Una carrera, una fiesta y un paseo de Los Ángeles al mar

El alcalde celebra a los 26 mil atletas, los fans apoyan por las calles y el mariachi toca

Las corredoras Minako Ishida (22486) y Ryoko Hirakawa se detienen a saludar al mariachi en Main y César Chávez.

Las corredoras Minako Ishida (22486) y Ryoko Hirakawa se detienen a saludar al mariachi en Main y César Chávez. Crédito: Jorge M. Noriega / Especial para la Opinión

La madre naturaleza fue benigna con miles de corredores, quienes, desde Los Ángeles hasta Santa Mónica recorrieron el domingo las 26.2 millas del maratón angelino.

Un viento fresco de madrugada, sombra parcial y nubes altas impidieron que los rayos del sol y el calor sofocaran muy pronto a los 26 mil participantes de la edición 30 de la carrera.

“Van bien, se miran bien”, gritaba Walter Walker a los maratonistas sobre la calle Main esquina con César Chávez. “¡Vamos, sólo les faltan 23 millas!”.

Corredores de 50 estados del país y 45 países, y público en general vivieron un día de fiesta deportiva, un camino “de Los Ángeles al mar”, con matices de diversidad humana y cultural.

“Este maratón representa nuestro espíritu”, dijo un efusivo alcalde Eric Garcetti, a La Opinión.

“Estos atletas representan el capital humano de Los Ángeles”.

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Apostadas en las aceras, familias enteras apoyaron con gritos, silbidos y el sonido de trompetas a sus seres queridos, quienes después del mediodía debieron soportar temperaturas superiores a los 90 grados Fahrenheit.

“Lo bueno es que está nubladito”, comentó María López, una espectadora que se situó frente a la Placita Olvera. A su lado, el guatemalteco German García se quejaba de que no podía cruzar la calle para ir a misa de 7:45 de la mañana.

“Me toca servir en la misa”, dijo. “Pero no puedo cruzarme a la brava”.

En la fiesta deportiva más importante de la ciudad angelina se dan todo tipo de locuras. Todos sonríen, saludan, lanzas besos, abrazos.

Dos de entre miles, las japonesas Minako Ishida, con el número 22486, y su amiga Ryoko Hirakawa (22485), se dieron tiempo para detenerse por unos instantes en plena carrera.

¿La razón? Tomarse una fotografía con un grupo de mariachis que se encontraba en la esquina de Main y Cesar Chávez.

“Me encanta su música”, dijo Minako a los músicos. Hizo una reverencia y retornó a la competencia.

Justamente, esa diversidad fue la que más llamó la atención a la extenuada Melissa Pérez, de 27 años de edad, de Greenfield, California, quien completó el recorrido.

“Me duelen mis piernas; el calor sí me afectó desde la milla 20, pero he concluido la carrera”, expresó, mientras la bañaban con agua unas voluntarias y la sostenían para evitar que se desplomara.

“Aproveché refrescarme en cada estación para mojar mi cuerpo”, dijo la integrante de Glendora Ridge Runners. “Me ayudó mucho el ánimo de la gente, que me gritaban ¡Sí se puede!”.

Y para miles fue así: sí se pudo, a pesar del calor.

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