Cada vez hay más latinas trabajando en campos dominados por hombres
A pesar de los progresos, las latinas en EE UU sigue enfrentando desigualdades laborales y sociales
Durante 16 años los pasajeros del tren ligero de la Línea Azul, que viaja del centro de Los Ángeles a Long Beach, se toparon con la sonrisa de Gladis Reilly, una salvadoreña que es experta operando tranvías.
Cada Navidad, ella recibe chocolates, tarjetas de regalo y sodas de quienes aprecian su trato amable.
“Es algo que se me ocurre hacer, cuando viene alguien en sillas de ruedas me salgo de la cabina para empujarlo”, dice quien desde hace 26 años labora en el sistema de transporte público de Los Ángeles.
Ahora hay 26 latinas entre los 349 operadores de trenes en este condado (7.7% del total), una cifra que Reilly ha visto crecer a lo largo de los años. Ella entrenó a varias mujeres interesadas en este oficio.
“No nos da miedo trabajar de noche, ni hacer más de lo que tenemos que hacer”, afirmó.
Se necesitan más mujeres
En distintos campos laborales dominados por hombres, cada vez más hispanas aportan su talento, pero siguen lejos de alcanzar su representación poblacional y de llegar a suficientes cargos de liderazgo.
Mientras la Policía de Los Ángeles (LAPD) tiene 882 latinas entre 9,856 agentes (casi 9%) y algunas están a cargo de sus estaciones, en el Cuerpo de Bomberos de esta ciudad (LAFD) apenas hay 11 hispanas.
“Estamos esmerándonos para contratar a más mujeres”, aseguró David Ortiz, portavoz del LAFD, dependencia integrada por 3,253 elementos, de los cuales la gran mayoría son hombres blancos.
También la Agencia Metropolitana de Transporte de este condado (Metro) quiere ver a más mujeres en sus múltiples proyectos de construcción y les está ofreciendo entrenamiento.
“Es una nueva puerta que se abre para ellas”, mencionó José Ubaldo, vocero de Metro.
Mujeres sobre rieles
A Reilly la oportunidad en Metro le llegó cuando era niñera, un oficio que desempeñó desde que llegó de El Salvador a la edad de 18 años. Un día le preguntó a una conductora de autobuses cómo podía ser su colega y ella le ayudó en ese proceso. Su primera ruta fue la 66, que viaja de oeste a este.
De 56 años, Reilly se graduó de la secundaria en su país y aquí aprendió inglés leyendo, conversando, viendo programas de TV y escuchando música country. “A mí me gustan los retos”, señaló.
Una década después de manejar autobuses por el centro de Los Ángeles, pidió otra responsabilidad: operar los trenes de la Línea Azul, donde llegó a ser la mujer de mayor antigüedad laboral.
Ahora recibe entrenamiento para laborar en la nueva extensión de la Línea Dorada del tren ligero, que llega a Azusa.
A mediados de marzo, la plana mayor de Metro le reconoció sus gestos con los pasajeros, como cargar las bolsas de los ancianos, ayudar a los inválidos o esperar a los que vienen demorados.
“Las latinas no miramos color, somos igual con todo mundo”, afirma ella.
Actualmente, el 27% de los operadores de trenes en el condado Los Ángeles es mujer.
Antes de abordar uno de los flamantes trenes de la Línea Dorada, Reilly inspecciona el exterior de la locomotora, que ella conduce con orgullo.
“Lo que más me gusta de este trabajo es ver los vagones que vienen detrás de mí y me acuerdo cuando llegué a este país sin saber manejar”, dice.
Progresan ellas, progresamos todos
Una de cada cinco mujeres en Estados Unidos es latina y se proyecta que para el año 2060 este grupo constituirá casi un tercio de la población femenil.
“Por lo tanto, el futuro del país está ligado al futuro de estas mujeres y niñas”, asegura un análisis sobre ese grupo que en 2015 publicaron la Casa Blanca y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Si bien las latinas han tenido progresos en los últimos años, subiendo su tasa de graduación más de 14%, elevando entre el 30% y el 40% su presencia en profesiones de enseñanza, abogacía, medicina y administración y siendo dueñas de 1.9 millones de negocios, aún hay muchas barreras por superar.
En 2011, el 37% de las hispanas no tenía seguro médico, una cuarta parte vivía por debajo del nivel de pobreza, sus sueldos eran más bajos y se graduaban menos que cualquier otro sector social.
La situación es más grave para las migrantes, expone la líder sindical Alejandra Valles.
“La mujer migrante es mucho más vulnerable por ser migrante, por ser documentada o no, muchas no hablan inglés y vemos que están por debajo del nivel de pobreza y de oportunidades”, dijo Valles.
La diferencia está en el sueldo
Las latinas que trabajan a tiempo completo durante todo un año sólo obtienen 57 centavos por cada dólar que devengan los hombres blancos, según el reporte de la Casa Blanca y UCLA.
De hecho, ellas ganan menos que las mujeres de otras razas en todos los niveles educativos.
“Todos perdemos cuando a una mujer no se le paga igual que a su contraparte”, recalcó Helen Ortiz, directora ejecutiva del grupo Hispanas Organizadas para la Igualdad Política (HOPE).
“Si las latinas que son una gran parte de la fuerza laboral del condado de Los Ángeles no reciben los mismos sueldos que los hombres o incluso que otras mujeres, todos perdemos: nuestros negocios por la caída de las ventas, nuestro gobierno por la reducción fiscal y la capacidad de nuestras familias de ser económicamente fuertes y tener la oportunidad de crear riqueza para las futuras generaciones”, dijo.
El nivel académico está ligado a los empleos de las hispanas. En 2010, sólo el 42% de las latinas de 25 a 34 años graduadas de la secundaria tenía trabajo, pero ellas ganaban $1,000 menos que otras mujeres.