La agenda de equidad en la región: visión desde la OEA

"La Inclusión Social es el proceso para alcanzar la Equidad, y el acceso pleno a los Derechos Humanos es la estrategia para lograrlo”.

Dialogué recientemente a la Dra. Betilde Muñoz–Pogossian, alta funcionaria de la Oorganización de Estados Americanos (OEA), sobre los desafíos y avances de la equidad e inclusión social en las Américas.

El empoderamiento de las mujeres, la erradicación del hambre y la pobreza, la inclusión de las comunidades y personas en situación de vulnerabilidad a veces tratadas como ciudadanos de segunda categoría, de las personas afrodescendientes e indígenas que no tienen acceso equitativo a los servicios y beneficios, de la comunidad LGTBI y los derechos humanos en general donde quiera que estén siendo vulnerados, son precisamente los temas que ocupan la agenda de Betilde Muñoz-Pogossian y constituyen su gran pasión.

En esta entrevista realizada en Washington DC, la Dra. Muñoz-Pogossian, Directora del Departamento de Inclusión Social de la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad de la Organización de Estados Americanos (OEA), nos explica los avances y principales desafíos de la agenda de equidad en las Américas:

¿Qué entendemos por equidad? ¿Cuáles son los temas clave en la agenda de equidad en las Américas?

Todos los seres humanos, desde la infancia, sabemos cómo se sienten las situaciones de inequidad; esas en las cuales, por razón de sexo, raza, edad, estatus migratorio, etnia, orientación o identidad sexual, una persona es privada de sus derechos, y su acceso a bienes o servicios en una sociedad. Todos somos iguales ante la ley, eso es una obligación básica de los estados democráticos. Pero la equidad es otra cosa. La equidad es consciente de las diferencias entre cada individuo, de las trayectorias de vida que con frecuencia impiden que todos tengamos las mismas oportunidades. Apunta a generar condiciones para nivelar el piso de forma que todos puedan efectivamente tener acceso a la educación, salud, vivienda, protección social, mercados de trabajo, a los beneficios del desarrollo a lo largo de todo el ciclo de la vida, y, en definitiva, a disfrutar de todos sus derechos humanos. En vista de que nuestra región continua siendo la más desigual del mundo, la Secretaría General de la OEA ha decidido priorizar los esfuerzos para fomentar la equidad y asegurar más derechos para más gente.

Además de la erradicación de la pobreza y pobreza extrema, la agenda de equidad regional debe estar enfocada en la inclusión social de poblaciones en situación de vulnerabilidad. El énfasis debe estar en promover y asegurar el goce de los derechos humanos de la niñez y la juventud, las personas afrodescendientes e indígenas, las personas LGTBI, las personas con discapacidad, y continuar moviendo la agenda de equidad entre mujeres y hombres, que es donde más avances hemos tenido, pero donde falta también mucho por hacer.

Este trabajo debe enfocarse, por un lado, en generar condiciones de real democracia donde todos estos colectivos pueden también, al igual que otros miembros de la sociedad, disfrutar de sus derechos civiles y políticos, a saber, elegir y ser electos, influir en los procesos de toma de decisiones de políticas públicas, incidir en la agenda de debate político, entre otras cosas. Por otro lado, la agenda regional de equidad debe profundizar y afinar las políticas públicas que se han venido encaminando para asegurar un goce igualitario de los beneficios del crecimiento y desarrollo. Pero también se requiere de un paso más en materia de derechos sociales. Se requiere voluntad política para efectivamente lograr una plena inclusión socio-productiva de estas poblaciones, y para asegurar que puedan gozar de una vida libre de discriminación.

Esto al final tiene también todo que ver con la capacidad de ejercer derechos civiles y políticos. ¿Qué ser humano que tiene que proveer por sus necesidades básicas de alimentación, vivienda o salud puede efectivamente disputar por cargos en una elección o insertarse en el campo político? La discusión sobre que priorizar es de cada país. El hecho es, sin embargo, que la existencia de inequidades socioeconómicas que se replican en asimetrías de poder en la esfera política tiene un impacto perjudicial para la estabilidad de las democracias y para los niveles de confianza que los ciudadanos tienen en las instituciones políticas. Esto es algo que debe preocuparnos.

¿Cuál progreso habría que celebrar? ¿A cuál desafío habría que ponerle prioridad?

