“Yo lamento que la marca latinoamericana más importante ya no sea el Che Guevara sino Pablo Escobar”

El autor peruano Juan Manuel Robles explora los espejismos de la nostalgia para responder a una pregunta: ¿estamos seguros que aquello que recordamos no es un engaño?

Juan Manuel Robles, un escritor latinoamericano que duda de la nostalgia.

Juan Manuel Robles, un escritor latinoamericano que duda de la nostalgia. Crédito: Martin Riepl/BBC

Tatuado en la espalda, sobre un taparrabos infame, todavía se puede leer el código del fabricante: © Mattel Inc. 1981. Taiwan.

Debieron pasar más de 20 años para que el poderoso He-Man fuera rescatado del fondo de un baúl lleno de juguetes condenados al olvido.

Y aunque hoy le cruje la cintura y lleva el cabello mal teñido de rubio, el príncipe de Eternia ha terminado por desarrollar una habilidad que nunca tuvo en la serie animada.

“Se ha convertido en un atajo sensorial para trasladarse en el tiempo”, dice el escritor peruano Juan Manuel Robles mientras examina al héroe de plástico.

Considerado por el Bogotá39 como uno de los escritores latinoamericanos más talentosos de su generación, Robles explora los terrenos de la nostalgia en su novela “Nuevos Juguetes de la Guerra Fría”.

Espadas fantásticas, rayos láser y extraterrestres pueblan el libro al igual que invadieron las fantasías de los niños del continente durante la década de los 80 y principio de los 90.

En aquel momento, la imaginación era también un territorio a conquistar en la guerra ideológica que dividía al mundo.

“Pensamos que nuestros recuerdos son como cajitas sólidas que nadie te puede quitar o cambiar, pero hay métodos para hacerlo y ni siquiera son sofisticados”, advierte Robles.

Cassette

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Robles explora los terrenos de la nostalgia en su novela “Nuevos Juguetes de la Guerra Fría”.

¿Son acaso algunos de nuestros recuerdos solo una mentira que hemos decidido creernos?

A continuación presentamos el encuentro del escritor con BBC News Mundo, que fue también un recorrido por esa casa de espejos que es nuestra memoria.


Series como Stranger Things o Cobra Kai son un éxito, se han agotado las reediciones de los antiguos Nintendo, y hasta se venden otra vez juguetes ochenteros, ¿vivimos una época obsesionada con el pasado?

Es que la nostalgia está compuesta básicamente por elementos que contienen la belleza y el confort del instante que viviste.

Son sensaciones encapsuladas que de pronto se activan y te trasladan a casa de tus padres, con tu abuela que seguía viva o a tu barrio cuando todavía no se había maleado.

¿Y dónde queda ese viejo refrán que dice, “nunca regreses al lugar en el que fuiste feliz”?

Al contrario, ahora hay toda una industria de la nostalgia.

Recuerdo que fui al cine para el estreno de los Transformers. Cuando Optimus Prime dijo “Autobots, transfórmense y avancen”, los que tenían más de 30 años aplaudían.

Esas cosas te conectan con una época químicamente pura. Luego la vida se vuelve confusa, pero esos recuerdos se mantienen nítidos.

Pero los 80 fueron tiempos de crisis y violencia en la región, especialmente en Perú, ¿acaso se puede sentir nostalgia por eso?

Nostalgia y trauma están muy cerca. Son casi de la misma familia. Cuando un hecho se combina con el miedo, se recuerda más. Siempre digo que en Perú la memoria del corazón es un He-Man y un coche bomba. Eso no quita la belleza ni la belleza quita el horror.

Super Nintendo

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Se han agotado las reediciones de los antiguos Nintendo, y hasta se venden otra vez juguetes ochenteros. ¿Vivimos una época obsesionada con el pasado?

Aunque en tu novela desarrollas la idea de que incluso hay que dudar de esos recuerdos.

Sí. A mí lo que me interesaba era dar cuenta de lo maravillosa, fantástica y maleable que es la memoria individual. Incluso puede ser falso aquello que creemos recordar con la mayor nitidez.

¿Y dónde entra He-Man en esa ecuación?

Para mi generación, verlo es reconocer a alguien que dejaste de ser. Algo que perdiste. Yo lo llamo un ancla de la memoria.

Y para mí también lo son el Che Guevara y Camilo Cienfuegos.

G.I Joe vs Cobra

Al igual que el personaje central de su novela, Juan Manuel Robles estudió en un colegio para niños cubanos en Bolivia.

Entonces el país andino abrazaba el libre mercado bajo el que sería el último gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1985-1989).

Su colegio, en cambio, iba en sentido contrario.

No éramos escolares sino pioneros. Los primeros soldados”, señala el escritor peruano a BBC News Mundo.

“Nos educaban en la idea de que, cuando Estados Unidos invadiera, ahí estaríamos nosotros. Con o sin arma”, asegura.

Mientras la mayoría de jóvenes de la región soñaba con viajar a Disney o celebrar su cumpleaños en un McDonald’s, Robles visitaba La Habana.

Sin embargo, hasta para un niño socialista, los juguetes del “imperio” seguían siendo los preferidos.

“Los íconos del capitalismo fueron insuperables”, recuerda el autor.

“Era toda la tecnología del consumo dirigida a que tuvieras una figura de acción entre las manos”, apunta.

La Habana

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Mientras la mayoría de jóvenes de la región soñaba con viajar a Disney o celebrar su cumpleaños en un McDonald’s, Robles visitaba La Habana.

Y para jugar a la guerra, no había mejores soldados que los heroicos G.I Joe, que defendían los colores de Estados Unidos, y sus enemigos, la organización Cobra.

Juan Manuel y sus amigos preferían ser los Cobra.

