Marchas proinmigrantes declaran Los Ángeles ‘libre de odio’
Este domingo Trump era el villano favorito, remplazando al de 2006, Jim Sensenbrenner, el autor de la HR-4437
Declarando a Los Ángeles una ciudad “libre de odio”, cientos de inmigrantes marcharon de manera pacífica este domingo en el décimo aniversario de la multitudinaria caminata que en 2006 pidió la legalización de 11 millones de indocumentados, un asunto que sigue pendiente.
En esta ocasión, uno de los puntos centrales de las manifestaciones fue oponerse a la postura antiinmigrante del candidato presidencial republicano Donald Trump, cuya presencia en Costa Mesa y Burlingame esta semana desató violentas protestas que concluyeron con al menos numerosos arrestos y varios heridos.
Al cierre de esta edición, la Policía no reportó incidentes en ninguna de las tres marchas organizadas por distintos grupos proinmigrantes. Dos de éstas cruzaron el centro angelino y una más partió del este de la ciudad.
La manifestación más nutrida inició poco después de la 1:30 p.m. de la esquina de las calles Hope y 11, y concluyó en la Placita Olvera, haciendo un recorrido de unas tres millas. Al mediodía, otra marcha repitió el camino de la caminata de 2006, la calle Broadway, para concluir en la Alcaldía.
Los gritos de “¡Aquí estamos y no nos vamos!” y “¡Sí se puede!” volvieron a escucharse en las calles del centro como hace una década, en la que más de medio millón de almas repelieron la propuesta de ley HR-4437, que pedía criminalizar a los indocumentados y castigar a quienes les brindaran ayuda.
Dump Trump
Figuras de Trump fueron algunas de las expresiones con las que los manifestantes rechazaron los constantes ataques del magnate a los inmigrantes hispanos.
“Es una persona enferma”, dijo Ema Torres, quien cargaba una piñata basada en la imagen del aspirante a la Casa Blanca y que tenía tachada la palabra “vota”.
Este domingo Trump era el villano favorito, remplazando al de 2006, Jim Sensenbrenner, el autor de la HR-4437. “Dump Trump” (Tiren a Trump) decía uno de tantos carteles dirigidos al polémico candidato.
Un muñeco inflable del candidato republicano de unos 16 pies de altura recorrió la calle Broadway.
“Estamos demandando que se detenga la retórica racista que se usa en los debates presidenciales”, dijo Ana García, coordinadora de políticas del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN).
Los organizadores de la marcha que recorrió las calles 11 y Los Ángeles, repartieron playeras con la frase “Soy un vendedor…” (refiriéndose a la afirmación de Trump que de México solo vienen vendedores de droga y criminales). Por detrás, éstas aclaraban: “Soy un vendedor de cambio. Soy latino y voto”.
Impulsan el voto
A seis meses de la elección presidencial, la palabra “Vota” se mostró en una enorme pancarta en la vanguardia de esa caminata. Un récord de 27.3 millones de latinos serán elegibles para sufragar.
“El candidato que nos ataca no es bienvenido y no tendrá nuestro voto”, sentenció Jorge Mario Cabrera, vocero de la Coalición Pro Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), uno de los organizadores.
Con un maniquí que vestía una camiseta que decía “Yo amo a los inmigrantes”, el artista Artevisto avanzó a pie por el centro de Los Ángeles. Él dijo que esa imagen le era familiar en la ciudad fronteriza en la que vivió y donde así cargaban a las mujeres adultas para cruzar el Río Bravo.
“Esto significa el apoyo uno al otro, unos levantando a otros”, explicó.
Se hondearon banderas mexicanas y de países centroamericanos, pero no más que las de este país.
“Yo la porto con orgullo aunque Trump me haga algo, aquí me quedo”, dijo José Pérez, un jornalero que se caracterizó de indígena y que en lo alto de un palo amarró el lábaro azteca.
A José Lagunas se le ocurrió ponerse una máscara de luchador, un sombrero de palma y una camiseta con el rostro del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, para salir a defender a su comunidad.
“Yo fui indocumentado por 20 años”, dijo el inmigrante. “Lo que Trump dice es un desastre”.
Diversas causas se agregaron a las manifestaciones, como el aumento al salario mínimo, la brutalidad policiaca, el respaldo al candidato demócrata Bernie Sanders y el boicot contra una cadena de ropa.
Reforma migratoria
La causa que defendía Mireya González fue la que congregó a miles hace una década: una reforma migratoria.
Por ahora, ella se conforma con ser beneficiara de la Acción Diferida para Padres (DAPA), que otorgaría permios de trabajo a cinco millones de inmigrantes. Se espera que este verano la Corte Suprema de Justicia emita un fallo sobre la demanda contra esa medida impulsada por el presidente Barack Obama.
“Seguiría estudiando y mi esposo podría trabajar con una licencia”, dijo la vecina de San Bernardino y madre de tres niños estadounidenses. “Cambiaría mucho mi vida”.