a El Mundo Regina Méndez, una de las promotoras de Fuentes Rojas.

Pero si ya el dolor de llevar a cuestas la cruz de la violencia y la impunidad no fuera suficiente, el colectivo también ha sido víctima de amenazas, por parte de quienes pareciera que quieren ocultar una realidad a todas luces evidente.

“En ciudades como Monterrey o Guadalajara se borda en sitios cerrados por miedo. Nos hacen fotos o nos graban para saber quiénes están bordando. Generalmente son los policías y los grupos violentos los que intentan amedrentarnos. Aquí en el DF ya han sido varias las veces que los agentes han intentado echarnos y es frecuentemente la población la que nos defiende”, señaló Regina.

exposición de @FUNDENL #bordandoxlapaz en preparatoria CIDEB de la UANL #MTY @ecramsh @cordeliarizzo @Lettyhrr pic.twitter.com/2hvc2lQy

— DyanaM (@dimaga71) February 10, 2013

Al norte de México, en Monterrey, las bordadoras de muertos utilizan el color verde de la esperanza, precisamente esperando que sus desaparecidos algún día vuelvan. Si de feminicidios se trata, el color es el morado, y el resto de los crímenes suelen bordarse del rojo de la sangre derramada.

“Lo más importante que hemos conseguido es alentar las denuncias. Poco a poco la gente se fue acercando a nosotras a pedir información y ahora servimos de canalizadores y le damos a la gente direcciones y teléfonos a los que dirigirse para denunciar”, dice Regina.

Desafortunadamente, la cara machista de la sociedad mexicana suele dejar la denuncia en la tela únicamente a las mujeres. “Vienen algunos (hombres) y se sientan a bordar con nosotras, pero como esta es una sociedad machista, hay otros hombres que se burlan de ellos y les acaba dando vergüenza participar (…) Vergüenza debía pasar nuestro gobierno, que hasta la ONU le ha recriminado lo que hace”, cita El Mundo.

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