El México de las contradicciones

OP-Ed por David Lara Catalán

Bandera de México

Bandera de México Crédito: Getty Images

¿Que yo me contradigo?

Pues sí, me contradigo. ¿Y qué?

(Yo soy inmenso, contengo multitudes):

Walt Whitman

En México se tejen ya los hilos para el gran escenario electoral presidencial de 2018 –junto con la presidencia estarán en juego, además, 9 gubernaturas, el Senado y la Cámara de Diputados-, ese que se construye cada seis años y que como cada seis años espera al gran Mesías, al gran redentor, el que nos habrá de sacar de la pobreza, el que eliminará de tajo la delincuencia en sus diversas formas: narcotráfico, secuestro, extorsión, trata de mujeres y hombre, niños y niñas. El mismo Mesías que nos dará empleo y mejores salarios, el que erradicará la corrupción y la impunidad. Sin duda, es el mismo que nos dará mejor educación y aumentará la productividad con su toque mágico y lleno de buenas intenciones. Desde luego es la voz de un sector, bastante amplio, mayoritario, particularmente con grandes aspiraciones pero pasivo e ignorante.

Existe otro sector que espera que el estado de cosas no cambie, que sólo se matice un poco pero que en general permita la continuidad de lo ya establecido. Ese sector espera que siga siendo rentable la actividad política: hoy diputado, mañana senador o tal vez gobernador, ya de menos aunque sea regidor. Es el sector preocupado en el discurso por el desarrollo de los más necesitados, es el mismo que teoriza y contempla la pobreza y los diversos problemas sociales viajando en un Lear Jet; con cargo al erario, desde luego.

Otro sector no deja de academizar la vida pública, en las aulas y en los medios masivos de información, especula respecto de los diversos escenarios económicos, políticos y electorales con tal precisión que su palabra se trastoca en palabra de Dios. Critica de modo radical las formas de hacer política y su mirada astuta le dice, sin embargo, que mantenga una sana distancia, puede pasar cualquier cosa y es importante estar bien con todos. Existen muchos otros sectores, fragmentados por lo general, existen incluso aquellos que nuestra imaginación no alcanza siquiera a percibir.

Cada sector o cada persona desea, sin duda, un modelo de país. Es un modelo contradictorio y plural, lleno de visiones antagónicas y pleno de intereses faltos de coincidencia. El México que tenemos ante nuestra mirada es tan heterogéneo y plural que se asemeja a la torre de Babel: todos hablando lenguajes distintos y desinteresados en comprenderse recíprocamente. Es fundamental la desorganización porque ya lo demostró la misma torres de Babel: los grupos sociales organizados pueden llegar a límites insospechados.

Al interior de esa confusión se mece un México “militarizado” haciendo las veces de policía. De acuerdo con la Ley de Seguridad Interior, aprobada la semana pasada, las fuerzas armadas pueden intervenir cuando haya amenazas a la seguridad nacional por falta de colaboración de las entidades o municipios en aras de la seguridad nacional. Lo cual es un tema bastante recurrente, así que… Al mismo tiempo se mece un México amenazado de que cualquier persona que publiqué en redes sociales acusaciones contra el gobierno puede ser sancionado con multas o cárcel.

Evidentemente, México es como lo dice el poema de Whitman: contiene multitudes y se contradice. La tarea enorme, si se quiere ver así, es descifrar esas grandes contradicciones, percibir con mirada atenta y responsable el sin número de Méxicos que existen y coadyuvar realmente en el crecimiento de cada uno de ellos. Y si la tarea se nos complica entonces, dado que ya se acerca la temporada navideña y de Reyes, pedir con suma fe que alguien nos haga el favor de que  algunos de nuestros sueños se puedan cumplir. Al menos en nuestro imaginario no nos han fallado nunca.

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