A inicios de los 90 perdieron esa guerra.

Hijos del socialismo

Si los pioneritos eran pequeños soldados, ¿te sentiste derrotado con la caída del bloque comunista?

Era algo que se sentía en casa. Recuerdo a mi papá puteando porque apareció la primera Miss Unión Soviética. La utopía que teníamos se fue perdiendo o desdibujando.

De niño es igual difícil entender qué es eso de las ideologías.

Cuando eres niño te maravillas con las cosas y son los padres los que tienen la responsabilidad de ser como nuestros arquitectos. Tú solo te dejas llevar por lo que es “cool”, como la figura del Che, por ejemplo.

Y entre un Che y un He-Man, ¿cuál de las dos imágenes prefieres?

Es una pregunta difícil. A mí me gustan mucho los símbolos y me sigue fascinando cómo sobrevive el Che. Yo ya no soy chico, yo ya no soy jovencito y el Che sigue ahí.

Sí, pero sobrevive también estampado en una camiseta confeccionada por niños de Bangladesh.

Pero eso no es culpa del Che sino de aquel que usa su valor simbólico. Sin embargo, los tiempos han cambiado y yo lamento que la marca latinoamericana más importante ya no sea el Che Guevara sino Pablo Escobar.

¿Y qué ha pasado con tu generación de pioneritos?

Es curioso porque muchos terminaron metidos en el mundo de la publicidad y se volvieron ricos. La intelectualidad de izquierda es un gran entrenamiento en los símbolos. Lo corporativo adoptó todo.

Che

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“Cuando eres niño te maravillas con las cosas y son los padres los que tienen la responsabilidad de ser como nuestros arquitectos. Tú solo te dejas llevar por lo que es “cool”, como la figura del Che, por ejemplo”.

Es entonces como si el vencedor terminara por usar los símbolos del derrotado… digamos, los romanos usaban los dioses griegos.

Los sueños de los pioneros también fueron cambiando. Los de los 80s estaban concientizados para cambiar el mundo, para sembrar solidaridad.

Con los años, lo que empezaron a querer apenas terminado el colegio era convertirse en barman.

Recuerdos falsos

“Luke, yo soy tu padre”, debe de estar entre las frases más memorables en la historia del cine.

Y, sin embargo, es falsa.

Darth Vader, el temible villano de “Star Wars”, nunca la pronuncia.

¿Por qué millones compartimos el mismo recuerdo?

“Lo llaman el efecto Mandela“, explica Juan Manuel Robles.

El curioso nombre de esta teoría se acuñó cuando se popularizó la idea que Nelson Mandela falleció en prisión en los 80s y que por tanto nunca fue presidente de Suráfrica.

De tanto repetirlo, incluso algunos de quienes sabían que la información era escandalosamente errónea comenzaron a dudar.

Otros hasta aseguraron haber visto la noticia de la muerte por televisión.

“Para cambiar una memoria solo necesitas entrar a ella e ir añadiendo elementos”, explica Robles a BBC News Mundo.

Por ejemplo, si evocas un momento de tu infancia y alguien asegura falsamente que entonces llevabas una camiseta roja, lo negarás la primera vez, pero eventualmente, cuando revisites esa memoria, te verás usándola.

“La memoria que no has revisitado se mantiene intacta. Aquella que visitas permanentemente se estira y adapta, como un chicle”, agrega el escritor.

Hoy la memoria es un territorio bajo asedio.

Las redes sociales nos bombardean permanentemente con noticias falsas que ponen en duda muchas de nuestras certezas.

Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) publicado en marzo de 2018 concluye que las noticias falsas se propagan más lejos, rápido, profunda y ampliamente que la verdad.

Y los principales responsables no son “bots” programados, sino usuarios de redes sociales que las comparten.

“Lo peor es que, aunque hoy tenemos cantidad de información para contrastar, la gente ha decidido aceptar el montaje”, dice el autor.

“Por ejemplo, regresemos a la serie Narcos. Muchos creen, o quieren creer, que se están informando sobre Pablo Escobar a pesar de las reducciones y mentiras evidentes”, afirma.

Los recuerdos no están tallados en piedra.

Memoria del futuro

Quien controla el presente, controla el pasado. Y quien controla el pasado, controla el futuro”, decía George Orwell en la novela “1984”.

¿Crees que la nueva generación nativa digital generará recuerdos de manera distinta a las anteriores?

Actualmente los chicos se acostumbraron a revisar su línea de tiempo en redes sociales como si se tratara de la memoria de su vida.

La curadora de estos recuerdos ya no es más la madre con sus álbumes de fotos familiares sino un algoritmo.

Y las aplicaciones parecen haber reemplazado a los juguetes.

Nosotros somos de una generación de objetos físicos. Los tienes o los pierdes.

Y es todavía un misterio cómo va a funcionar la memoria ahora que los niños pueden revisitar sus recuerdos en cualquier momento, porque todo es digital.


De pie en un extremo de la mesa, el He-Man de plástico acompaña el final de la conversación.

Noto que algunos de los jóvenes que trabajan en el café miran entre la curiosidad y la burla su figura musculosa y semidesnuda.

Puede que reconozcan al príncipe de Eternia, pero no como un héroe de la infancia, sino como el protagonista de una serie de memes populares en internet por sus bromas políticamente incorrectas.

Quizá sea esa la forma en la que terminaremos por recordarlo.

Sigue aquí toda la cobertura de Centroamérica Cuenta


Este artículo fue elaborado para la versión digital de Centroamérica Cuenta, un festival literario que se celebraría en Managua del 21 al 25 de mayo, pero fue pospuesto indefinidamente a causa de la crisis política y social que se vive en Nicaragua. Juan Manuel Robles era uno de sus invitados.


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