Madres y niños encarcelados en centros de detención deben ser liberados

El símbolo de nuestra nación es la estatua de la libertad no las cercas de alambre de púas, estas vidas vulnerables necesitan nuestra ayuda

menores no acompañados

Crédito: Ross D. Franklin | Getty Images

El año pasado miles de niños sin acompañantes cruzaron la frontera con México hacia los Estados Unidos, arriesgando sus vidas en búsqueda de mejores oportunidades en nuestro país.

Simple y sencillamente estos refugiados buscaban una salida para escapar a la muerte.  Pero políticos de ambos partidos no lo vieron así.  Ante los llamados para deportarlos inmediatamente yo me enfrenté a líderes de mi propio partido y les dije que no deberíamos de deportar a estas madres y niños a su muerte, sino acogerlos en nuestros hogares como si fueran nuestros propios hijos. Para mí, los Estados Unidos está basado en la compasión, la justicia, y en la creencia de que todos somos creados iguales.

Es por eso que yo movilicé a los residentes de mi estado de Maryland y le dimos la bienvenida a más de 5,100 de estos niños en hogares particulares. Esto significa más niños per cápita que cualquier estado en la nación.

Pero por más que las comunidades a lo largo de los Estados Unidos quisieron ayudar a los niños y a las madres que tanto lo necesitaban, miles más fueron deportados y hoy en día miles más siguen encarcelados en centros de detención inhumanos, fríos y sin la atención medica y digna que merecen.

Sin embargo, hace unos meses, una juez federal de Estados Unidos, Dolly Gee, ordenó al Departamento de Seguridad Nacional que liberara a los niños refugiados y a las madres detenidas de estos centros de detención lo antes posible, porque era ilegal hacerlo.

En la orden, la juez Dolly Gee señaló que estos niños no pueden permanecer en estas instalaciones por más de 72 horas a menos de que ellos constituyan un riesgo para los demás o para ellos mismos.

Pero el gobierno federal se rehúsa a dejarlos ir, dando excusa tras excusas para dejarlos encarcelados.

El trato inhumano e injusto de estas personas tan vulnerables no es consistente con nuestros valores como nación, ni con las leyes que protegen a los refugiados.  Y menos aún el razonamiento que ha dado el Departamento de Seguridad Nacional para que permanezcan encarcelados. Alegan que liberarlos provocaría que más refugiados arriesgaran sus vidas para pedirnos ayuda.

No tiene sentido este argumento, es como decir que el encarcelar a los refugiados sirios en condiciones similares, los instaría a quedarse en el terreno violento del que huyen.  Los refugiados no migran, huyen para salvar sus vidas.  Y el símbolo de nuestra nación es la estatua de la libertad, no las cercas de alambre de púas.

Aunque ya no veamos ni sus caras ni sus historias en la prensa, hay que recordar que estas vidas vulnerables necesitan nuestra ayuda y que no podemos dejar de presionar al Departamento de Seguridad Nacional, hasta que los libere y hasta que sus acciones sean consistentes con nuestros valores.

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