Hermanos construyen un imperio restaurantero en el Sur de California

En tres décadas han establecido alrededor de 20 restaurantes especializados en comida mexicana en el sur de California que dan empleos no sólo a sus familias sino a cientos de trabajadores

Los negocios y el fútbol son los principales temas de conversación de los hermanos Ortiz en la mesa. (Araceli Martínez/La Opinión).

Los negocios y el fútbol son los principales temas de conversación de los hermanos Ortiz en la mesa. Crédito: Araceli Martinez | La Opinión

Manuel fue el primero de los 11 hermanos Ortiz que emigró de México a Los Ángeles. “Cuando junté 12,000 dólares después de haber trabajado años para varios restaurantes,  le dije a mi esposa Tere, qué hacemos: compramos casa o ponemos un negocio. Ella respondió un negocio y ahí empezó todo”, recuerda.

Manuel Ortiz abrió el restaurante El Pescador en Bell Gardens en 1983. Nunca le cruzó por su mente que ese negocio sería la punta de lanza para que entre todos los 11 hermanos abrieran una cadena de restaurantes en tres condados del sur de California, Los Ángeles, San Bernardino y Ventura.

Cada uno de los hermanos Ortiz ha sido pieza clave para el éxito de sus negocios restauranteros. (Araceli Martinez/La Opinión).
Cada uno de los hermanos Ortiz ha sido pieza clave para el éxito de sus negocios restauranteros. (Araceli Martinez/La Opinión).

Hoy en día, los 11 hermanos: Manuel, Raúl, Jesús, Carlos, Abel, Eliazer, Gustavo, Vicente, Horacio, Víctor y Alejandro son propietarios de 20 restaurantes de comida mexicana bajo los nombres de El Pescador, Don Chente y Tacos Don Chente que dan empleos a cientos.

“Los primeros años fueron muy difíciles. Yo a veces sentía que las fuerzas me abandonaban y quería doblarme, pero algo me decía que tenía que perseverar y seguir adelante. Yo le había pedido a Dios una fuente de trabajo y no podía darme por vencido”, recuerda.

Y no sólo Manuel Ortiz no se dobló sino que invitó a su hermano Eliazer “Chel” Ortiz a ser su socio, con cero centavos, sólo trabajo, pero Abel, el quinto hermano sí le entró con dinero. “Así fue como nos pudimos hacer de la propiedad”, dice.

De lavaplatos a propietarios

El restaurante comenzó a atraer a Los Ángeles al resto de los hermanos que vivían en México y todos invariablemente empezaban en el oficio más pesado, como lavaplatos.

Cada vez que llegaba un nuevo hermano, le dejábamos los platos y sin tener un libro, todo fue saliendo”, cuenta Vicente Ortiz, quien recién abrió su restaurante Chente de alta cocina mexicana en pleno centro de Los Ángeles. “Llegué a los 19 años a trabajar con mis hermanos como lavaplatos y comencé a aprender el oficio”, dice Vicente, a quien todos consideran el portavoz de la familia.

En el menú de los restaurantes de los hermanos Ortiz se puede leer la historia de sus orígenes. (Araceli Martinez/La Opinión).
En el menú de los restaurantes de los hermanos Ortiz se puede leer la historia de sus orígenes. (Araceli Martinez/La Opinión).

Los Ortiz son hijos de Carlos e Isidra Ortiz ya fallecidos. El padre, Carlos Ortiz fue bracero y nueve veces vino de Jalisco a trabajar a los campos de California. Hasta que regresó a México cuando Manuel Ortiz, el hijo mayor tenía 9 años. La pareja no retornó a vivir a Estados Unidos hasta que sus hijos alcanzaron el sueño americano.

“Nosotros somos conservadores y emprendedores. Lo heredamos de mi padre que era muy ahorrador y mi mamá era muy emprendedora, una comerciante que vendía ropa y oro cuando éramos pequeños. De repente llegaba mi papá a la casa y se encontraba con una sala nueva que mi mamá había comprado con el dinero que sacaba de lo que vendía”, recuerda Vicente Ortiz.

