Los López, de Guatemala, cumplen dos meses en México y así les va

Consiguieron trabajo, ahora buscan obtener permiso de residencia por razones humanitarias para poder estar tranquilos

MEXICO.-  Lejos del mar de Coatepeque. A miles de kilómetros de distancia del pescado frito, de los caldos chimol y los sudados entomatados, los López comenzaron una vida en el corazón de la capital mexicana, en la colonia Tabacalera, donde rentan una bodega para vivir sin el peligro de la extorsión del crimen organizado en Guatemala.

Los López llegaron a este país el pasado 7 de noviembre en la primera caravana de migrantes masiva que se internó en México con poco más de 5,000 integrantes, principalmente hondureños, que huyen de la violencia en sus países, con miras de pedir asilo en Estados Unidos.

Pero al enterarse de que podían recibir visa humanitaria en este país, no lo pensaron más y se quedaron, aunque ahora están con el alma en un hilo porque los documentos no llegan.

Rondando por las calles del centro de la Ciudad de México encontraron un pequeño restaurante donde solicitaban a una mujer que supiera hacer tortillas a mano y las dos mujeres guatemaltecas de la familia (madre e hija) supieron que no habría nadie mejor que ellas.

A los pocos días, el padre se colocó en el mismo lugar como mesero. Desde entonces ganan entre los tres alrededor de $750 dólares mensuales que les alcanza para rentar un pequeño espacio para vivir.

“Es de la dueña del restaurante porque nosotros queríamos irnos a rentar al Estado de México donde es mucho más barato y trabajar allá, pero ella no quiso porque le gusta mucho nuestro trabajo”, dice en entrevista con este diario José Rodolfo López, el padre.

El espacio es un pequeño estudio de unos 16 metros cuadrados donde los guatemaltecos instalaron una parrilla de gas, una mesa y cuatro sillas. Cajas de madera sirven de alacena y clósets. Por las noches, también se convierte en dormitorio, cuando se desdoblan las colchonetas, las almohadas y las cobijas.

“Estamos contentos, no nos falta nada y podemos salir por la noche tranquilamente, sin miedo a que nos asalten, nos violen, nos quieran hacer un cobro de piso, pero nos preocupa que el Instituto Nacional de Migración no dice para cuando darán los papeles”, agrega José Rodolfo.

En tanto, la familia ahorra. Esperan comprar un televisor para entretenerse y seguir adelante su vida de mexicanos. Leslie López sueña mientras arma flores con papeles de colores que pronto puede estudiar para estilista, cortar el pelo y poner hermosos a hombres y mujeres de esta tierra que le dio asilo. “Quisiera ganar un poco más para enviarle dinero a mi abuela que se quedó allá”, dice con timidez.

La madre tomó este día un doble turno. A las 13:00 horas la alcanzará el resto de familia, excepto el más pequeños de 11 años que está en busca de escuela para retomar el cuarto año de primaria. “Me gustaría tener nuevos amigos porque extraño a mis amigos de allá”, advierte con los ojos llorosos más bien por gripe que por nostalgia: a esa edad se adaptan rápido a cualquier circunstancia, advierte el padre.

Hace poco, la madre de los López llevó al pequeño al centro de salud para atenderle un resfriado. No hubo problema para la atención. “Nos preguntaron de dónde éramos pero nos atendieron como a cualquier otro”.

Hace 12 años, la CDMX se declaró una ciudad santuario y ofreció desde entonces servicios médicos y educativos para cualquier persona que lo requiriera sin importar su condición migratoria. Así se creó una cultura de atención a indocumentados que no ocurre en todos los estados del país. “Sabemos de algunos conocidos que han tenido problemas, pero otros en el norte sí han encontrado trabajo”.

Por ahora, los López tiene sólo una preocupación en la cabeza: tener su permiso de residencia por razones humanitarias. “Ya tardó y nos han hecho dar muchas vueltas”, dice el padre. “Nos gustaría estar tranquilos”.

CONTEXTO

  • México ofreció a todos los inmigrantes centroamericanos visa humanitaria por un año con posibilidad de renovarse tres veces y después de ese tiempo aspirar a la residencia.
  • Más de 8,000 personas han solicitado el documento.

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