¿Se puede prevenir el fraude con las nuevas tarjetas sin PIN?
Los comerciantes protestan que no se refuerce la seguridad de este dinero de plástico
La conversión a las nuevas tarjetas con chip, conocidas como EMV, empezó este mes con la intención de reducir los casos de fraude. El 40% de los consumidores ya ha recibido sus nuevas tarjetas y muchas empresas han comprado los nuevos lectores de cobros para facilitar el uso de este dinero de plástico.
Pero los críticos del cambio de tarjetas de banda magnética a las que tienen chip dicen que el uso de esta nueva tecnología no vale para nada sin un PIN. La Federación Nacional de Comercio (NRF, en sus siglas en inglés) ha mandado una declaracion al Congreso diciendo que esta nueva manera de pagar sin PIN no aporta beneficios suficientes para los pequeños negocios.
“El nuevo equipo para el EMV no previene una quiebra de seguridad en las bases de datos”, dice David French, vicepresidente de relaciones gubernamentales de la NRF. “En muchos casos, no aporta beneficios suficientes ni para los pequeños negocios, ni para sus clientes regulares. Solo es un gasto adicional que están diciendo a los pequeños negocios que tienen que asumir”. De hecho, en este momento de tansición, si los negocios no tienen lector de chip y el cliente si tiene esta tarjeta nueva, son ellos los que se hacen responsables en caso de fraude de identidad o robo y no el banco como antes.
French sostiene que mientras que los chips dificultan la falsificación de una tarjeta, no hacen nada para evitar fraude si la tarjeta es robada. Ahora, el EMV se puede usar con solo una firma, la cual, argumentan, se puede falsificar muy fácilmente. Solo un PIN puede prevenir los dos tipos de fraude.
Esta declaración al Congreso llega justo el día que el Comité de Pequeños Negocios Federal tuvo una audiencia sobre lo que suponen estas nuevas tarjetas con chip para los pequeños negocios. En Estados Unidos, donde se registran la mitad de los fraudes con tarjetas de todo el mundo, esta tecnología llega con muchos años de retraso. En Europa, Asia y America Latina se llevan usando desde hace años una vez que se empezaron a usar en Francia en los años ochenta.