No fue hasta que llegaron a Los Ángeles cuando aprendieron a cocinar de manera comercial. “En la casa como éramos puros hombres, todos nos cocinábamos. No éramos unos inútiles,  el agua no se nos quemaba, pero todo lo que aprendimos de comida fue aquí”, observa riendo el portavoz de los Ortiz.

La llave del éxito

Los hermanos coinciden en que la perseverancia y el adaptarse a los cambios han sido la clave de su éxito. “Hemos mejorado administrativamente, siempre tratamos de prepararnos para los tiempos nuevos. No es lo mismo cuando iniciamos en 1983. Las ciudades y los grupos étnicos han cambiado. Hay más competencia, la clientela es más exigente y los empleados han sido clave, sin ellos no existiría El Pescador”, dicen.

Vicente Ortiz recalca que todos y cada uno de los hermanos, sin escatimar, han sido pieza clave para el crecimiento de los negocios. “Cada uno tiene virtudes diferentes, que se complementan“, interviene Manuel Ortiz.

Los hermanos Ortiz comentan que aunque nunca planearon trabajar juntos en la industria restaurantera, les gusta porque les ayudan a mantener la unidad familiar. “En vida, nuestros padres tuvieron oportunidad de ver lo que habíamos logrado, de vernos unidos y se fueron orgullosos y felices”, dice Manuel Ortiz.

Eliazer Ortiz completa que cuando todos los hermanos se juntan hay dos tipos de plática: las situaciones cotidianas de los negocios, los planes y proyectos y mucho fútbol. “Todos le vamos a las Chivas Rayadas del Guadalajara, menos uno que dice que le va al América para hacernos enojar”, comenta divertido.

Religiosamente los 11 hermanos y sus familias se juntan en la casa que era de sus padres en Downey todos los lunes y miércoles, y en fechas como Navidad y Año Nuevo. “Nadie vive ahí, pero se conserva intacta con los mismos muebles y nos reunimos en la casa de mis padres porque al hacerlo, sentimos su presencia”, añade Vicente Ortiz.

Dios por delante

Todos emigraron de México atraídos por el éxito que el hermano mayor Manuel Ortiz comenzaba a tener con su primer restaurante. (Araceli Martínez/La Opinión).
Todos emigraron de México atraídos por el éxito que el hermano mayor Manuel Ortiz comenzaba a tener con su primer restaurante. (Araceli Martínez/La Opinión).

A medida que han crecido en los negocios, los Ortiz se apegaron más a su fe católica. Manuel Ortiz es presidente del Movimiento de Misioneros Católicos de Los Ángeles y su hermano Vicente está a punto de relevarlo en el cargo. “Por qué no hacer ese trabajo social si Dios ha caminado siempre de nuestro lado”, puntualiza Vicente Ortiz.

La Dinastía Ortiz

Ahora son los hijos de los hermanos Ortiz los que comienzan a tomar las riendas de los negocios. Como sus padres han iniciado desde abajo en el fregadero de platos. Carlos Ortiz Jr tiene dos negocios en Oxnard. “Desde los ocho años trabajó en esto. Hemos aprendido a luchar mucho y ser constantes”, dice.

Jesús Ortiz padre y su hijo Jesús Jr tienen su restaurante en Fillmore, y Eliazer Jr. de 25 años apoya a su padre en el restaurante de Bell Gardens. “Absorbo todo lo que pueda porque me gustaría tener mi propio negocio. Lo más importante que hemos aprendido los sobrinos es la ética del trabajo, a no rajarnos, a estar aquí 100%”. Y para que la gente no falte, “no hay nada como la buena comida y el buen servicio pero sobre todo ser genuinos y auténticos”, anota Eliazer Jr.

Los sobrinos aseguran que habrá Ortiz para rato. “Solo que nos gustaría que nuestros hijos vayan a la universidad, y que sean propietarios de negocios con un título en la mano”, coinciden mientras que al fondo del restaurante El Pescador de West Covina, propiedad de Alex Ortiz, el hermano más chico, se escuchan las risotadas de los hermanos quienes sentados en una larga mesa en la que apenas caben, bromean y platican entre ellos como grandes amigos y compadres.

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