Síndrome navideño o del villancico: la explicación psicológica de por qué algunos odian las fiestas
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Con los primeros indicios de la Navidad , como la decoración que se vende en supermercados, algunas personas empiezan a experimentar ciertas molestias, desazón y una incomodidad que los especialistas llaman “síndrome navideño o del villancico”.
Las causas no están claras, pero el diario El Tiempo de Colombia consultó a varios especialistas al respecto. En este sentido, el psiquiatra Rodrigo Córdoba manifestó que se trata de un fenómeno somático emocional en el que la evocación de situaciones y la convergencia de elementos reviven ciertas sensaciones que despiertan no solamente desánimo en algunas personas también dolores, gastritis e, incluso, predisposición a infecciones y a otras alteraciones.
La psicóloga Sandra Herrera manifestó que para algunos la parafernalia de la Navidad se convierte en una carga. Y la perspectiva de reunirse, incluso con personas que marcaron nuestras historias de vida -entre ellos miembros de la familia- suscita muchas molestias que se traducen en aburrimiento.
“Evocar la muerte de un ser querido, una mala relación o recuerdos poco gratos relacionados con esta época son definitivos para pasarla mal. Son situaciones que inconscientemente conllevan bajones en el ánimo”, dijo la experta.
Aquí también influye -según la psiquiatra Olga Albornoz- esa tendencia a hacer balances y a comparar resultados que no siempre son positivos, algo que en personas susceptibles puede derivarse en depresión y aislamiento.
Córdoba añadió que esta situación es más común en algunos países en donde la Navidad impacta con más fuerza -los países del norte-, donde esta época llega acompañada por la nieve y el frío. Allí esta condición se conoce como depresión estacional y está más relacionada con el invierno.
Lo económico y social también afecta
Sin embargo, en los países del sur, esta situación parece derivada del efecto que producen, sobre las emociones de personas susceptibles, algunos factores que generan incongruencia y malestar.
“Si la invitación es a hacer compras, a pasarla bien y a manifestar permanentemente alegría, la respuesta será negativa si no se tiene dinero, si se atraviesa por un duelo o se está sin empleo”, dijo Córdoba. Pero aclara que esta reacción no ocurre en todas las personas; solo en aquellas con cierta predisposición.
La psicóloga Sandra Herrera advirtió que las sobrecargas económicas favorecen el aumento del estrés en estas épocas -marcadas por presiones comerciales- lo mismo que la obligación de cumplir compromisos sociales, hacer visitas y dar regalos.
“Es tanto el impacto que puede desencadenar intolerancia plena hacia estas costumbres, lo que hará que la persona se sienta más sola y el cuadro empeore”, siguió Herrera.
De igual manera ocurre cuando todos los anuncios hablan de compartir en familia, de reunirse en torno a la gente querida y cercana, que no caen bien en individuos solitarios, divorciados o pertenecientes a familias disgregadas. “En estos casos, la depresión no tarda en aparecer”, insistió la psicóloga.