Uno de los logros más importantes en los últimos años ha sido el haber movido un poco la balanza en favor de la equidad de género. El derecho de las mujeres a votar es hoy la norma en todos los países de las Américas, y los marcos legales también garantizan su derecho a ser electas. Según datos de CEPAL, el promedio de legisladoras nacionales aumentó de 9 por ciento a 25 por ciento entre 1990 y 2015, y prácticamente todos los países de nuestra región han adoptado alguna reforma legal para implementar la cuota o la paridad, algunos incluso ya han legislado por el financiamiento político dirigido a candidaturas femeninas. Esto se ha visto manifestado en mayores niveles de representación de mujeres en las legislaturas nacionales, mayor presencia en carteras ministeriales, y aunque en 2018 solo tendremos una mujer dirigiendo el destino de su país en Trinidad y Tobago, hemos ya tenido un número de mujeres como jefas de estado en países latinoamericanos.

El desafío pendiente al que debemos darle prioridad es en realidad una deuda histórica que tenemos los países de la región. En las Américas hay aproximadamente 200 millones de afrodescendientes y 50 millones de indígenas, estos millones de personas se encuentran entre los grupos en situación de mayor vulnerabilidad en el hemisferio. El 90% de estas poblaciones en los países de la región viven en pobreza y pobreza extrema, y en muchos casos no gozan de acceso universal a los servicios de salud, educación, vivienda, agua potable. A su vez, se perpetúa el fenómeno de la subrepresentación política en los puestos de toma de decisión, desde la oferta hasta el ejercicio del poder, y esto generalmente se traduce en la formulación de políticas públicas que no consideran la especificidad étnica de la población. Esto de nuevo afecta la representatividad de las decisiones que salen del sistema político, y la confianza en la democracia.

¿En qué ejes orienta la OEA su trabajo para promover la agenda de equidad en la región?

Desde la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad, y el Departamento de Inclusión Social de la OEA, nos dedicamos a apoyar a los Estados miembros en sus esfuerzos por atender el fenómeno de la desigualdad de manera integral, inclusiva y sostenible, tomando en cuenta lo establecido en la Carta de la OEA, la Carta Social de las Américas, la Carta Interamericana Democrática, el Protocolo de San Salvador y la diversidad de instrumentos interamericanos en materia de derechos. Desde la OEA, el trabajo para avanzar en materia de equidad se enfoca en tres líneas de acción:

1. Apoyar esfuerzos de diálogo político intersectorial de alto nivel para potenciar las capacidades nacionales, tanto institucionales y humanas, así como fomentar el intercambio de lecciones y soluciones orientadas al desarrollo de estrategias y políticas públicas efectivas, que contribuyan al pleno ejercicio de todos los derechos humanos de los habitantes de la región.
2. Impulsar y fortalecer estrategias eficaces de cooperación y generación de alianzas entre los países de la región con el objeto de promover la inclusión social, el ejercicio de derechos económicos, sociales y culturales para contribuir a la erradicación de la pobreza, en particular de la pobreza extrema, y revertir situaciones de desigualdad y discriminación, y finalmente,
3. Acompañar a los países de la región en el cumplimiento de las obligaciones contenidas en los marcos normativos hemisféricos en materia de desarrollo, inclusión social y no discriminación de grupos en situación de vulnerabilidad, para lograr la tutela efectiva de los derechos humanos.

Desde la OEA entendemos la equidad como el fin, la inclusión social como el proceso para alcanzarla, y el acceso pleno a los derechos humanos ya consagrados en los marcos jurídicos interamericanos como la estrategia para lograrlo.

Al finalizar esta conversación con la Dra. Betilde Munoz-Pogossian, es claro que, aunque falta mucho, ha habido importantes avances en nuestra región para garantizar más equidad. También es claro que tenemos herramientas para hacerlo. Por medio de legislación, medidas administrativas y políticas publicas con perspectiva de derechos humanos, se pueden ir revirtiendo las situaciones de inequidad. El trabajo es sin duda monumental, y urgente porque estamos hablando de seres humanos con frecuencia en situaciones muy vulnerables, sin embargo, es trabajo que vale la pena hacer porque nos acerca a tener cada vez mejores democracias, y mejores sociedades.

Nota: Los puntos de vista son a título personal. No representan la posición de la OEA.

(Geovanny Vicente Romero es un analista político, consultor internacional y profesor establecido en Washington D.C. Comentarista político en medios como BBC. Es el fundador del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Sigue a Geovanny en Twitter @GeovannyVicentr.)

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